Un corazón para todos los necesitados en Israel y Estados Unidos

Foto: Pixabay

En medio de las crisis, tal como esta que vivimos todos a causa de un minúsculo pero letal virus, algunas sociedades vuelcan sus mejores esfuerzos y recursos a su resolución. Pero, lamentablemente, no importa la magnitud de la ayuda, nunca es posible logar una cobertura total de la población, especialmente aquella que se encuentra escondida en ciertos resquicios de la vida cotidiana: los niños, los ancianos y los enfermos que viven solos, por ejemplo.

Es cierto que la terrible pandemia de COVID-19 ha movilizado estoicos e inusuales esfuerzos nacionales e individuales. Grandes contingentes de médicos se dedican en larguísimas jornadas a la atención de los enfermos, incluso a riesgo de sus vidas; muchas personas sacrificadamente han acatado las estrictas normas de confinamiento que ayudan a prevenir la propagación del coronavirus.

Pero ¿quién cuida y atiende a los hijos de estos médicos?, ¿cómo compran alimentos y medicinas las personas mayores confinadas?, en fin, ¿quién ayuda a los que nos ayudan?

En Israel la respuesta está en los más de 13 mil voluntarios de una institución que no pudiera tener un nombre más significativo: «Lev Ehad», pronunciación en español del nombre en hebreo y que se traduce como «Un corazón».

Esta institución reúne a jóvenes altruistas activos, entre 18 y 25 años de edad, «fundada en el entendimiento de que durante emergencias miles de voluntarios que buscan asistir a las autoridades locales necesitan un mecanismo operativo efectivo, organizado y coordinado», tal como lo declaran en su sitio en internet. Durante cualquier emergencia Lev-Ehad proporciona un sistema de reclutamiento y operación que le permite al municipio gestionar eficazmente miles de voluntarios simultáneamente. El sistema funciona de acuerdo con un modelo operativo único y probado, creado por los voluntarios de la organización en función de su experiencia acumulada.

Los números que nos ofrece Lev Ehad son elocuentes: más de trece mil voluntarios que han atendido casi ocho mil solicitudes de ayuda, dieciseis kindergartens, cinco centros de mando regionales. Su reputación y excelencia en el trabajo voluntario de ayuda efectiva les ha valido el reconocimiento de las autoridades militares y civiles israelíes, con las que coordinan las asistencias necesarias y para lo cual han establecido un programa de entrenamiento civil para emergencias y una estructura de coordinación que se activa en caso de emergencias.

Definitivamente, la sociedad israelí aporta un nuevo modelo a seguir por otras naciones que sin duda podrían lograr grandes beneficios al asimilarlas a su realidad. Lev Ehad ya fue activado en Estados Unidos, específicamente en Manhattan, donde los promotores locales han copiado al carbón el sistema usado en Israel, al reclutar hasta 30 voluntarios entre 17 y 25 años. Iniciativas similares se han iniciado en Dallas y Los Ángeles, donde desarrollan un amplio espectro de actividades acordes con los principios de Lev Ehad, desde el empaquetado de alimentos para donativos, servicios de comidas en comedores, hasta el establecimiento de guarderías para los hijos de los médicos.

Hasta el momento no se conoce de la iniciativa en Latinoamérica, donde seguramente sería muy útil seguir este modelo, que una vez más Israel ofrece al mundo sin egoísmos.

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