Torá. Salud de mente y cuerpo

11 abril, 2021 , ,
El mercado intervenido por la policía y personal de sanidad (marzo de 2020) - Foto: Wikipedia -

Sano de mente y cuerpo.

No cabe duda que esto es así, y en verdad, más allá de la cita inicial, podríamos reconocer que de una forma mucho más amplia y abarcativa, nuestra Torá desde siempre, nos enseña a cuidarnos en el aspecto físico, mental y espiritual.

Es decir, que expresa leyes que tienden a prevenir conductas peligrosas que pueden llevar al hombre a cometer toda clase de errores, faltas, y pecados (o caer en enfermedad sea del soma-cuerpo o de la psiquis), contra su propia persona o contra terceros.


Murciélagos y pestes.

Cuando repasamos esta semana el capítulo semanal de la Torá, la parashá Sheminí, en el capítulo 11, versículo 18, menciona entre las aves que deben ser execradas y no consumidas al «atalef» o murciélago.

Impresiona, y a muchos sorprende, que el legado del monte Sinaí, advierte sobre este punto, cuando hoy por hoy, la humanidad toda se tambalea en medio de una pandemia (en formato laberíntico), en pleno del siglo XXI, y donde mucho apunta a que los murciélagos son la fuente de la neumonía de la ciudad de Wuhan en China.

Los murciélagos albergan a varios tipos de Coronavirus, e inclusive se vendían en el mercado de venta de mariscos y carnes de animales salvajes incluyendo murciélagos y víboras.

En China se consume murciélagos y obvio hay variedades de estos seres, que se encuentran diseminados en todos los continentes, menos en la Antártida.


La Torá o manual de vida.

No solo en el caso del Covid-19, también respecto a prohibir consumo de carnes de animales como el cerdo (transmisor de la temida Triquinosis), nuevamente y siempre y eternamente, la Torá (ley, guía y luz) nos sorprende como «una adelantada», frente a descubrimientos científicos muy posteriores, que no hacen otra cosa que confirmar, que solo el Creador de todos los seres vivos, tiene el conocimiento suficiente y total, para indicar a todas las personas que deben consumir, y de que otras cosas deben alejarse por su potencial peligrosidad.

Cuando pensamos que el ser humano es la causa (el objetivo) de la creación del mundo, y que conjuga un alma espiritual y un cuerpo material, uniendo por medio de un cordón umbilical invisible al cielo con la tierra, no es de extrañar, que Hashem, el Todopoderoso, al darnos ese precioso regalo que es parte de su inmensa luz oculta tras las letras de las Sagradas Escrituras, se comporta como un padre que ama a su hijo y desea alejarlo de todo tipo de males y calamidades.


Reflexión final.

Obvio, que hay muchas explicaciones a los pesukim o versículos y letras, expuestos con mucha más autoridad por muchos exégetas a lo largo de siglos, pero en este y en tantos otros asuntos, los médicos podemos apreciar que la ciencia lejos de contradecir, confirma la verdad del decálogo y de los 613 preceptos.

Como pronunciamos cada vez que en las Sinagogas se saca un Sefer Torá para su lectura, y volvemos a repetir (sea por emuná o convicción y/ o por sapiencia sabiduría o conocimiento): «Torá nos ordenó Moshé, es una herencia para la congregación de Yaakob», y que «Moshé y su Torá son verdad», y que «la Torá es un árbol de vida para los que se aferran a ella».

Todo lo que nos sucede, sea en el plano individual o colectivo, simplemente ratifica aquello que nos fue legado (a los judíos y a la humanidad toda) desde el principio de los tiempos.

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.