Maqueta del Segundo Templo de Jerusalén en el siglo I a. C. - Foto: Wikipedia - Dominio Público

 El 9 de Av del calendario judío, que este año coincide con el 30 de julio, conmemora la destrucción del templo de Jerusalén.  Fue destruido la primera vez en el año 587 AEC, por el imperio babilónico de Nabucodonosor. Y en el año 70 de la EC, por el imperio romano de Tito.  Las dos veces en la misma fecha del 9 de Av.  Los judíos ayunamos ese día, lamentando la destrucción de los templos, lo cual significó exilio, pérdida de vidas y mucha vergüenza.

Las causas políticas de la destrucción son claras. Los imperios no soportaban en sus predios una nación con una cultura monoteísta, costumbres distintas, espíritu independiente y reglas comunitarias conservadoras. Atentaban contra la uniformidad que los imperios requieren. Además de uno que otro asunto ideológico.

Las causas religiosas y éticas por la cuales se destruyen los templos están muy bien especificadas en la literatura judía. El primer templo se destruyó porque abundaba la promiscuidad sexual, el derramamiento de sangre y la idolatría.  El segundo templo, se destruyó porque en la sociedad predominaba el odio gratuito. El enfrentamiento entre los hombres sin verdaderos motivos.

La condición para la restauración del templo es que haya amor gratuito.  Consideración y solidaridad entre los seres humanos. Se trata de establecer una mejor convivencia entre todos. Donde haya justicia social, cesen los abusos, se eliminen las discriminaciones. Desaparezcan las guerras.  Un estadio superior.

El judaísmo tiene una visión universalista. Analizando la destrucción de los templos, vemos que su reconstrucción no se ve cercana.

El mundo de nuestros días, está de lleno de pasiones desatadas. La aceptación de la diversidad, se confunde muchas veces con la promiscuidad y el relajo de las buenas costumbres y normas de convivencia. La criminalidad en los distintos países del mundo es un tema delicado. Hay mucho derramamiento de sangre. La idolatría no se limita sólo a cultos paganos, alejados del monoteísmo. Existe el culto al dinero, los valores equivocados, el consumismo excesivo.

El amor gratuito escasea. Priva el ataque al adversario ideológico o político.  Las campañas electorales en muchos países, incluso aquellos que se autodenominan del primer mundo, dejan mucho que desear en cuanto a respeto y educación. Se percibe mucho odio a veces, pocas ganas de verdadero entendimiento. En Israel, la convivencia política, el lenguaje que se utiliza y los mensajes en los medios de comunicación es sencillamente lamentable.

Los judíos lamentamos una vez más la destrucción de los templos y las carencias que impiden tener un mundo mejor. Aquel mundo que merece el templo. Un templo que no es físico en realidad. Es el templo de la buena humanidad, aquella que se eleve por encima de la irracionalidad y sea capaz de construir y vivir en un mundo mejor. A esto se refirieron los Profetas de Israel.

Por los momentos, nos preparamos para el ayuno. Esperando, como siempre, que sea el último y la redención llegue pronto. Aunque debiéramos entender que la redención hay que traerla… no vendrá por sí sola.

Se necesita algo más que templos y ayunos.

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