Piramides de Meroe en Sudán Foto: Wufei07 Wikimedia Dominio Público

El 23 de octubre Estados Unidos, Israel y Sudán emitieron una declaración conjunta sobre la normalización de relaciones entre Jartum y Jerusalén. Este paso sigue los acuerdos de paz entre Israel y Emiratos Árabes Unidos e Israel y Baréin y ayuda a cimentar el incipiente eje regional que presenta Israel como un muy preciado aliado en lugar de un vilipendiado enemigo. El tiempo dirá en qué medida este paso ayudará al gobierno provisional sudanés a superar sus diferencias internas y llegar a las elecciones de 2022 como un organismo funcional y eficaz.

Antes de obtener la independencia en 1956, el Sudán gobernado por los británicos tenía buenas relaciones con la comunidad judía en la Palestina del Mandato y más tarde con el Estado de Israel. Jartum no participó en la guerra de 1948 y, a principios de la década de 1950, figuras prominentes de su liderazgo mantuvieron contactos con funcionarios israelíes. Sin embargo, después de la independencia, cuando Sudán fue influenciado por la política panárabe extremista del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, Israel volvió su mirada hacia Sudán del Sur, en su mayoría cristiano, cuya búsqueda de la autonomía había desencadenado una guerra civil sangrienta incluso bajo el dominio británico.

El comienzo de las relaciones prácticas entre Israel y el sur [Sudán] fue en 1968, cuando la primera ministra Golda Meir acordó enviar agentes del Mossad a la región en un intento por debilitar el apoyo de Sudán a la política panárabe de Nasser, manifestado, entre otras cosas, en la infame cumbre de Jartum de septiembre de 1967, «Tres No»: No a la paz con Israel, no al reconocimiento de Israel y no a las negociaciones con Israel.

En su reunión con el líder rebelde Joseph Lago, Meir dijo: «Si tienes la oportunidad de llegar a un acuerdo de paz con el norte no nos interpondremos en tu camino». Efectivamente, el ascenso al poder de Ja’far Numeiri en un golpe militar en 1969 puso en marcha un proceso de reconciliación que tres años más tarde culminó en un tratado de paz que preservó la integridad territorial de Sudán al tiempo que accedió a la demanda del sur de autonomía regional.

Debido a las crecientes dificultades políticas y económicas, Numeiri se vio obligado a aplicar la ley sharia en todo Sudán, incluida la parte sur. Esto a su vez condujo a la reanudación de la guerra norte-sur en 1983. Sudán del Sur finalmente obtuvo la independencia en julio de 2011 y poco después firmó un acuerdo de paz con Israel.

Curiosamente, a pesar de sus dificultades políticas, Numeiri apoyó la política de paz de Anwar Sadat e incluso ayudó en secreto en el transporte de judíos etíopes a Israel a través de Sudán a principios de la década de 1980. El ascenso al poder de Omar Bashir en un golpe militar en 1989 intensificó en gran medida la islamización del régimen bajo la influencia de Hassan Turabi, quien también había llevado a Numeiri a aplicar la sharia, convirtiéndose Jartum en un pilar central del eje terrorista islamista.

Entre 1991 y 1993 Sudán proporcionó patrocinio y una base de operaciones a Osama bin Laden y muchos terroristas de al-Qaeda, que se vieron obligados a huir de Arabia Saudita. Se convirtió en un aliado cercano del régimen iraní, así como en una importante fuente de suministros para Hamás, Hezbolá y otras organizaciones terroristas en Somalia y Yemen. Según fuentes extranjeras, Israel ha interrumpido repetidamente las entregas de armas a grupos terroristas, incluida la destrucción de un convoy de camiones que transportaba misiles iraníes a Hamás (enero de 2009) y un ataque a un barco de armas iraní en Port Sudan.

Después de que la Corte Penal Internacional de La Haya emitiera una orden de arresto en julio de 2008 contra Bashir por crímenes de lesa humanidad (y luego por genocidio) cometidos en Darfur, donde entre 350.000 y 500.000 hombres y mujeres fueron asesinados entre 2003 y 2005, el asesor de Bashir dijo al embajador de Estados Unidos en Jartum que «si las cosas van bien con Estados Unidos tal vez pueda ayudarnos con Israel, su aliado más cercano». Esta fue la primera vez que el establecimiento de relaciones entre Israel y Sudán se planteó como una posibilidad distinta, aunque eso no detuvo el apoyo del régimen al «eje del terror», transformando así Sudán en un escenario para una guerra encubierta entre Israel e Irán. En octubre de 2012, por ejemplo, aviones de combate israelíes atacaron una fábrica de armas cerca de Jartum que pertenecía a la Guardia Revolucionaria de Irán, una fábrica que producía misiles Shihab de largo alcance y otras armas para ser introducidas de contrabando en Gaza y el Líbano.

Con Sudán posteriormente uniéndose a la coalición de Estados árabes sunitas liderada por Arabia Saudita, se renovaron los indicios sobre el posible establecimiento de relaciones con Israel. En enero de 2016, el canciller Ibrahim Ghandor dijo: “La cuestión de la normalización de las relaciones con Israel puede ser examinada” a cambio de la eliminación de las sanciones de Estados Unidos sobre Jartum. En respuesta a la tormenta mediática causada por estos comentarios, Bashir explicó que se le había «aconsejado que regulara sus relaciones con Israel» para aliviar la difícil situación económica de Sudán.

Estos indicios, que probablemente tenían la intención de señalar a Occidente la seriedad de la intención de Sudán de abandonar el «eje del mal», fueron apoyados por figuras de la oposición que creían que «no hay justificación para que Sudán muestre hostilidad hacia Israel y pague un precio político y económico por ello». El clérigo de la oposición Yosef Koda, por ejemplo, argumentó que la Ley islámica permitía la normalización de las relaciones con Israel y que Sudán debería hacerlo, mientras que el ministro de Inversiones Extranjeras y líder del Partido Umma, Mubarak Fadel Mahdi, dijo en agosto de 2017: “No hay problema con la normalización con Israel» (al hacerlo cerró el círculo, ya que es pariente del líder del Partido Umma, Sadeq Mahdi, quien fue el primer líder sudanés en reunirse con israelíes en la década de 1950).

Después del golpe de 2019 que derrocó a Bashir se estableció un gobierno provisional para gobernar el país en el período previo a las elecciones de 2022, como un compromiso incómodo entre la voluntad del pueblo de ver el fin del gobierno militar y la capacidad de los militares para aferrarse a las palancas del poder. El presidente Abdel Fatah Burhan y su adjunto Muhammad Hamdan Deklo, ambos generales del Ejército, son poderosos restos del antiguo régimen, mientras que el primer ministro Abdullah Hamduk y el presidente de la Corte Suprema, Na’mat Abdullah Muhammad Khair, deben representar la voluntad del pueblo como altos representantes civiles para promover la reforma y el cambio.

El Gobierno provisional padece de desacuerdos internos sobre una variedad de temas y por los constantes intentos de los militares por tomar el poder, pero fue la única forma de salir del estancamiento posterior al golpe. Como tal, recibió la bendición de los gobiernos de Egipto, Arabia Saudita, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos, así como de Estados Unidos y la mayor parte de Europa.

Las disputas internas en el Gobierno provisional produjeron diferentes enfoques de normalización con Israel. Mientras Burhan y Deklo presionaron en esta dirección para mejorar la posición internacional de Sudán y eliminarlo de la lista estadounidense de patrocinadores estatales del terrorismo, Hamduk se opuso a la medida principalmente por temor a antagonizar la opinión pública.

La reunión de Entebbe de febrero de 2020 entre el primer ministro Netanyahu y el presidente Burhan, por invitación del presidente de Uganda y la orquestación del secretario de Estado de Estados Unidos, Pompeo, fue un avance significativo en la normalización de las relaciones entre Sudán e Israel y estuvo acompañada de numerosas publicaciones de fuentes sudanesas sobre la inminencia de la normalización. De hecho, el 23 de octubre, Estados Unidos, Israel y Sudán emitieron una declaración conjunta sobre la normalización de las relaciones entre Jartum y Jerusalén. Este paso sigue los acuerdos de paz entre Israel y Emiratos Árabes Unidos y Baréin y ayuda a cimentar el incipiente eje regional que presenta Israel como un aliado muy preciado en lugar de un enemigo vilipendiado. El tiempo dirá en qué medida este paso ayudará al Gobierno provisional sudanés a superar sus diferencias internas y llegar a las elecciones de 2022 como un organismo funcional y eficaz.

El Dr. Haim Koren se desempeñó como primer embajador de Israel en Sudán del Sur y como embajador de Israel en Egipto. Es profesor en el Centro Interdisciplinario de Herzliya.

Fuente: BESA Centro Begin-Sadat para Estudios Estratégicos

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