Siria, un conflicto interminable

Destrucción en el norte de Siria - Foto ilustracion Voice of America News -Wikimedia - Dominio-Publico

La guerra de Siria es, probablemente, la mayor tragedia del siglo XXI.

Corría el año 2010, el mundo era una fiesta democrática tras la «revuelta del pan» en Túnez y los medios de comunicación europeos hablaban incluso de una «primavera árabe». Después llegó la resaca y la decepción, aquel breve destello que aparecía en el horizonte se acabó convirtiendo en una pesadilla interminable en casi toda la región. En Libia estalló una cruenta guerra civil en el bando demócrata y el Estado Islámico se hizo fuerte en algunas zonas del país. Yemen e Irak se vieron sumidos también en violentos conflictos, en los que se entremezclaban disputas tribales, étnicas, religiosas y políticas, pero también duelos entre las grandes potencias que tienen su papel en la escena regional, como Arabia Saudita, Estados Unidos, Turquía, Irán y Rusia.

Y, finalmente, en Siria, tras algunas revueltas populares contra el régimen de Bashar El Asad, la breve primavera del año 2011 acabó degenerando en una guerra civil entre una coalición formada por diversos grupos de todos los colores y pelajes y las fuerzas fieles al ejecutivo de Damasco. “Entonces, el actual dictador se declaró inmune al terremoto de las revueltas árabes. Era una amenaza, no un análisis: iba a desencadenar las fuerzas del infierno sobre su país y la región entera en cuanto estallaran las protestas”, en palabras del analista español Lluís Bassets.

Esta brutal represión de las protestas callejeras precipitó el comienzo de la guerra civil siria, que dura ya diez largos años y ha causado entre 400.000 y 500.000 muertos, millones de desplazados y refugiados -algunas fuentes elevan la cifra hasta los 11.000.000, casi la mitad de la población siria- y cuantiosos daños materiales y económicos. El país está, literalmente, devastado y hundido hasta los tuétanos.

Así lo resumía el analista ya citado Bassets, en un reciente artículo publicado en el diario madrileño El País, que reproduzco literalmente: “Su población ha sido diezmada. Según ACNUR, casi seis millones de sirios han huido al extranjero. Han muerto más de 400.000 en los combates y bombardeos. Dentro de su territorio, 13 millones se hallan desprotegidos y casi tres aislados en lugares de difícil acceso o asediados. Bachar el Asad solo controla un 70% del país. El resto está en manos de las facciones en guerra”.

La oposición siria

Desde el principio del conflicto, hay que reseñar que nunca hubo un mando único ni un grupo con la capacidad de liderazgo dentro de la oposición siria. El Ejército Libre Sirio quizá fue su grupo más significativo, numeroso y protagónico, pero en realidad era una amalgama de facciones dispersas, frentes de batalla descoordinados y milicias poco formadas, mal armadas y escasamente preparadas para aguantar una guerra de larga duración frente a un ejército convencional. La derrota estaba servida sobre la mesa desde el primer momento.

Luego la aparición en escena del Estado Islámico, que llegó a controlar algunos territorios cercanos a la capital siria, Damasco, e incluso la emblemática ciudad de Palmira, añadió mayor inestabilidad y tensión a la región. Otros grupos menores en la escena militar eran el Frente Sur, el Frente Islámico, Yeish al-Islam y el Frente al Nusra, organizaciones poco coordinadas entre sí y con objetivos políticos muy dispares para poder ser una alternativa creíble al gobierno de al-Asad. Los kurdos, abandonados por todos, todavía controlan algunos territorios, pero no tienen opciones claras de ganar esta guerra que ha unido a sirios, turcos, iraníes, rusos y occidentales contra ellos.

Tentativas de diálogo fallidas

Por otra parte, todos los intentos de negociación entre la oposición siria y el gobierno de Damasco han fracasado porque la oposición, apoyada por la comunidad internacional, demandaba la salida de la escena política de El Asad, algo que el gobierno de Damasco rechaza absolutamente. Ahora, sin embargo, las demandas de la oposición se centran en la elaboración de una nueva Constitución, un cambio en el sistema de gobierno y la convocatoria inmediata de elecciones libres y competitivas.

Pese a todo, las recientes victorias del ejército sirio colocan a la oposición en una situación de debilidad y merman la posibilidad de que el gobierno de Damasco acepte una salida negociada al conflicto. El régimen de El Asad ya controlaría más de la mitad de la base territorial del país y casi todas las capitales importantes, incluyendo a Damasco y Alepo, mientras que la oposición se encuentra aislada en varias bolsas territoriales desconectadas y fragmentada en varios grupos, siendo los kurdos los que parecen controlar más territorio.

“El despliegue ruso en favor de El Asad -y de la única base aeronaval de Moscú en el Mediterráneo, en la costa siria de Lakatia- dio un vuelco al conflicto a partir de 2015. La caída de Alepo oriental al año siguiente, en una batalla calle por calle para arrebatar a los rebeldes su capital, y la toma en 2018 de Guta Oriental, estratégico enclave insurgente a las afueras de Damasco rendido por hambre, apuntalaron la victoria de las fuerzas leales de Damaso”, escribía el ya citado Sanz, en las páginas del diario El País de España.

Victoria siria y presencia iraní

Al haberse dado una gran victoria en los frentes de batalla sirios a favor El Asad se consolidó en un eje político y militar dominado por Irán que arrancaría desde ese mismo país y llegaría hasta Gaza. Irán contaría con el apoyo de los chiítas en Irak, el régimen sirio que quedaría claramente subordinado a su esfera estratégica, Líbano -secuestrado por Hezbollah y sus aliados desde hace años- y, finalmente, Gaza, donde el grupo palestino Hamás apoya a los iraníes y recibe a cambio armas, apoyo económico y legitimidad política.

Ese escenario, que implicaría graves riesgos para Israel y Arabia Saudita, algo que quizá no deberían de haber permitido nunca ni los Estados Unidos ni sus aliados occidentales, significa un cambio de estrategia por parte de Occidente. Ya no se trata de derrotar al régimen sirio, sino que al final los Estados Unidos y sus aliados han optado por dejar a Siria tullida, hundida social y económicamente pero incapaz de lanzar un ataque contra sus vecinos y constituir un peligro. Una estrategia muy parecida, salvando las distancias, a la empleada por la OTAN y los Estados Unidos en la guerra contra la Serbia de Slobodan Milosevic, cuyo estallido social precipitó la caída del dictador sin necesidad de enviar fuerzas sobre el terreno.

La victoria del régimen sirio, aunque sea pírrica, parece clara, tal como señalaba el ya citado Bassets: ”Una carrera siniestra de torturas y ejecuciones ha acompañado todo este tiempo a una contienda civil siempre con más de dos bandos, todos contra todos, y cada uno protegido por alguna potencia regional, Arabia Saudita, Turquía e Irán, o incluso mundial, Rusia y Estados Unidos. El efímero Estado Islámico alcanzó la cumbre del espanto con el espectáculo de sus decapitaciones, pero nadie tiene tanta responsabilidad por los crímenes de guerra y el genocidio como Bachar el Asad, el protegido de Rusia e Irán que se ha erigido en vencedor”.

“Tras el alto el fuego alcanzado hace un año en Idlib, el Ejército gubernamental y sus aliados de Rusia, Irán y milicias chiís han consolidado el dominio sobre la denominada Siria útil, la zona central del país más fértil y poblada”, escribía el periodista y analista Sanz sobre los últimos acontecimientos acontecidos en este país.

En la misma línea que lo descrito anteriormente, la victoria siria también es señalada por la periodista Natalia Sacha desde Damasco: “El ejército regular sirio ha recuperado el control de más del 70% del territorio nacional, cuando en 2014 apenas retenía el 45%. Irán no piensa en una retirada en un escenario en el que también interviene Turquía en el norte contra los kurdos e Israel intenta que Irán salga de Siria”. De cara al futuro, lo más probable es que Irán siga presente en el escenario mismo del conflicto y prestando apoyo al régimen sirio.

¿Cómo concluirá la guerra civil siria?

Cuatro son los previsibles escenarios hacia donde puede evolucionar el conflicto sirio tras siete años de larga guerra, altos costes en vidas humanas y daños materiales cuantiosos. La economía siria está totalmente destruida y el proceso de reconstrucción se prevé muy largo. Amén de este balance tan desolador, tampoco se atisban en el tablero sirio perspectivas para que en el corto o largo plazo las dos partes se vayan a sentar a negociar y puedan sellar acuerdos que puedan detener la trágica deriva que padece el país.

1. El primer escenario es la «fosilización» del conflicto, es decir, que la guerra civil siria se convierta en una guerra de larga duración al estilo de la del Vietnam (1955-1975) y que concluya bien con una victoria del régimen sirio -cada vez más afianzado en el frente interno- o con una salida negociada entre las partes. Parece lo más previsible, dado el actual juego de fuerzas en el tablero sirio. El tiempo juega a favor de El Asad porque ya la rebelión se ha visto relegada frente al aparente mal menor que representa el ré“Las potencias ya no exigen la sailda de El Asad del poder, sino que acepte una salida política negociada”, seguía señalando el periodista Sanz.

2.El segundo escenario sería una rápida victoria del régimen sirio, cada vez más cohesionado, con importantes apoyos en la escena internacional y con una oposición dividida, desautorizada y con poca legitimidad interna. No debemos descartar la inminencia de este escenario a tenor de los importantes avances de las fuerzas del régimen en casi todos los frentes de batalla y de la cuantiosa ayuda militar y económica que recibe de Irán, Rusia y Líbano, principalmente.

3. El tercer escenario sería un improbable avance de las fuerzas de la oposición en casi todo el territorio y la consolidación de sus bases territoriales que, aunque dispersas en varias bolsas, pueden llegar a suponer cerca del 30% del territorio de Siria. Una victoria total de la oposición no parece, al día de hoy, una opción realista y creí Ni tienen la capacidad militar, ni la unidad de mando, ni las fuerzas necesarias para derrotar al régimen sirio. Con consolidar lo que ya tienenahora las fuerzas opositoras, sería una gran victoria.

4. Un levantamiento de la población civil no debe descartarse porque “la amenaza más inmediata para El Asad no son las facciones rebeldes ni la presencia de potencias externas en el país, sino la devastadora situación económica y humanitaria del país”, en palabras del analista Haizam Amirah Hernández, del Real Instituto Elcano de España. En su opinión, “no hay salida a la vista para la agonía en que está sumido el país, en ausencia de una solución política que requiere de negociaciones complejas y concesiones que nadie quiera hacer”. La fuerza bruta exhibida por El Asad al reprimir las protestas desde sus inicios no parece que vaya a favorecer este escenario poco creíble a tenor de la debilidad que muestra la sociedad civil siria en estos momentos.

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