A pocos días de que un buzo muriera atacado por un tiburón en la costa de Hadera, algunos bañistas fueron vistos lanzando peces muertos al agua para atraer a los tiburones, sin presencia policial y con ninguna restricción.
A pesar del anuncio oficial de cierre del área tras el ataque del pasado lunes, decenas de personas se congregaron en el Parque del Arroyo Hadera para observar de cerca a los tiburones. Algunos se adentraron en el mar hasta las rodillas para alimentar y fotografiar a los animales.
La experta en tiburones Adi Barash, directora de la organización Sharks in Israel, expresó su alarma: “La gente los toca, les tira de la cola, se sienta sobre ellos para tomar fotos. Esta conducta, que antes era marginal, este año se volvió casi un deporte”.
El ataque al buzo Barak Tzach, padre de cuatro hijos, ocurrió cerca de la desembocadura del arroyo Hadera, zona donde año tras año se congregan tiburones dusky y tiburones de aleta negra entre noviembre y mayo, atraídos por las aguas cálidas que libera la central eléctrica.
Según biólogos marinos, la repentina subida de temperatura en el arroyo, que redujo el oxígeno y provocó la muerte masiva de peces, atrajo a un gran número de tiburones hambrientos a zonas poco profundas.
Aunque la Autoridad de Parques y Naturaleza de Israel (INPA) emite advertencias anuales, ni la municipalidad de Hadera ni la Compañía Eléctrica de Israel respondieron a los pedidos de información sobre medidas concretas para evitar nuevos incidentes.