Se necesita un mazo, no una pinza, para responder a Irán

Ejercicio naval del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica iraní Foto: Sayyed Shahab-o- Din Vajedi wwwakkasemosalman.ir Wikimedia CC BY 4.0

Desde el ingreso de Joe Biden a la Casa Blanca, Irán ha intensificado su actividad provocadora en cuatro teatros de acción: (1) El programa nuclear se ha acelerado, con crecientes violaciones del acuerdo nuclear y restricciones impuestas a su supervisión. Teherán ha condicionado su regreso a la mesa de negociaciones con los Estados Unidos y los países europeos a más demandas, y expresó una obstinada oposición a regresar a las negociaciones siempre que las sanciones impuestas no se levanten por completo. (2) Ha intensificado los ataques contra bases estadounidenses en Irak, con el objetivo de alentar a Estados Unidos a evacuar sus fuerzas de Irak, así como del este de Siria. (3) Ha ampliado los ataques contra objetivos militares y civiles en Arabia Saudita, utilizando misiles y vehículos aéreos no tripulados, a través de los hutíes en Yemen, el eslabón débil en el frente regional anti-iraní. (4) Y aparentemente, también hubo un ataque a un carguero de propiedad israelí en el Golfo.

Todos estos movimientos iraníes reflejan una sensación de seguridad que prevalece en Teherán, porque estas acciones no ponen en peligro a Irán con contraataques en su territorio por parte de sus rivales. Además, esta conducta proactiva refleja el deseo de establecer reglas de juego nuevas y actualizadas frente a la Administración Biden y los aliados de Estados Unidos en la región. Esto contrasta con el comportamiento cauteloso de Irán en los últimos días de la Administración Trump, cuando Irán temía que el impredecible presidente ordenara ataques contra objetivos valiosos en su territorio. Las limitadas reacciones quirúrgicas «parecidas a pinzas» de Estados Unidos e Israel –atacando la infraestructura de las milicias chiís (que Irán en cualquier caso está dispuesto a sacrificar) en Siria, que es su cancha más fácil– cumplieron con las expectativas de Irán y convenían su interés de evitar una escalada a gran escala. Por lo tanto, la respuesta limitada y esperada no hizo que los líderes de la República Islámica dudaran antes de la próxima operación, y esto siguió poco después: el miércoles, las milicias chiís en Irak dispararon diez cohetes contra la base aérea de Ain al-Asad, la principal base de despliegue de Estados Unidos, y la coalición que lidera, en Irak.

Para disuadir a Irán y frenar su asertividad provocativa en la región, se requiere una respuesta intensa en un lugar inesperado contra activos esenciales para Irán, y en cualquier caso, es preferible que esta respuesta se lleve a cabo previa coordinación entre Estados Unidos y Israel.

Fuente: INSS The Institute for National Security Studies

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