Sarah Mintz: “El judaísmo me permitió vivir de verdad”

Por Michelle Dreifus. 

Sarah Mintz hizo Aliá (inmigró a Israel) hace poco más de tres meses. Pero su camino hacia Jerusalén comenzó mucho tiempo atrás. Nació en Barranquilla, en el seno de una familia católica. Si bien nunca había tenido contacto con el judaísmo, dice que “había algo que hacía falta, algo que estaba buscando”. Así fue como empezó un recorrido que bien podría asemejarse al guión de una telenovela. Sin embargo, la plenitud con la que vive el día a día en la capital del Estado judío, refleja un sentir que no podría ser más real: “Esto es lo mío, a esto vine a este mundo”, afirma, “no hay ninguna explicación para este enamoramiento, para desear tanto y con tanta pasión este tipo de vida”.

Es difícil identificar en qué momento exacto empezó a sentir que este sería el rumbo que tomaría su destino. Es que si de telenovelas hablamos, años atrás Sarah supo protagonizar algunas de las más famosas del mundo hispano, como «La Casa de al Lado» y «Marido en Alquiler». Es por eso que su carrera la llevó a radicarse en Miami, donde tuvo interés en comenzar a estudiar en el centro de Kabalá local: “Hablaban mucho de cómo puedes mejorar como ser humano en tu interior”.

Estos nuevos conocimientos le sirvieron para “mejorar a nivel del alma”, en sus propias palabras. Allí aprendió a estudiar y a vivir su vida “con consciencia”. Sin embargo, fue recién tiempo después que supo que aquello que practicaba y la hacía sentir tan bien, era judaísmo.

Hasta aquel entonces, su vida estaba enfocada mayormente en su trabajo y sus pasiones profesionales: “Yo era mucho más de la vida mundana, siempre vi mi profesión como un trabajo, pero en algún momento lo vi como mi vida. Y luego fui entendiendo que era parte de mi vida, y que mi vida era otra cosa también”. Sin embargo, con el paso del tiempo y el deseo latente de formar una familia, sus prioridades comenzaron a cambiar.

De todos modos ella no siente que debió escoger un camino u otro para su vida. Por el contrario, esa dualidad nunca estuvo presente en sus pensamientos. “A veces la gente me pregunta: ¿No extrañas tu vida de antes? Y no puedo decir que la extraño, porque yo nunca tuve que elegir si me quedo con esto o con mi vida artística, nunca me debatí, porque uno trasciende”, precisa Mintz.

Sarah junto a su esposo Joshua en el Muro de los Lamentos. Foto: @joshuamintzoficial.

La vida en Israel: un sueño hecho realidad

Tanto para ella como para su marido, Joshua, asentarse en Israel siempre fue un deseo pendiente. Sabían que la vida en Jerusalén era la que querían para ellos, y más aún para sus pequeños hijos, Akiva y Yehuda. Sin embargo, los quehaceres diarios postergaban ese deseo de “poder vivir un judaísmo libre”, tal como define hoy su cotidianeidad.

“Yo pienso que cuando le llega el momento a cada persona, es porque está preparado para eso”,  y así fue lo que sucedió. Luego de vivir 16 años en Miami y cuatro en México, la llegada de la pandemia los hizo caer en la cuenta de que era el instante adecuado para emprender su viaje: “Era el momento de vivir esto”.

“La vida aquí toma otro sentido (…) estamos en otra dimensión, es tan auténtico, vivir aquí es increíble”, destaca. Asimismo, hace hincapié en su amor por el estilo de vida de la familia israelí, en la que todos los integrantes colaboran con las tareas diarias del hogar. Ese es el ejemplo que quiere transmitir a sus hijos junto a su marido: “Hay una convivencia que da mucha seguridad y autoestima a los niños, y esas son cosas que hay que rescatar”.

“Yo estoy adaptada desde el primer día”, dice Sarah al referirse a los cambios que implican la vida en un país tan distinto. Cabe destacar que ella sabe muy poco inglés, y recién está aprendiendo hebreo. Sin embargo, esto no fue un impedimento para asentarse en un lugar que le es ajeno, aunque mucho más propio de lo que pareciera a simple vista.

Acerca de la inmigración y la adaptación, Mintz resalta: “Yo entendí que cuando uno llega a un lugar, debe apreciar hasta lo que uno no está acostumbrado, es parte de la personalidad y el crecimiento, cada lugar tiene y no tiene ciertas cosas”.

“Algo que he descubierto en mi camino espiritual es la honestidad, y no la queja. Porque la queja nos congela, nos hunde, nos aleja, no trae apreciación”, destaca Sarah acerca de su proceso. Asimismo, remarca que “cuando tú en la mente no estás aceptando lo que tienes en frente, y estás todavía en la comparación, en que aquí no es como tú quieres que sea, entonces cuesta”.

Pese a no saber el idioma, la sociedad israelí le encanta: “Me parecen prácticos, claros, honestos”. En su cotidianeidad, suele manejarse con el traductor del celular para que la entiendan en la calle, donde siempre han mostrado buena disposición para ayudarla: “Como tú te muestres, la gente tiene un impacto y reacciona contigo de acuerdo a lo que les des, tiene que ser un espejo”.

Sarah y Joshua con sus hijos Akiva y Yehuda en el Aeropuerto Ben Gurión al llegar a Israel. Foto: @joshuamintzoficial.

“Hoy la vida para mí tiene otro sentido”

La conexión constante con Dios es para ella lo más importante: “En todo lo que yo hago, en cada segundo”. Es por eso que Sarah siente que ahora, a través del judaísmo está viviendo “el propósito de su existencia”. “Tener una vida de Torá y Mitzvot (preceptos) a mí me hace darme cuenta que el mundo a mí alrededor es ilusorio, porque realmente el trabajo del alma es lo más importante”, reflexiona.

“Encontrar esa plenitud interior es realmente vivir la felicidad y disfrutar de este mundo como Dios lo quiso”, concluye Mintz.

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