Parashat Nasó: La bendición sacerdotal

28 mayo, 2020
Foto: Pixabay

Nuestra parashá, trata varios temas que aparentemente no están relacionados. Sin embargo, nuestros exégetas buscaron armonizarlos porque percibían que las palabras de la Torá siempre tienen una correlación, aunque no nos sea fácil hallarla. Tres son los temas que se suceden en ella: La bendición de los cohanim, la consagración de los nezirim –nazareos- y la mujer Sotá, que es sospechada de infidelidad.

Don Isaac Abravanel, que estuvo al servicio de los reyes de Portugal, Castilla y Nápoles, y de la República de Venecia, nacido en 1437 en Lisboa, considera que Dios le ordenó a Moshé que instruya a Aarón y a sus hijos el estilo de la bendición que debían usar para pronunciar cuando todos los israelitas se encontraban juntos, como sucedió después que dio los mandamientos concernientes a una mujer sospechosa de adulterio y los referidos a los nazareos. El campamento de los israelitas se encontraba en armonía y ese era el momento.

El texto de las Berajot tan conocido merece un análisis independiente: «te bendiga .A. y te guarde! haga resplandecer .A. su rostro sobre ti y te mire con buenos ojos! vuelva hacia ti .A. su rostro y te dé la paz“ (Bemidbar 6:24-26). La letra vav que precede al verbo que comienza la segunda parte de cada uno de los tres versículos (yishmereja, yejuneka, yasem) podría interpretarse como conjuntiva, y entonces tendríamos seis acciones distintas; o, podría descifrarse como un vav que denota el resultado del primer verbo, en cuyo caso tendríamos solo tres acciones.

Otros, ven una conexión temática con el siguiente capítulo (Bemidbar 7) que habla del evento festivo de inaugurar el Tabernáculo, que proporciona el escenario para recitar la bendición. El amorá de la tierra de Israel, Yehoshúa ben Levi, uno de los sabios y estudiosos que codificaron, entre los siglos II y V d.e.c., las tradiciones orales que compondrían eventualmente el Talmud de Babilonia, interpretó el versículo: «Hazme un altar de tierra …En todo lugar donde haga yo memorable mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.” (Shemot 20:24). Por lo tanto, comentó: «cuando hicieron el Tabernáculo, el Santo, bendito sea, les dio las bendiciones» (Pesikta Rabati 5.11).

Podríamos redactar estas palabras también de manera diferente, diciendo que dado que la bendición sacerdotal tiene que ver con el servicio de los sacerdotes en el Tabernáculo, la inauguración del Mishcán fue el momento apropiado para presentarlo.

Como precedente y paralelo, podemos señalar, también, que la bendición que Aarón entregó en el octavo día, después de los siete días de consagración: » «Aarón, levantando las manos hacia el pueblo, lo bendijo, y luego descendió…” (Vayikrá 9:22) es la primera vez que se recita la bendición por un Cohen que luego será establecida en la lectura de nuestra parashá (ver Ramban-Najmánides, loc. cit.). Y yo agrego que quizás ese acto sea consecuente con el contenido de la bendición que asciende de verso en verso, y de la gradación de su estructura que enfatiza la sucesión de la idea de consagración.

Quizás todos estos elementos se puedan combinar para formar un solo tema. Al explicar el versículo que sigue al pasaje de la bendición sacerdotal: «El día en que Moshé terminó la Morada, la ungió y la santificó…» (Bemidbar 7: 1). Rashí presenta la siguiente interpretación jugando con la asociación que le permite la palabra hebrea del versículo: calot [= terminó] ; diciendo que el día en que se estableció el Tabernáculo, los israelitas eran como una novia [calá] que venía a ingresar debajo del dosel nupcial”. Esta interpretación nos obsequia una expresión colorida al estado de los israelitas cuando se erigió el Tabernáculo. El mishcán marcó un hito importante en las relaciones de pacto entre el Santo, bendito sea Él, y su pueblo. En previsión de la afinidad general con .A., que ahora se llevaría a cabo en un lugar al que podría acudir todo el pueblo, el novio otorgó su regalo: su gran bendición para el pueblo, por medio de la bendición sacerdotal cuyas oraciones progresivamente más largas simbolizan una abundancia cada vez mayor.

Antes de esto, solo se mencionaban las excepciones a las reglas de la Torá: aquellos que eran impuros (ver Bemidbar 5) o presuntamente pecaminosos, como la mujer Sotá, por un lado, y los nazareos que se apartaron de la vida y su goce para buscar su elevación. Mencionarlos en este contexto podría verse como una comparación contrastante entre las excepciones y todo el pueblo. Los israelitas ahora tenían que santificarse en preparación para su reunión con Dios. En esta reunión, los sacerdotes, hijos de Aarón, vienen y bendicen a todo el pueblo, confiriéndoles una bendición incondicional, ya que se colocan ante el Señor tal como la novia está delante del novio, y en ese momento, la Torá ve necesario recordarnos que si deseamos ser merecedores de la Bendición debemos evitar buscar mancillar el honor de una mujer, simplemente por nuestra falsa concepción de ver en ella un objeto del que podemos disponer denunciando lo que solo está en la imaginación de personas que quizás no se encuentren en sus cabales.

Vivimos todos los días la violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive como la pareja de la Sotá que no duda en presentarla ante la sociedad.

También debemos abstenernos de ir en búsqueda de espiritualidades que no necesitamos y por ello apartarnos de la vida, buscando acercarnos a Dios a alturas más elevadas que el resto del pueblo, en lugar de dialogar con él humilde y amorosamente. También somos testigos de quienes en búsqueda de la presunta espiritualidad van a beber en fuentes extrañas que los enajenan.

En el texto que los cohanim están obligados a recitar sin cambiar ni una letra, cada verbo repite la misma idea, y la repetición en sí misma no se hace para agregar más profundidad, sino para añadir énfasis y refuerzo.

Ese énfasis que también debemos tener para lograr que el campamento esté unido y no se deje perturbar por las excepcionalidades de personas que quizás con buena voluntad, no permiten esa unión imprescindible.

Entonces, mereceremos todas las bendiciones multiplicadas infinitamente.

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