Oscar Rocca: Aquel que mantuvo viva la esperanza

8 mayo, 2019 ,
Foto: Cortesía

Oscar Rocca Steinberg Koppel nació en la ciudad alemana de Goch, en la región de Renania, el 12 de octubre de 1888. En sus inicios fue comerciante y luego, ya establecido en Berlín, tuvo una importante carrera en el mundo de las finanzas hasta convertirse en director del conglomerado de bancos hipotecarios de Alemania.

Contrajo matrimonio con Emmy Sturg, nombre artístico de Emma María Stang, conocida actriz y cantante de los años ’20. Pero la llegada del nazismo al poder en enero de 1933 pronto marcaría el final de sus carreras profesionales, por lo que se dispusieron a emprender el camino del exilio con dirección a Ecuador.

La pareja llegó al país en 1934 y gracias a su perfil, a su experiencia y a sus conocimientos directos sobre el terreno comercial y financiero, a Oscar Rocca no le resultó difícil vincularse con el gobierno ecuatoriano y, en general, con las élites políticas y económicas.

Tanto así que, gracias a la recomendación del Ministerio de Relaciones Exteriores del Ecuador, pudo iniciar una breve carrera diplomática que lo llevaría de nuevo a Europa en un contexto cada más peligroso, determinado por el ascenso de los totalitarismos y por la proximidad de una nueva guerra mundial.

Su primer nombramiento se concretó a los pocos meses de haber llegado a Ecuador cuando el 14 de agosto de 1934 el gobierno lo designó como vicecónsul del Ecuador en La Haya.

Es probable que esta estancia en los Países Bajos le permitiera a Oscar Rocca involucrarse con el drama de los primeros refugiados del nazismo y con la labor de las organizaciones humanitarias, de creciente protagonismo en la escena internacional.

Su retorno al Ecuador se produjo a menos de un año de su partida, cuando fue objeto de una nueva designación, esta vez como “Agente Comercial Ad Honorem del Ecuador en Europa y Palestina”, para la organización de las cámaras de comercio ecuatorianas.

El 13 de enero de 1936 fue ratificado como agente comercial del Ecuador, cargo al que además le sumaría el de Cónsul Ad Honorem del Ecuador en Budapest. Un mes más tarde, aprovechando su estancia en Europa, fue nombrado como “Comisario Delegado del gobierno del Ecuador para el arreglo del pabellón ecuatoriano en la Exposición Internacional de París de 1937: Artes Técnicas de la Vida Moderna”.

La condición de judío “apátrida” se convirtió seguramente en uno de los causales de Rocca para apurar su retorno al Ecuador a fines de 1938, luego de un extenso recorrido llevado a cabo por Londres, París y, por último, Nueva York. Plenamente comprometido con la situación de la población judía perseguida en Europa, fue en esta última ciudad de los Estados Unidos donde selló su vinculación con dos de las organizaciones humanitarias israelitas de mayor alcance e importancia en el contexto de la Segunda Guerra Mundial: HIAS-HICEM (Hebrew Immigrant Aid Society/Sociedad de Socorro para los Inmigrantes Judíos), establecida en 1881, y el Joint (American Jewish Joint Distribution Committee/Comité Judío Americano de Distribución Conjunta), fundado  en 1914.

Desde su llegada al país, Oscar Rocca actuó como el principal representante de HIAS-HICEM y del Joint. Fungió además como una de las figuras fundacionales de la comunidad judía ecuatoriana, organizada en la Asociación de Beneficencia Israelita, de la que fue elegido vicepresidente en 1942. De igual modo, fue apreciado por sus amplios conocimientos históricos, literarios y filosóficos, a punto tal de que llegó a ser conocido como uno de sus primeros referentes políticos e intelectuales de la joven comunidad.

Su labor de rescate de judíos perseguidos en Europa fue prácticamente incesante y gracias a su persistencia y poder de convencimiento, posibilitó la llegada al Ecuador de una gran cantidad de perseguidos. En mayo de 1939 logró que un grupo de pasajeros del buque Orduña, en condiciones similares al del tristemente célebre barco Saint-Louis, pudiera desembarcar en Guayaquil.

Sin embargo, no siempre tuvo éxito en sus gestiones. A fines de 1941, por ejemplo, intentó traer al país a los cincuenta niños y cuatro adultos que habitaban en el orfanato de la ciudad de Flörsheim. La resistencia de las autoridades ecuatorianas (incluso del propio presidente Carlos Arroyo del Río) para permitir la llegada de este contingente terminó frustrando esta verdadera operación humanitaria.

El final de la guerra de ningún modo supuso la culminación de la labor desarrollada por Oscar Rocca: ésta continuó frente a la compleja situación creada por aquellos que, de manera forzosa, habían sido desplazados de sus lugares de origen, o que habían sobrevivido y perdido a todos sus seres queridos, o que sobrevivían en precarios campos de refugiados. De este modo, a fines de 1947 favoreció la llegada a Guayaquil de diez refugiados provenientes de Francia y cuyas visas habían sido rechazadas por las autoridades ecuatorianas. Un año más tarde, le propuso al gobierno de Galo Plaza la inmigración de cien familias judías que desde la guerra se encontraban establecidas en la ciudad china de Shanghái.

Oscar Rocca falleció en 1950 en Quito luego de haber desarrollado una admirable y noble tarea humanitaria. Para HIAS-HICEM, él fue el responsable directo de la migración al Ecuador de judíos europeos antes, durante y después del Holocausto.

En tanto que para ciertos historiadores fue el principal referente del Ecuador dentro del grupo internacional conformado por aquellos judíos comprometidos con sus hermanos frente a las persecuciones en Europa.

Sin duda, y más allá de estas apreciaciones, no podemos soslayar el papel desempeñado por este inmigrante alemán en la salvación de todos aquellos cuyas vidas estuvieron bajo amenaza en los difíciles años de la Segunda Guerra Mundial.

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