Noveno día del mes de Av, el comienzo del fin

29 julio, 2020 ,
La destrucción del Templo de Jerusalén en una obra de Francesco Hayez Imagen de Wikimedia Dominio Público

En el capítulo XIII del Libro de los Números (cuarto libro del Pentateuco), leemos acerca de los doce espías (un representante por cada tribu de Israel), enviados por Moisés para explorar la Tierra Prometida.

Habiendo salido de Egipto, luego de 210 años de esclavitud, el pueblo cuestiona la capacidad de llevar a cabo el objetivo: la conquista de aquella.

En síntesis, de regreso los doce espías dan su reporte respecto de lo explorado. Diez de ellos «hablaron mal» como solemos describir, es decir trajeron un informe objetivo pero desalentador. Solo dos regresan con un reporte positivo, algo así como el slogan que llevo a Obama a la presidencia: «Yes we can». Ellos fueron Josué y Caleb.

Esa noche el pueblo comenzó a murmurar en contra de Moisés y de Aharon, quejándose de la situación.

La conclusión por parte de Hashem (Dios) fue que deambularían 40 años en el desierto hasta cambiar a esa generación quejosa, pero no solo eso. Ya que no confían en el Altísimo y optan por una conducta «llorosa», pues le daremos motivos para llorar.

Aquel fue el día 9 del mes de Av. Así se convierte esta fecha en el día de las desgracias para el pueblo judío. No tengo el espacio para contarles todos los casos, pero hay dos bien claros: la destrucción del Primer y Segundo Templo de Jerusalén. ¡Con una diferencia de unos 650 años, ambos destruidos exactamente el mismo día!

Tocará ahora estimados lectores, saltear el quinto libro del Pentateuco (Deuteronomio), el libro de Josué, Profetas y Jueces para llegar al Libro de los Reyes.

Encontramos allí a David, segundo rey de Israel luego de suceder a Saúl, quien toma una decisión crucial: reunificar a las doce tribus bajo un gobierno central. ¿Y esto como se hace?, pues construimos una capital central para el reino, un centro administrativo. ¡¡Que bien!!, ¡¿pero en dónde?!, buena pregunta…

Claro, si lo construimos en las tierras de Simón, pues ellos se creerán mejores que el resto de las tribus, se sentirán los «elegidos», lo mismo si lo hacemos en tierras de Benjamín, Menases, Neftalí, etc…

Por lo visto así funciona la psicología del hombre. Si no, fíjense en la actitud soberbia de parte de los habitantes de las capitales mundiales hoy día, sin entrar en detalles….

David necesita un lugar imparcial, un sitio que aún no pertenezca a ninguna tribu, y lo encuentra: Jerusalén.

Lo cierto es que en esa zona aún habitaba parte de uno de los pueblos cananeos: los jebuseos.

Construir allí la capital no es un capricho del Rey David, a unos 500 metros más al norte del poblado Jebuseo se halla el Monte Moriá, donde podemos ver hasta el día de hoy una gran roca, la cual fue usada por el Patriarca Abraham como altar para llevar a cabo el sacrificio de su hijo Isaac, según el relato bíblico.

Por ello, el Rey David compra la Colina de Moria y su hijo, el Rey Salomón construirá allí el Primer Templo de Jerusalén a mediados del siglo X A.C.

En realidad, no es exacto que esa roca podamos verla hoy día. Sobre ella se construyó en el año 691 de nuestra era el famoso Domo de la Roca o popularmente hablando: la Cúpula Dorada, monumento que recuerda el ascenso de Mahoma al cielo al final del vuelo nocturno que hace sobre su caballo El Burak desde la Meca hasta la «Mezquita más lejana», pasando por la ciudad de Medina, dando así comienzo al islam.

En el año 2000 a causa de la revuelta árabe llamada «intifada», deciden las autoridades musulmanas prohibir el ingreso tanto al Domo de la Roca como también a la Mezquita de Al Aqsa a quien no sea musulmán o invitado especial.

En otra nota futura podremos hablar un poco más sobre este tema, y sobre la verdadera ubicación de la «Mezquita Extrema» por el momento lo importante es entender el porqué de la construcción de ambos Templos de Jerusalén en este sitio y sobre todo el porqué de la destrucción de ambos y no por casualidad en el mismo día: 9 del mes de Av.

Quienes llevamos más de 25 años de casados, sabemos que no es suficiente traer un ramo de flores a su esposa, más importante es el beso que llega con el ramo, si me permiten la comparación.

Así en Jerusalén. Lo importante no es el edificio del Templo, sino la conducta del pueblo.

Y en esto fallamos…

Entendemos que durante la época del Primer Templo el pueblo se descarrila y cae en dos grandes pecados: la idolatría y las malas habladurías.

En el caso del Segundo Templo, cuya construcción comienza 70 años después de la destrucción el primero, el «odio gratuito» (sinat jinam).

De estos tres pecados, el de idolatría hoy día no es relevante. Pero quedan aún dos no menos imperdonables por Hashem: las malas lenguas y el odio gratuito.

Incluso, para los lectores y/o estudiosos de los Evangelios, estas palabras no son ajenas. Vemos como en su momento Jesús predica en contra de esta conducta, recordando al pueblo las palabras de advertencia de los distintos profetas.

De nada sirvió y el día 9 del mes de Av del año 70 de nuestra era, el Segundo Templo es destruido.

Pero estas destrucciones son solo un ejemplo de lo acontecido en esta fecha. No menos importante es la lección: no debemos vivir con actitudes «quejosas», Hashem nos escucha todo el tiempo. Si nos la pasamos quejándonos le estamos dando a entender que nos gusta quejarnos, y si nos gusta quejarnos pues el Altísimo nos proveerá de motivos para quejarnos.

En el calendario Gregoriano esta fecha corresponde este año al próximo jueves 30 de Julio.

¡Hashem nos bendiga y permita convertir este día en un día de alegrías!

Gustavo Waisman es licenciado en Ciencias de la Educación y Filosofía, y guía de turismo en Israel.

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