El Ministerio de Salud anunció hoy, domingo, que en las veinticuatro horas de ayer se detectaron 2.596 nuevos casos de COVID-19, tras haberse llevado a cabo 26.817 pruebas para diagnosticar el virus, lo que arroja un porcentaje de positivos del 10%.
Por lo general, los fines de semana suelen llevarse a cabo menos pruebas de diagnóstico que durante los días hábiles.
Actualmente, se han confirmado 72.026 casos activos en el país, entre ellos 1.814 enfermos que han sido internados en hospitales y de esta cifra 1.162 pacientes en grave estado, de los cuales 383 están en condición crítica y 298 asistidos por respiradores artificiales.
En total, 4.745 israelíes han muerto desde que comenzó la pandemia en el país. El sábado fallecieron por esta causa 23 personas. Más del 25 % del total de los decesos por COVID-19 se han registrado solamente en este mes de enero.
El director general del Ministerio de Salud, Chezy Levy, ha expresado que el confinamiento nacional aplicado para detener los contagios ha tenido un impacto, aunque a un ritmo “lento y decepcionante”.
Aunque más de tres millones de personas (alrededor del 30 % de la población de Israel) han recibido al menos la primera dosis de la vacuna contra el COVID-19 y más de 1.700.000 personas también la segunda; Levy lamentó que las últimas estadísticas de la cartera de Salud muestran que el confinamiento actual aún no ha generado una caída dramática de los contagios.
Las autoridades sanitarias creen que la mutación británica se está propagando rápidamente en el país, y se estima que es responsable de un 50 al 70 por ciento más de los contagios que la cepa original, y en consecuencia, sería una de las causas del pobre resultado del confinamiento.