Los últimos jueces del último tribunal judío en Marruecos

Sinagoga Ibn Danan en Fez Marruecos Foto: Mx Granger Wikimedia CC0

El tribunal rabínico de Casablanca, el último de Marruecos y del mundo árabe, ha cumplido más de cien años y todavía sigue activo pese a la cada vez más menguante comunidad judía del país magrebí, que no supera las mil personas.

Legislar matrimonios, divorcios y herencias ha sido históricamente la labor de estos «jueces hebraicos» con jurisdicción únicamente en el ámbito civil, ya que en lo penal los judíos marroquíes dependen de los tribunales ordinarios.

Hubo en el pasado tribunales judíos repartidos en muchas ciudades del país dado el peso de esa comunidad, que con sus 250.000 personas estuvo entre las más abundantes del mundo árabe, aunque fue menguando con la emigración de los judíos a Israel y a otros países.

Hoy no queda en Marruecos ni un millar (mil) de judíos residentes; en consecuencia, también sus tribunales han sufrido el paso del tiempo y solo queda una «cámara hebraica» en Casablanca -donde ejercen siete magistrados- y otro juez en Tánger, que dependen ambos de los tribunales civiles marroquíes.

EL JUEZ, LA PAREJA Y FACEBOOK

El presidente de la cámara de Casablanca, David Haddad, cuenta que los jueces judíos basan sus sentencias en una legislación única en el mundo y recopilada en el libro «El juicio hebraico en la comunidad de Marruecos».

Escrito en hebreo hace setenta años por un grupo de rabinos, este libro específico del judaísmo marroquí recoge una serie de «takanot» (reparaciones) cuyos criterios pasan a veces por encima de los que establece la propia Tora.

Como en los demás sistemas jurídicos, Haddad subraya que su labor pasa por propiciar procesos de conciliación en conflictos familiares para evitar divorcios, no siempre con éxito.

Cita el caso de un ciudadano judío que interpuso hace tres años un recurso contra su mujer para reclamarle que dejase de hacerse fotos y selfies sin su familia y colgarlas luego en su cuenta en Facebook, o que no vistiera ropa provocativa ni acudiera a clubes de deporte mixtos.

Fue idea del juez obligar a los dos cónyuges a firmar un compromiso para dejar sus teléfonos móviles y sus cuentas en Facebook abiertas para que cada uno de los dos tenga derecho a consultarlos. Pero los problemas y los celos volvieron a resurgir, y aún hoy la pareja sigue pleiteando ante el tribunal casablanqués, incluso siendo ella residente en Francia.

Pero los matrimonios y divorcios no constituyen el grueso de los 100 casos que fueron resueltos en 2020 por Haddad y sus colegas, pues la mayoría son litigios relacionados con testamentos y herencia.

Rodeado de libros antiguos y expedientes polvorientos amontonados en diferentes estanterías, Haddad consulta en su despacho otro caso de herencia que le pide mayor esfuerzo de jurisprudencia.

«Una pareja dejó un testamento para dividir a partes iguales la herencia entre sus tres hijos, pero cuando murió el padre su mujer redactó otro testamento en el que excluye a uno de los hijos de la herencia», explica el juez, que tiene que dirimir ahora cuál de los dos testamentos tendrá que aplicar.

Las audiencias se celebran en primera instancia en uno de los despachos de la cámara hebraica en presencia de tres jueces, pero en apelación se trasladan a una sala más grande.

Los jueces judíos están totalmente integrados en el sistema judicial marroquí, en el que son funcionarios, reciben los alegatos de la fiscalía, redactan sus autos en lengua árabe y los pronuncian «en nombre de su majestad el rey», adquiriendo la misma fuerza ejecutoria que cualquier sentencia en el país.

JUECES Y RABINOS AL MISMO TIEMPO

Además de su función de magistrados, los jueces judíos son también rabinos que asumen otras funciones religiosas y comunitarias.

José Israel, uno de los jueces judíos marroquíes, es al mismo tiempo el Gran Rabino de Casablanca, y entre sus funciones está la de oficiar «bar mitzva» y practicar circuncisiones.

Estos jueces rabínicos otorgan también las certificaciones kosher a los productos alimentarios que siguen las directrices judías, y supervisan las operaciones de sacrificio ritual de ganado o de pollo en diferentes días de la semana.

Y para cada acto ceremonial o ritual el juez rabino debe disponer de un diploma ad hoc.

Estos rabinos tienen también la tarea de homologar como «kosher» los productos alimentarios que se exportan al mundo, una tarea que adquirirá mayor importancia ahora que Marruecos e Israel han firmado la normalización de relaciones diplomáticas el pasado 10 de diciembre.

Las costumbres y el patrimonio judío marroquí siguen vivos en el país magrebí pese a la reducida comunidad judía, gracias por una parte a la diáspora judía que ha mantenido sus vínculos con su país de origen, y sobre todo a una clara voluntad de la monarquía alaui de preservar esa herencia.

No por nada que toda la comunidad judía de origen marroquí siempre evoca la protección que les han brindado históricamente los reyes de la dinastía alauí. EFE

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