La otra epidemia

8 marzo, 2021 ,
Siluetas representando saludable, sobrepeso, y obeso - Foto: Wikipedia - Dominio Público

Hay avances importantes en la lucha contra el coronavirus. Así en USA, el país más afectado del orbe, la gestión Biden ha multiplicado rápidamente el número de vacunaciones diarias. Los datos de Israel, que se ha convertido en el líder internacional en vacunación y en el “laboratorio” del mundo con más del 50% de la población ya vacunada, son muy alentadores. Las vacunas y las restricciones funcionan. La incidencia del virus en la población vacunada, es mínima.

Hay muchísimo por hacer, sobre todo garantizar que la vacuna llegue a los 130 países del mundo en desarrollo, que carecen de ella. Que como pide el Papa Francisco, y la ONU, que “nadie quede afuera”.

Junto a esta epidemia hay otra, la “disparada de la obesidad”.

Se estima que hay 2000 millones de personas con sobrepeso, y 700 millones de obesos. Según la OMS se triplicaron desde 1975, y se quintuplicaron en los niños. Es una enfermedad de graves consecuencias. Entre otros impactos, es responsable del 35% de los ataques cardiacos, del 55% de los casos de hipertensión, del 90% de los de diabetes 2, y causa más de una docena de canceres. Es la quinta causa de muertes. Perecen por esta epidemia, cinco millones de personas por año. Se pronostica que de continuar las tendencias aumentará no menos de un 30% en las dos próximas décadas.

Es una de las precondiciones desfavorables que aumentan el riesgo de contraer el Coronavirus, e influye en su criticidad. Las ciencias médicas dicen que en muchos casos, hay lo que llaman “sindemia”. El virus interactúa con otras enfermedades preexistentes. Entre las centrales está la obesidad.

Entre las causas que están generando el veloz ascenso de esta epidemia destacan la prevalencia de los llamados “alimentos basura”, y los altos niveles de sedentarismo.

The New York Times refiere sobre USA: “Más de la mitad de las calorías que el americano promedio consume vienen de alimentos ultraprocesados, que combinan grandes cantidades de azúcares, sales, grasas y otros aditivos”. Son los típicos alimentos del “fast food” muy representados por comidas como las gigantescas hamburguesas con papas fritas. Con frecuencia están acompañadas con bebidas gaseosas, sin valor nutritivo alguno y aportantes en gran escala de azúcares. Lo mismo sucede en muchos otros países. La OMS viene previniendo que estas dietas son totalmente antisaludables, y proobesidad. Entre otros aspectos resalta que las grasas ultrasaturadas que se consumen a través de ellas dañan las arterias y acortan la esperanza de vida.

Una propaganda muy agresiva especialmente enfocada en los niños presiona por estos consumos. Combinada con las muchas horas de TV diarias, produce en los niños una “tormenta perfecta” antisalud.

Estudios recientes muestran asimismo que los alimentos ultraprocesados producen “adictividad”. Las cifras muestran que los más afectados por el sobrepeso y la obesidad son los estratos más pobres. Tienen menos defensas ante la descomunal ola publicitaria, y la dieta saludable como frutas y verde, es más cara.

La obesidad no es un destino inexorable. Se puede enfrentar con políticas públicas que promocionen alimentos saludables, y los pongan al alcance de los desfavorecidos, con restricciones al marketing salvaje, con estímulos a la actividad física regular, y otras estrategias aconsejadas por la OMS.

Así como lo hizo contra el tabaquismo, la sociedad civil toda debe movilizarse exigiendo políticas regulatorias antiobesidad, responsabilidad social a la industria alimentaria y presionando activamente por cambios de fondo en la situación actual. Está en juego el bien público más preciado, la salud.

(*) Asesor de diversos organismos internacionales. Doctor Honoris Causa de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Premio Internacional CORRESPONSABLES de España 2020. [email protected]

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