La región del Indo-Pacífico. Imagen: Vardion Wikimedia Commons CC BY-SA 4.0i

El mundo es un lugar cada vez más inestable. Esto se refleja en la forma en que están cambiando las cadenas de suministro, un pilar del mundo globalizado. Cada vez más países están considerando alejarse de su dependencia de China hacia la región del Indo-Pacífico, que tiene una población y economías en crecimiento. Este proceso se acelerará a medida que se multiplican las diferencias entre Occidente y China.

La pandemia de COVID-19 intensificó la discusión sobre el cambio de las cadenas de suministro globales. Esta noción estaba ya presente antes de la epidemia, cuando las tensiones con China crecían en varios frentes: comercio; las ambiciones geopolíticas de Beijing relacionadas con su proyecto insignia, Belt and Road Initiative (BRI) [Nueva Ruta de la Seda]; cuestiones relacionadas con Hong Kong; y problemas étnicos en Xinjiang y Tibet. La tendencia está creciendo en intensidad a medida que los desacuerdos de Occidente con Beijing se acercan a lo insuperable.

En este difícil año, Occidente se ha dado cuenta de lo vulnerable que es a las cadenas de suministro que se centran principalmente en China. Para prepararse para futuras interrupciones es conveniente que Occidente evalúe la posibilidad de reorientar las cadenas de suministro de los principales productos hacia países geopolíticamente cercanos.

Un desarrollo interesante en la retórica de Occidente en el curso del manejo de la pandemia por parte de Beijing es su desilusión casi total con el sistema de gobierno de China. Esto hizo que los llamados a reorientar las cadenas de suministro hacia países democráticos fueran más insistentes. Como ha quedado claro, al menos en la medida en que sugiere la retórica, la democracia ahora importa tanto o incluso más que el acceso a una mano de obra barata.

A Occidente le gustaría redirigir la producción de cuatro productos principales —semiconductores, automóviles, productos farmacéuticos y telecomunicaciones— fuera de China.

Podría decirse que los países más atractivos que podrían beneficiarse de esta reorientación de las cadenas de suministro se encuentran en la región Indo-Pacífico. Hogar de más de la mitad de la población mundial y algunas de las economías de más rápido crecimiento, esta región es un factor determinante en la cambiante geopolítica global.

Por supuesto, India viene a la mente, pero otros países como Vietnam, Indonesia, Malasia y otros son buenos candidatos. Tienen una fuerza laboral relativamente experimentada y sus objetivos geopolíticos se alinean principalmente con las ambiciones occidentales en el Indo-Pacífico.

Dos cosas ayudan a definir las cadenas de suministro. Una es la disponibilidad y la segunda es el precio. En ambas áreas destaca la región del Indo-Pacífico.

Lograr este cambio requeriría esfuerzos tanto de Occidente como de los gobiernos de la región del Indo-Pacífico. Quizás deberían reunirse foros para diseñar una estrategia común para la redirección de suministros. Esto será difícil, ya que aumentará la presión de China. Requerirá tiempo y coherencia por parte de los actores potenciales, ya que un realineamiento de intereses implica desarrollar capacidades de mercado y realizar mejoras en las esferas macroeconómicas.

Pero las tendencias e intenciones geopolíticas de los Estados de la región son prometedoras. Por ejemplo, el 1 de septiembre Australia, India y Japón se comprometieron a construir cadenas de suministro resistentes en la región como resultado de la pandemia. No es sorprendente que estos países también estén trabajando en una asociación geopolítica más estrecha, la QUAD [Diálogo de Seguridad Cuadrilateral], para contrarrestar los movimientos de China.

Otra zona con una mano de obra barata y con experiencia es la región que contiene Ucrania, Moldavia, Bielorrusia y el sur del Cáucaso. Distantes de China y, por tanto, de su influencia geopolítica directa y cercanos a Occidente, estos países cuentan con un total de aproximadamente 70 millones de habitantes. Las conexiones relativamente bien desarrolladas por carretera, ferrocarril y marítimas con Europa podrían facilitar la reorientación de las cadenas de suministro. Además, la región está estrechamente alineada con los estándares occidentales, tanto geopolítica como burocráticamente (excepto Bielorrusia y, hasta cierto punto, Azerbaiyán).

Una tercera región podría ser África. Tiene una fuerza laboral enorme y barata, pero carece de experiencia y los países del continente no cuentan con las infraestructuras ferroviarias y portuarias necesarias. Además, África es notoriamente inestable y vulnerable a la interferencia externa.

Debe enfatizarse que el ímpetu para hacer este cambio no fue solo el reciente comportamiento de China, sino la incapacidad general de las cadenas de suministro modernas para resistir presiones exógenas (en este caso la pandemia). Muchas de las cadenas de suministro mundiales de hoy se desarrollaron durante el período de globalización de las décadas de 1980 al 2000, una época de caída de las barreras comerciales y costos de transporte. Sin embargo, como se señaló, comenzaron a ser cuestionados incluso antes de la COVID-19. Las fuerzas geopolíticas, tecnológicas y económicas habían comenzado a redefinir la noción misma del concepto de globalización. Las guerras arancelarias y el creciente proteccionismo en todo el mundo son solo un par de ejemplos.

La cambiante dinámica en torno a las cadenas de suministro indica que en medio de la fusión de empresas y una geopolítica de sangre fría, la industria privada y los gobiernos tienen incentivos para reubicarse. La apariencia exacta de una cadena de suministro pospandémica resistente y segura depende de las especificidades del sector industrial, la ubicación, la red de fabricación y muchos otros factores.

Los crecientes pedidos de reubicación de las líneas de suministro no se refieren a una rápida desglobalización, como muchos creen. El comercio de bienes puede verse sometido a presiones e incluso crisis de diversos tipos, pero el panorama general es que más allá de los bienes físicos y las materias primas, los servicios, las ideas, los datos y la información se intercambian en un mercado comercial global. La globalización continuará, el mundo seguirá interconectado y las crisis en un solo lugar influirán en territorios lejanos. Es solo una cuestión de qué tan lejos de China se moverán las principales industrias. Las tendencias indican que el proceso se acelerará y muchos seguirán la decisión de Japón de retirar de China continental sus principales empresas.

Fuente: BESA Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos

Emil Avdaliani es profesor de historia y relaciones internacionales en la Universidad Estatal de Tbilisi y en la Universidad Estatal de Ilia. Ha trabajado para varias empresas consultoras internacionales y actualmente publica artículos sobre desarrollos militares y políticos en el antiguo espacio soviético y publica regularmente varios trabajos con BESA sobre desarrollos militares y políticos en Eurasia.

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