La Corte Suprema de Justicia dictaminó hoy que los convertidos al judaísmo por rabinos reformistas o conservadores pueden acogerse a la ley que permite obtener automáticamente la ciudadanía israelí.
La decisión originó un rechazo inmediato entre la ortodoxia, dominante en cuestiones de religión y familia, que sigue un debate de décadas sobre las implicaciones civiles que tiene ser reconocido como judío para el Estado de Israel.
El Alto Tribunal ya sentó un precedente en 2005 al ordenar reconocer todas las conversiones al judaísmo, incluidas las no ortodoxas, lo que afectó a la llamada Ley de Retorno (1950), en virtud de la cual todo descendiente de madre judía y, hasta ese momento, los conversos según las normas de la ortodoxia, podían optar a la ciudadanía israelí.
El dictamen de hoy, aprobado por la mayoría del panel de jueces, responde directamente a la petición que hicieron hace quince años doce demandantes a quienes el Ministerio del Interior rechazó el derecho a la ciudadanía.
«Los demandantes vinieron a Israel y pasaron por un proceso de conversión en una comunidad judía reconocida y pidieron unirse a la nación judía», señaló la presidenta de la Corte, Esther Hayut, en el fallo.
Debido a la influencia de los partidos políticos de la minoría ultraortodoxa, Israel no reconocía hasta entonces a los rabinos reformistas o conservadores y las conversiones que practicaban debían ser ratificadas por una corte rabínica ortodoxa.
Naftali Bennett, del partido Yamina (Derecha),to acusó a la Corte de «interferir en las decisiones del Gobierno», y la formación ultraordoxa Shas lo calificó de «error» y alertó de que «causaría controversia y una ruptura severa entre la población».
La líder del Partido Laborista, Merav Michaeli, elogió la decisión, así como Yair Lapid, que pidió poner fin a «una situación en la que Israel es la única democracia en el mundo en la que no hay libertad religiosa para los judíos». EFE y Aurora