La centro-izquierda israelí se reinventa de cara a los nuevos comicios

Amir Peretz Foto: Knéset

Los partidos que componen el centro-izquierda e izquierda afrontarán las elecciones del próximo 17 de septiembre con nuevos líderes y posibles alianzas que, esperan, les permitan renacer de las cenizas tras la derrota sufrida en los comicios de abril.

El Partido Laborista, tradicionalmente protagonista en la política israelí, se hundió en esa cita electoral, pasando de ser el miembro principal de un bloque con 25 parlamentarios a su mínimo histórico de tan solo seis asientos, lo que desencadenó la inmediata renuncia de su líder, el empresario Avi Gabbay.

Meretz, la facción sionista más de izquierda, apenas logró cruzar el umbral de votos necesarios para acceder al Parlamento (3.25%), al que entró con el mínimo de cuatro escaños, en parte, gracias al apoyo que recibió de votantes árabes desencantados con la fragmentación que tuvo lugar entre sus formaciones.

Recientemente los dos partidos celebraron primarias para definir sus listas de candidatos de cara a los nuevos comicios de septiembre (forzados por el primer ministro en funciones, Benjamín Netanyahu, tras fracasar en la formación de Gobierno) y ambos optaron por cambiar a sus líderes.

En el caso laborista, el elegido fue Amir Peretz, de 67 años, ex ministro de Defensa y representante de la vieja guardia del laborismo, que ya lideró partido entre 2005 y 2007.

Meretz escogió a Nitzán Horowitz, un ex periodista televisivo de 54 años que se convirtió así en el primer líder abiertamente homosexual de un partido israelí en la Knéset (Parlamento).

Los nuevos candidatos aportan una bocanada de aire fresco a los votantes del sector, que sumó aún más optimismo con el lanzamiento formal del Partido Democrático de Israel, liderado por el ex primer ministro y ex titular de Defensa Ehud Barak.

Este ex mandatario, que ya desbancó a Netanyahu en las elecciones de 1999, trata de perfilarse como líder de un potencial gran bloque de centro-izquierda que pueda hacerle frente junto a la formación centrista Azul y Blanco, que en abril obtuvo casi tantos votos como el Likud del apodado “Bibi” Netanyahu.

Ese bloque de centro-izquierda, sin embargo, parece haber sido desechado tras el anuncio el pasado jueves de Peretz de que el laborismo se aliaría con Orly Levi-Abekasis, líder del partido de centro-derecha Gesher, y de que descartaba una unión con Meretz.

Barak inmediatamente lamentó la decisión y dijo que esperaba fuera reversible puesto que podía ser la estocada final para el Partido Laborista.

Otro sector de la política israelí al que se suele contabilizar como parte de un potencial bloque de izquierda es el de los partidos de los ciudadanos árabes residentes en Israel.

Tras su alianza en la elecciones del 2015, donde formaron la Lista (Árabe) Conjunta y obtuvieron 13 escaños, en los comicios de este año participaron divididos en dos bloques y se enfrentaron a un boicot electoral árabe, lo que los dejó con solo 10 diputados y con uno de los bloques alcanzando por un pelo el mínimo de votos para tener diputado.

De cara a septiembre, las negociaciones para revivir la Lista Conjunta parecen paradas, aunque aún tienen tiempo de intentar reflotarla hasta el 1 de agosto, cuando se acaba el plazo de presentación de las listas.

«Estoy preocupada por el futuro de la izquierda en Israel», confesó Zehava Galón, ex líder de Meretz, que agregó que para este sector de la política «son días muy difíciles» y que «parte de la lucha contra la derecha consiste en organizar una coalición en la oposición».

Ksenia Svetlova, ex miembro del Parlamento por la alianza de centro-izquierda Unión Sionista, explicó que «si la centro-izquierda no se une, al menos uno de los partidos no va a alcanzar el mínimo de votos, quedándose fuera y generando un daño importante», aunque advirtió que «no hay razón para pensar que habrá un cambio significativo en los resultados que puedan obtener dado el poco tiempo que habrán tenido para prepararse para la nueva elección».

Dahlia Scheindlin, experta en opinión pública israelí, cree que una alianza podría aportar motivación a sus seguidores pero duda de que tal bloque pueda atraer a votantes de centro-derecha que necesita la centro-izquierda para soñar con un triunfo. Las posibilidades de que esto ocurra son pocas, considerando que necesitan quitarle seis escaños a la derecha y, aún así, sería difícil formar gobierno con los partidos árabes.

Mientras la centro-izquierda se reformula y se define sus alianzas, los partidos de derecha no pierden el tiempo y buscan también construir bloques que les permitan no desperdiciar votos, negociando uniones entre partidos religiosos y derechistas, tal como sucedió previo a los comicios de abril. EFE y Aurora

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