Benjamín Netanyahu visita el Valle del Jordán Foto archivo: Moshe Milner GPO

Algunos analistas y exfuncionarios que pasaron por la Oficina del Primer Ministro sugieren que una parte de la sofisticada doctrina política Benjamín Netanyahu, podría resumirse en la siguiente frase: “¿Por qué decidir hoy cuando puedes hacerlo mañana?”.

Es así como se aproxima la finalización del plazo -fijado para el lunes 24 por la medianoche- para aprobar el presupuesto, y su partido, el Likud, se resiste a cumplir con el pacto que fue acordado con Azul y Blanco al establecer el gobierno de coalición, lo que obligaría al país a nuevas elecciones, las cuartas en un año y medio.

Es cierto que Netanyahu quiere mantener en sus manos la posibilidad de disolver la Knéset (Parlamento), una capacidad que parece escapársele de las manos si se aprueba el presupuesto bianual como pretende Azul y Blanco.

Pero el drama en torno a la posibilidad de empujar al país a nuevos comicios parece ser otra saga teatral en el intrépido y tortuoso liderazgo que caracteriza al titular del Ejecutivo.

Basta recordar la polémica general generada alrededor de la promesa electoral de anexar partes de Judea y Samaria (Cisjordania), que según los analistas jamás intentó verdaderamente cumplir. De hecho, nadie vio ningún mapa -ni siquiera las Fuerzas de Defensa de Israel-. Y el famoso comité estadounidense-israelí que debía esbozarlo probablemente nunca existió. El ficticio “Día de la Anexión”, el primero de julio pasado, destacada por el periodismo mundial con bombos y platillos, fue en realidad otra jornada más del calendario que pasó sin pena ni gloria.

Ciertamente, las promesas de anexión de Netanyahu enfervorizaron a israelíes y palestinos, por igual, y el país supo ser condenado a nivel internacional por abandonar supuestamente la solución de dos estados.

Pero, la magnífica actuación del primer ministro fue premiada por los Emiratos Árabes Unidos que acordaron normalizar las relaciones con Israel bajo el justificativo de que, con esa movida, el Estado judío abandonaba a cambio su elusivo proyecto de anexión.

Por supuesto, que el acuerdo allana la venta de aviones de combate ultramodernos norteamericanos F-35 para la Fuerza Aérea de Abu Dabi, abriendo un interrogante sobre la supremacía aérea israelí en el Oriente Medio. Pero ese detalle es parte de otra discusión

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