Juan Gil desvela la lucha a muerte en el seno del clero marchenero a causa de los judeoconversos

Escudo de la Inquisición en el templo de Santo Domingo. Marchena

Don Juan Gil, miembro de la Real Academia de la Lengua Española y uno de los expertos más importantes de España y autor del libro «Los Judeoconversos y la Inquisición en Sevilla», desvela el conflicto dentro del clero de Marchena en 1525 en base a una carta del sacerdote de Marchena Francisco García, con el trasfondo del conflicto aún latente de los judeoconversos o cristianos nuevos.

Tumba de Rodrigo Ponce de León

Según expresa Juan Gil. «El interés de esta carta estriba en que revela que en Marchena se había entablado una guerra a muerte entre el sacerdote Francisco García y los demás miembros del clero de la ciudad, incluido el vicario: la llamada por él cofradía». El documento se refiere a la llegada de los dominicos, y al templo de San Miguel y está dirigido a Rodrigo Ponce de León y Ponce de León, I Duque de Arcos enterrado en el convento dominico de Marchena.  La carta se conserva en el Archivo Histórico Nacional, Osuna, legajo 175, D, 2. Se trata de una carta muy interesante del sacerdote Francisco García, escrita el 21 de enero de 1525 y dirigida al duque de Arcos.

Este Duque se relacionaba en la corte de Juan II y Enrique III, gracias a su suegro Juan Pacheco, Marqués de Vilena, con famosos judíos como el médico del Rey Alonso Chirino y su hijo Diego de Valera, con quienes realiza compra venta de esclavos  judíos y musulmanes, tras apresarlos en el estrecho de Gibraltar, cuando el Marqués de Cádiz era propietario de esta ciudad portuaria.  Pedro Cabrón, uno de los conversos más célebres por traicionar y robar a los judíos en 1492 cuando fueron expulsados de España, también hacía negocios con Rodrigo Ponce de León desde Cádiz hacia las costas africanas y hacia Portugal con cuyo Rey tuvo tratos.

Marchena conserva algunas tradiciones  medievales, una de ellas la torta de hojaldre, o torta de manteca, que en Izmir llaman boyos de Izmir y que se sabe claramente que lo llevaron desde España las familias judías expulsadas en 1492 y aún la tienen entre sus tradiciones más queridas.

El mismo Juan Gil estudió y publicó el  listado de personas reconciliadas en Marchena en 1495 entre los cuales había altos cargos de la Casa del Duque de Arcos. También sabemos por una carta de la Inquisición que el Señor de Marchena acogía a judíos tras encenderse las primeras hogueras en Sevilla, y miembros de la familia Susán y otros notables judíos sevillanos vinieron a Marchena que fue un importante foco de judaísmo en la provincia sevillana, dando origen al apellido Marchena, que está extendido por América.


El contenido de la carta analizada por Juan Gil

«En la casa del duque, dos escribanos aseguraron a uno de los cofrades que conseguirían que el duque expulsara finalmente de la “casilla” de San Miguel y hasta de Marchena a su mortal enemigo. Los conjurados no iban a la iglesia de García, pero se reunían en la huerta de San Miguel, donde un Benjumea –un apellido conocido en la Marchena de aquella época- se atrevió a echar pestes del sacerdote, “hijo de la tal que lo parió”. Para colmo, eran ellos los que tenían la llave de la iglesia, con lo que nuestro cura se hallaba expuesto sin remedio a cualquier insidia» expresa Juan Gil.

El sacerdote Francisco García pretendía obtener del Duque la entonces pequeña ermita y huerto del  cerro de San Miguel donde acogía a pobres y hoy es una parroquia y sede de la Hermandad del Nazareno.  García se presentó a sí mismo como un Jesús redivivo. Se atrevió a decir que el huerto de San Miguel podría ser un trasunto del huerto de Getsemaní, si la facción contraria llevaba a cabo sus siniestros designios y le daba muerte.

Según García todos sus rivales tenían sangre judía en las venas, mientras que él, libre de mácula, era un verdadero martillo de la Sinagoga.  Otra vez, por tanto, «se repetía en Marchena el drama de Jerusalén: un nuevo Cristo -el sacerdote- se enfrentaba a una taifa de hombres desalmados» expresa Juan Gil.

No contentos con haber obstaculizado por todos los medios la concesión de la “casilla” o ermita al sacerdote, al ver el fracaso de su plan urdieron una conjura más sofisticada: “uno de ellos” fue a visitar al dominico fray Alonso de Zayas y le ofreció el terreno de la casa para que su Orden erigiese en él un convento: la manera más limpia y eficaz de deshacerse del enemigo por su expulsión.

«¡Ojalá viniesen pronto a Marchena los frailes predicadores!, observó irónicamente García al comentar ese ofrecimiento al duque, pues con su llegada se establecería el tribunal del Santo Oficio, empezarían a arder los huesos de los conversos enterrados en el cementerio (cristiano, por supuesto) y colgarían en la iglesia los sambenitos de los penitenciados» expresa Juan Gil.

La historia de España resumida en un edificio

Santo Domingo de Marchena fue fundado por Rodrigo Ponce de León, I duque de Arcos Alguacil Mayor de la ciudad de Sevilla y amigo del Arzobispo de Sevilla y confesor de la reina Isabel la Católica y protector de Colón, Diego de Deza.

El duque firma en 1520 un acuerdo con el provincial de la Orden Dominica Fray Domingo de Melgarejo, sobre los bienes y posesiones heredadas del clérigo Bartolomé Sánchez Bonilla con el apoyo de Diego de Deza t Baltanás.

El provincial de los dominicos Fray Domingo de Baltanás aconsejó al I Duque de Arcos quien tenía necesidad de un heredero que no llegaba, hacer un voto a San Pedro Mártir. Si llegaba el hijo que esperaba prometió reconstruir el convento en un mejor sitio y mantener 20 religiosos. Baltanás terminó condenado por la Inquisición por tocamientos impuros a 80 monjas.

Se conservan cartas entre el I Duque de Arcos y Diego de Deza tratando sobre el levantamiento de los Moriscos de la calle Feria en 1521.

En 1535  aún no se habían iniciado las obras por lo que los frailes de la orden Dominica en Marchena decidieron presentar un recurso ante la Reina Isabel de Portugal, emperatriz y esposa de Carlos V.

La reina despachó una cédula real por la cual removiendo todo impedimento, manda que el referido Don Juan Arias de Saavedra gobernador del estado de Arcos prosiga y finalice la construcción del convento de San Pedro Mártir y pague a sus religiosos.

Los dominicos fundan en Santo Domingo la hermandad del Cristo de San Pedro cuyo hermano mayor Bartolomé Marradón, médico viaja a México recién conquistado con la participación de Francisco de Mesa, vecino de Marchena y artillero de Hernán Cortés. Este cristo es muy similar al de la Veracruz de Carmona, que fue traído de México, donde fue hecho por los indígenas, adiestrados por los frailes franciscanos.

* Director Revista Saber Más
www.revistasabermas.com

Compartir
Subscribirse
Notificarme de
guest
0 Comentarios
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios