Hashem-Israel. El pacto a eternidad.

1 agosto, 2021
La Biblia de Gutenberg - Foto: Wikipedia - CC BY-SA 2.0

Ékeb. Pacto asimétrico.

En el capítulo semanal de la Torá o parashá leído este Shabat, Moisés recuerda a los hijos de Israel, las condiciones del pacto entre D’os y ellos. Y pidiendo auxilio al diccionario encontramos que la palabra «pacto» se define como un acuerdo entre dos o mas personas que obliga a ambas a cumplir una serie de condiciones.

Por otro lado, un acuerdo entre el infinito y un ser humano limitado, obviamente es un pacto asimétrico que se explica como falta de simetría, es decir, la diferencia relacionada con respecto a un atributo o un conjunto de atributos observables. Y también podría entenderse como diferencia, desigualdad o inequidad, aunque no son totalmente sinónimos.

Para limar esta arista conflictiva, Hashem mismo aclara en ciertas partes de la Torá que siempre hará prevalecer su atributo de bondad y tolerancia, por encima de su atributo de rigor o severidad.

Es por este camino que la divinidad, trata de poner el pacto y acuerdo de las exigencias de Hashem (cumplir sus mitzvot o preceptos) en un plano posible para la otra parte, que siempre estará sujeta o encadenada a un cuerpo físico y sus apetencias, y a un Yetzer Hará (mal instinto) o el incansable probador, que adopta mil disfraces y ropajes para tentar al hombre que no puede percibir en forma directa a D’os quien se encuentra oculto detrás del velo que nosotros llamamos naturaleza.

Pacto y «la caja chica».

Cuando al inicio del capítulo el famoso comentarista Rashí (1040-1105 Troyes-Francia) explica: «Y como consecuencia de que escuchen. Si los preceptos ligeros que el ser humano suele pisotear con sus talones (Ékeb) ustedes escuchan»…entonces.

Entonces, para la Torá no hay preceptos ligeros y otros que no lo son, y aún otros dicen que no hay preceptos ligeros, y que se refiere a ciertos aspectos o detalles de su cumplimiento que las personas suelen pasar por alto o soslayar.

Para finalizar este segundo bloque, según la cosmovisión judía no existe la famosa «caja chica». Es decir, mandamientos grandes e importantes y otros pequeños o prescindibles o postergables. O detalles menores, que pudieran descartarse u obviarse.

Resulta claro que la lógica humana no cuaja o encastra con la idea del Todopoderoso, del valor de la tarea asignada a la persona, que, como siempre se aclara es para el propio bien del ser humano.

La base del pacto.

Se encuentra en el mérito de los Patriarcas del pueblo hebreo (Abraham, Isaac y Yaakov), que representan respectivamente los atributos del jesed o bondad, el rigor, y la verdad (Emet), este último un equilibro entre los dos primeros.

En forma expresa se aclara que D’os mantiene su fidelidad al pueblo judío por el mérito de este trío que se constituyen (por su fidelidad y devoción) en colosales montañas o fundamentos y podríamos agregar los cimientos o las bases de la nación judía, y no por algún mérito de los hijos de Israel (etiquetados de rebeldes y testarudos).

Es decir, no hay lugar para el orgullo, o para sentir aire de superioridad de ninguna clase. Solo la perversión de los pueblos Kenaanítas explica (y añade otro motivo) el apoyo de Hashem para vencer a pueblos numerosos y aguerridos, y concedernos la Tierra de Israel.

Plural y singular. Final

Si pusiéramos atención en la gramática, veríamos que en el mismo versículo o en diversos versículos, se mezcla el lenguaje en singular con palabras que denotan plural. Es decir, el mensaje va dirigido a cada judío individualmente y a la par al conjunto o colectivo. Sin contradicción en esto, la visión judía de un Ser único o Todopoderoso, creador de mundos y galaxias, que, no obstante, se da tiempo y le interesa por el destino de cada uno (fulano o mengano). De otra forma, Hashem no sería omnipresente (presente en todo lugar), omnipotente (el que todo lo puede), y omnisciente (que conoce todas las cosas reales o posibles).

Para finalizar nos dirigimos a Él como padre y como Rey, como cercano y al mismo tiempo como lejano. Solo resta que cada uno de nosotros, podamos sentarnos cómodamente, y repasar con lápiz fino todos los capítulos leídos, en busca de detalles y nuevos significados ocultos.

Cumplir el pacto con D’os es posible, requiere una combinación de amor-temor, y también de constancia y esfuerzo y dedicación. E inclusive la sorprendente capacidad (que no todos expresan) de anular la propia voluntad frente a la voluntad o deseo divino.

Nada se gana fácilmente, sea para este mundo o el venidero, y de cualquier forma, el beneficio es siempre para el propio ben-Adam o persona.

En definitiva, el pacto asimétrico busca por todas las formas, fortalecer y beneficiar al socio más débil de este singular y maravilloso acuerdo de partes.

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