Hacer Aliá en pandemia: “Tengo una hermosa historia para contar a mis nietos”

Por Michelle Dreifus.

Detrás de cada olé que llega a Israel, hay una historia para contar. Pero las singularidades de hacer Aliá en plena pandemia mundial y con el Aeropuerto Internacional Ben Gurión cerrado, hacen que sea una experiencia única. 

Lisandro tiene 36 años. Aterrizó en Tel Aviv el pasado lunes junto a su mujer y sus dos pequeños hijos de 1 y 5 años. La pareja ya había visitado Israel anteriormente en distintas oportunidades, y pensar en hacer sus vidas en el Estado judío los atraía: “Cuando éramos más jóvenes tuvimos ganas de hacer Aliá pero sentíamos que se nos había pasado el tren”, relató el nuevo ciudadano israelí. 

Sin embargo, el proyecto nunca dejó de estar presente y las ganas siempre permanecieron latentes, hasta que finalmente el sueño se hizo realidad: “Es muy emocionante”, afirmó Lisandro desde el hotel donde se encuentra pasando la cuarentena en Tel Aviv. 

La decisión

Lisandro junto a su familia forman parte de la comunidad de “La Casa” ubicada en el barrio porteño de Belgrano. Su singularidad radica en que se trata de una comunidad “dati leumí”, con un fuerte arraigo al Estado de Israel y los valores del sionismo y el judaísmo. El rabino de la congregación es israelí, así como también hay “shlijim” (enviados) que viajan desde el Estado judío a trabajar por la comunidad. “El hecho de participar nos revivió la llama sionista”, expresó Lisandro.

“Hace dos años que veníamos diciendo, de acá a tantos años”, pero la idea nunca terminaba de concretarse. Finalmente, en pleno encierro a causa de la pandemia tomaron la decisión. El 14 de mayo de 2020 hicieron el llamado a la Agencia Judía para abrir su carpeta de Aliá. El mismo día en que se conmemora el aniversario por la creación del Estado de Israel, Lisandro y su familia comenzaron a materializar su sueño.

El camino a casa

Sabiendo que el proceso de Aliá es largo, el objetivo era poder viajar entre los primeros meses del 2021. Finalmente, obtuvieron fecha para el 23 de febrero. Pero el cierre del Aeropuerto Ben Gurión hizo que las cosas no salieran tal como estaban planeadas. 

El vuelo del 23 se canceló, y la nueva fecha disponible era el 28 del mismo mes. Pero el 21 les avisaron que el vuelo que tendrían una semana después tampoco despegaría. El día 23 les ofrecieron una posibilidad de viajar el 24 (al día siguiente), que no pudieron aceptar. Pero el mismo 23 por la tarde les avisaron que el vuelo del 24 también se había cancelado, y que se abriría una nueva posibilidad el 25. La familia aceptó esta oferta, pero el día anterior la historia se volvió a repetir y no pudieron viajar. Finalmente, les informaron que el día 28 abordarían el avión, y lo lograron.

El viaje también fue una experiencia particular. Desde Buenos Aires hicieron un primer tramo hasta San Pablo, y en Brasil abordaron el vuelo charter que finalmente los llevaría a casa. Para el check in debieron completar los formularios de forma manual, y los años del avión se notaban ante la falta de la clásica pantalla en los asientos. Por supuesto que tampoco faltaron los hisopados, uno antes de salir y otro que debían hacer al llegar. Pero esto poco importaba, cada vez faltaba menos para aterrizar en Israel y hacer el sueño realidad.

En el avión viajaban familias de todo tipo, jóvenes y adultos solos, religiosos y laicos, gente que tenía fecha para hacer Aliá durante todo enero y febrero y que hasta ahora no había podido concretar su objetivo. Este vuelo histórico se pudo llevar a cabo después del arduo esfuerzo realizado tanto por la Agencia Judía como por el Keren Layedidut.

Objetivo cumplido

Finalmente llegaron. Todos los nuevos inmigrantes se encuentran actualmente cumpliendo los 10 días de aislamiento absoluto en un hotel. Allí no pueden tener contacto con nadie. Reciben en la puerta de la habitación la comida y las sábanas, y no pueden salir.

“Fue mucha la ansiedad de que suceda, porque se hizo largo, la incertidumbre, las ganas de resolver las cosas, y la emoción de llegar a Israel y ver la bandera y cómo te reciben, y que están dispuestos a ayudarte para que tengas la absorción de la forma más simple”, expresó Lisandro, y concluyó: “No puedo pedir más”.

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