Estonia, el Holocausto casi desconocido

Pese a contar con una de las comunidades judías más pequeñas de toda Europa del Este, la vida hebrea de Estonia desapareció para siempre tras la ocupación del país por los nazis en el verano de 1941, aunque algunos centenares de judíos pudieron escapar con los soviéticos antes de la llegada de los nuevos ocupantes. La Unión Soviética se había anexionado Estonia tras su ocupación en el verano de 1940 y había disuelto todas las instituciones judías; aproximadamente la mitad de la población judía huyó tras la ocupación soviética. Otros centenares de judíos más habían sido deportados por los soviéticos a recónditos lugares del país, tales como Kazajistán y Siberia.


Así describe la Enciclopedia del Holocausto del United States Holocaust Memorial Museum a la comunidad judía de Estonia y cómo se repartía geográficamente: «Estonia es el estado báltico más pequeño y más septentrional. Desde el final de la Primera Guerra Mundial hasta 1940, fue una república independiente. En 1939, los habitantes judíos de Estonia eran aproximadamente 4.500, un porcentaje muy pequeño de la población del país. Casi la mitad de ellos vivían en Tallin, la ciudad capital. El resto vivía en otras ciudades, como Tartu, Valga, Parnu, Narva, Viljandi, Rakvere, Voru y Nomm».

En julio de 1941, ya con la guerra abierta en todos los frentes de batalla del continente para los alemanes, Estonia es ocupada por Alemania y desde los primeros momentos, siguiendo el modelo de lo que había pasado en otras partes de la Europa conquistada a sangre y fuego por los nazis, comenzaron las primeras medidas antisemitas y la persecución sistemática de la vida judía. Los que no lograron escapar hacia territorio soviético o no conquistados por los nazis fueron sujetos a un régimen de restricciones: debieron llevar la estrella amarilla y sus propiedades fueron confiscadas. La llegada de los  terribles Einsatzgruppen, escuadrones formados y entrenados para realizar matanzas en masa, señaló el comienzo del asesinato de los judíos, con la ayuda de las milicias ultraderechistas locales.


Al contrario de otras ciudades en Europa bajo dominio nazi, los alemanes no abrieron grandes guetos, sino que procedieron inmediatamente al exterminio de la población judía local y la concentración de hebreos procedentes de otras naciones en campos de trabajo, generalmente al servicio de la industria militar alemana. La historia está bien relatada en la ya citada Enciclopedia del Holocausto: «A partir de 1942, enviaron a decenas de miles de judíos de otros países europeos a campos de trabajos forzados dentro de Estonia. El campo principal era Vaivara. Los judíos que realizaban trabajos forzados construyeron defensas militares para el ejército alemán y extrajeron petróleo de esquisto. Miles de judíos extranjeros fueron también asesinados en Kalevi Liiva. Con el avance del ejército soviético en el otoño de 1944, los nazis evacuaron los campos de Estonia y de otros campos de los países bálticos».

La terrible matanza de Klooga

Una de las matanzas más terribles perpetradas por los nazis en Estonia, en colaboración con grupos fascistas locales y también de militares alemanes, es la del campo de Klooga, de la cual hay abundante documentación y acreditadas pruebas, incluso algunas fotográficas, aunque eso no fue óbice para que la mayor parte de los responsables de esos crímenes nunca fueran juzgados e incluso que murieran plácidamente fuera de Estonia sin pagar por los mismos.

El relato de los hechos está muy bien descrito en las páginas de documentación histórica del Holocausto del Museo Yad Vashem: » El 19 de septiembre de 1944, algunos días antes que el ejército soviético liberara el campo de trabajos forzados de Klooga en Estonia, los alemanes y sus colaboradores estonios asesinaron a más de 2.000 judíos, la mayoría provenientes del gueto de Vilna. Las víctimas fueron obligadas a acostarse sobre una hilera de leños y fueron asesinadas con un tiro en la nuca. Luego otra hilera de leños fue agregada por encima y otro grupo de judíos fue asesinado sobre ella. El procedimiento continuó hasta que todos los judíos del campo fueron muertos. Luego intentaron prender fuego a los leños en un intento de quemar los cuerpos y borrar la evidencia del crimen. Debido a que debieron huir del avance soviético los asesinos no tuvieron tiempo suficiente para quemar todos los cadáveres. Antes de retirar los cuerpos y darles debida sepultura, los soldados rusos recolectaron documentos de la atrocidad que encontraron».

En general todas estas matanzas venían precedidas de la destrucción de los Estados conquistados por los nazis, como fue el caso de Estonia, y de la creación de una red de colaboradores locales, formada fundamentalmente por extremistas de derecha. De esta forma, los judíos se convertían automáticamente en apátridas y podían ser asesinados sin contemplaciones.

Los grandes campos de concentración de Estonia fueron los ya citados de Vaivara y Kalevi Liiva, donde apenas quedaban judíos con vida cuando fueron liberados por los soviéticos y ambos formaban parte de una red de 22 campos abiertos por los ocupantes. Miles de judíos, procedentes de toda Europa incluida Estonia, fueron asesinados en estos grandes recintos carcelarios donde el destino final de sus internados era el exterminio.  Se calcula que en octubre de 1941, la mayoría de los varones judíos de más de 16 años ya habían sido asesinados en Estonia, convirtiendo a este país en uno de los lugares donde con mayor prontitud y rapidez se exterminaron a casi todos los judíos, lo que llevó a los jerarcas nazis a afirmar durante la Conferencia de Wannsee, en enero de 1942, que Estonia estaba «limpia de judíos».

En septiembre de 1944, ya asomando la clara derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, Estonia volvió a ser ocupada por los soviéticos y ya no se retirarían hasta 1991, en que el país de nuevo alcanzó su independencia. Cuando llegaron las tropas de la URSS, según todas las fuentes que hemos consultado, apenas quedaban judíos en Estonia, bien porque habían sido asesinados por los nazis o deportados por los soviéticos antes y durante la contienda. Unos 4.300 judíos estonios es el total  que se calcula que asesinaron los nazis, lo que significaría casi el 90% del censo total de los hebreos que había en el año 1941.

La vida hebrea de Estonia, al igual que la de sus dos vecinos bálticos,  se fue recuperando paulatinamente tras la guerra y, según los censos soviéticos, había unos 5.000 judíos en los años cincuenta, periodo en el que se comenzó a apagar hasta llegar hasta ahora en que habría algo menos de 1.500 hebreos. La mayoría de esos judíos procedían de otros territorios de la extinta URSS, ya que los países bálticos gozaban de un nivel económico más alto que el resto de las ex repúblicas soviéticas y muchos emigraron por las condiciones más benignas en todos los órdenes de la vida.

Fotos del autor: Calles de Tallin, capital de Estonia

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