Croacia conmemoró este martes el 80° aniversario del levantamiento de prisioneros en el campo de concentración de Jasenovac, uno de los más importantes de Europa durante la Segunda Guerra Mundial, administrado por el régimen fascista Ustasha.
La ceremonia de este año marcó un punto de inflexión: después de años de boicot, representantes de comunidades judías, serbias, romaníes y antifascistas se unieron nuevamente a los actos oficiales.
El homenaje tuvo lugar en el memorial del campo, ubicado a unos 100 kilómetros al suroeste de Zagreb, donde se estima que más de 83,000 personas fueron asesinadas entre 1941 y 1945. El 22 de abril de 1945, en los últimos días del conflicto, alrededor de 600 prisioneros intentaron una desesperada fuga del campo. Solo 92 lograron sobrevivir, según datos del Centro Memorial de Jasenovac.
Durante la ceremonia, los participantes recorrieron un sendero marcado por antiguos rieles de tren, símbolo del transporte de prisioneros al campo. Se colocaron ofrendas florales, velas y se realizó una conmemoración en memoria de las víctimas.
“Crímenes como los de Jasenovac no deben olvidarse jamás, y más importante, no deben repetirse nunca”, declaró el primer ministro croata, Andrej Plenković, durante su discurso.
Jasenovac es un símbolo de las atrocidades cometidas durante la era del Estado Independiente de Croacia (NDH), un régimen títere de la Alemania nazi que implementó políticas genocidas contra judíos, serbios, romaníes y opositores políticos. Tras la guerra, Croacia pasó a formar parte de Yugoslavia, pero la memoria de Jasenovac siguió siendo un tema sensible y divisivo.
Los sobrevivientes que aún viven ofrecieron relatos conmovedores de su paso por el campo. Slavko Milanović, que fue llevado a Jasenovac cuando era niño en 1942, recordó el momento en que los guardias separaron a los niños de sus madres. “Mi madre nos cubrió con las mantas con las que dormíamos”, relató.
Edmond Paris fue uno de los primeros que escribió un polémico libro sobre los ustashas de la católica Croacia durante la Segunda Guerra Mundial, un estado títere de la Alemania nazi que es la dictadura fascista con más asesinatos durante la Segunda Guerra Mundial, la dictadura de Ante Pavelic, precisamente este dictadorzuelo se refugió en España protegido por sus camaradas fascistas ultracatólicos españoles. Naturalmente, al igual que ocurre en España, el mayor problema es que estos sumamente criminales fascistas y nazis croatas fueron apoyados por la Iglesia Católica de Croacia, y «queda feo» si esas cosas salían en un libro, quizás sea este el motivo de la intensa campaña de desprestigio de la que fue víctima Edmond París, especialmente a partir de un libro sobre los jesuitas, una de las muchas sectas ultracatólicas pero con ciertos amaneramientos de paramilitares al servicio de la Iglesia Católica o del Vaticano, y su relación con el nazismo, o por ejemplo menciona que Himmler admiraba y copiaba a los jesuitas o Goebbels de joven iba a ser sacerdote jesuita.
En España nunca faltaron los fascistas católicos con ademanes violentos, tanto religiosos como laicos. El nazi belga Leon Degrelle, uno de los varios engendros nazis que se criaron con los jesuitas, fue uno de los nazis que encontraron refugio en España, protegido por Franco, que impidió su extradición a Bélgica donde fue sentenciado a muerte por traidor. En España daba discursos y concedía entrevistas donde siempre alababa el nazismo y en sus grandilocuentes frases mezclaba la ideología nazi con lo que parecían consignas religiosas, que habría amoldado de las que aprendiera del catolicismo que profesaba. Degrelle también era muy antisemita, y definió a su muy admirado Hitler como una persona muy religiosa, un cristiano, solo que no era clerical, es decir, que no obedecía todas las consignas del Vaticano o de la alta jerarquía católica, esto lo dijo a cuento de las Divisiones musulmanas que reclutaron los nazis en los países Balcánicos, los voluntarios que reunió el líder palestino Amin al-Husseini, y a los que los nazis regalaron un colgante con un Corán de parte de Hitler… seguramente fabricados con el oro que robaron a sus víctimas judías. Esta religiosidad nazi sería al margen de la más que dudosa religiosidad que tuvieron otros muchos nazis, o al menos las élites SS, que más bien seguían unas creencias mezcla de diversas religiones, ocultismo y fantasías históricas. Esta misma cierta actitud de independencia religiosa de los nazis católicos con respecto a la jerarquía católica también se dio en España, los filonazis falangistas criticaron al gran partido derechista de la CEDA, ya de por sí prácticamente un partido ultracatólico fascista, acusándolos de clericales, incluso de judeo-masones, ya que los falangistas españoles asociaban la jerarquía de la Iglesia Católica con intereses espurios o contaminaciones externas ajenas a lo que sería la auténtica Iglesia Católica, o estos fascistas serían los verdaderos católicos originales o los continuadores de sus fantasías de una vuelta a la España medieval, la de sus muy admirados rancios españoles matamoros y de la Santa Inquisición Española, o la inmediatamente posterior España imperial católica evangelizadora de «sudacas» a partir de sus especialmente admirados Reyes Católicos. La España imperial también obtuvo una exclusiva de poder actuar independientemente en algunos asuntos religiosos cuando antes siempre debían obedecer el dictado del Papa de turno. La Hoy día la rancia España católica continúa manteniendo esa misma querencia de mantener cierta distancia con el Vaticano, aunque nunca llegará a separarse de la Iglesia Católica oficial, para los fascistas actuales el Vaticano incluso estaría infiltrado por los judeomasones, como aparece en «La infiltración», un libro de Ricardo de la Cierva, uno de los historiadores favoritos de la derecha y fascistas españoles. En cualquier caso, estas serían las consignas o disparates de ciertos sectores católicos más extremistas, en la mayoría de las ocasiones viviendo al margen de la realidad española y la de sus propios españoles católicos, o quizás simplemente se trate de copiar el truco de las películas americanas del poli bueno y poli malo para obligar al sospechoso, por las buenas o por las malas, según elija.