El significado de los números en la Biblia

Foto: Pixabay

Las cifras y los números en hebreo se escriben con letras (en correspondencia con el orden que ocupan en el alfabeto). Para nosotros, el número tiene un sentido muy distinto del que tenía para el antiguo Israel bíblico. Mientras que los usamos normalmente para indicar la cantidad de algo (orden matemático y cuantitativo), para la mentalidad hebrea los números podían expresar además un orden ideológico, cualitativo y teológico[1].

Los números en el mundo judío antiguo tenían un triple sentido[2]: la cantidad, el simbolismo y el mensaje “gemátrico”.

Primer sentido: cantidad
Lo primero que puede expresar un número en la Tanaj o Biblia es cantidad; como así manifiesta el profeta Elías cuando predijo una sequía de 3 años en Israel (1 Re 18, 1); o que el rey Josías gobernó 31 años en Jerusalén (2 Re 22, 1); o que el rey Salomón puso 12 gobernadores encargados de mantener al palacio un mes cada uno (1 Re 4,7), etc. 

Es evidente que ninguno de estos números es simbólico, ni encierra un mensaje. Simplemente se refieren a informaciones y datos históricos concretos (años, personas o distancias temporales) que expresan únicamente cantidad. No hay lugar para la confusión: lo que el número dice, eso mismo quería decir el autor.

Segundo sentido: Simbolismo
Un número simbólico es aquel que no indica una cantidad, sino que expresa una idea, un mensaje distinto que lo supera y lo desborda. En la época bíblica los usaban con toda naturalidad para transmitir ideas, mensajes o claves. Esto hace que los números no sean para nosotros “razonables” y comprensibles, sobre todo si los miramos desde nuestra mentalidad occidental heredada del mundo de la razón greco-romano.

Aunque la Biblia no explica nunca qué simboliza cada número, los exegetas y estudiosos hemos logrado averiguar alguno de sus simbolismos, pudiendo así aclarar muchos episodios bíblicos que, a su luz, se han vuelto más comprensibles[3]:

  • El número 1 simboliza a Yahvéh como Dios único. Por ello indica exclusividad, primacía, excelencia. Lo encontramos en el credo judío, llamado “Shemá Israel”, donde se afirma el monoteísmo judío: “Escucha Israel, Adonai es nuestro Señor, Adonai es uno” (Dt 6, 4-9).
  • El número 2 representa a la persona, pues en ella hay siempre dualidad, división interior por culpa del pecado. En el relato de la creación se dice textualmente: “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen de Dios le creó. Macho y hembra los creó” (Gn 1, 27).
  • El número 3 expresa “totalidad”, quizás porque tres son las dimensiones del tiempo: pasado, presente y futuro. Así los 3 hijos de Noé (Gn 6, 10) representan a la totalidad de sus descendientes.

A Dios se le llama tres veces Santo, el que tiene toda la santidad (Is 6, 3).

  • El número 4 simboliza al cosmos y al mundo, ya que 4 son los puntos cardinales. Cuando se dice que en el Paraíso había cuatro ríos (Gn 4, 10), significa que todo el cosmos era un Paraíso antes del pecado de Adán y Eva.

Cuando el profeta Ezequiel llama al Espíritu de los cuatro vientos para que soplen sobre los huesos secos (Ez 37, 9), no es que haya cuatro vientos, sino que invoca a los vientos de todo el mundo.

  • El número 5 significa “algunos”, “unos cuantos”, es decir, una cantidad indefinida.
  • El número 6 representa la “imperfección”, el pecado, el mal. Por ser el número anterior al siete (perfección) se considera maldito. El hecho de que Dios crease al Ser Humano en el sexto día de la creación (Gn 1, 26), hace pensar en su condición de pecador.

Cuando el libro del Apocalipsis relaciona al “anticristo” con el número “666” lo que expresa es la totalidad del mal, es decir, 3 (totalidad) veces 6 (el mal), que simboliza a la bestia o el demonio por reencarnar todo el mal en el mundo (Ap 13, 18).

  • El número 7 representa la “perfección”. En este sentido, el “siete” indica ordinariamente que la medida está completa[4], que se da un resultado relativamente perfecto o satisfactorio, que hay cierta plenitud.

Siete días dura la creación descrita en el primer capítulo del libro del Génesis, para indicar que todo lo creado es perfecto porque viene de Dios (Gn 1, 1ss.).

El Nuevo Testamento cristiano sigue la tradición hebrea cuando afirma que no sólo hay que perdonar siete veces, sino setenta veces siete, porque perdonar es lo más importante y viene de Dios (Mt 18, 22)

  • A los números 8 y 9 no se les conoce ningún significado teológico propiamente dicho.
  • El número 10 tiene un valor “mnemotécnico”, fácil de recordar por ser diez los dedos de las manos. Por ello, conviene retener en la memoria los diez mandamientos que Dios dio a Moisés en el Monte Sinaí (Ex 20, 1-20), y las diez plagas que azotaron a Egipto (Ex 7, 8 ss.).
  • El número 40 representa el “cambio” de un período a otro, de una generación a otra. Por eso el diluvio dura cuarenta días con sus cuarenta noches (Gn 6, 5 ss.), pues es el cambio hacia una nueva humanidad.

El pueblo de Israel está cuarenta años en el desierto (Dt 8,2) hasta que cambia la generación infiel por otra nueva; de ahí que sea también el número de la prueba (Ex 16, 35; Nm 13, 25; Dt 2, 7; Jos 5, 6;Ez 4, 6).

Moisés permanece cuarenta días en el monte Sinaí (Ex 24, 18) porque el pueblo va a experimentar un cambio de orientación tras el Pacto de la Alianza.

Esta misma cifra significa también a menudo un tiempo de paz, la duración de un reinado (Jue 3, 11; Sm 5, 4; 1 Re 2, 11, 42; 12, 1).

  • El número 1.000 significa multitud, gran cantidad. En el libro de Daniel se dice que el rey Baltasar dio una gran fiesta a mil invitados (Dn 5, 1).

El salmo (40, 4) sostiene que mil años para nosotros son como un día para Dios. El rey Salomón ofreció mil sacrificios de animales en Gabaón (1 Re 3, 4) y tenía mil mujeres en su harén (1 Re 11, 3).

Tercer sentido: «gematría»

Mientras que en español escribimos los números con sus correspondientes signos, las lenguas hebrea y griega emplean las mismas letras de sus alfabetos para escribir los suyos. Desde esta premisa, si sumamos las letras de cualquier palabra se puede obtener siempre una cifra; el número así obtenido se llama gemátrico (método muy utilizado por los cabalistas medievales).

Pongamos un ejemplo: cuando los cuatro poderosos ejércitos de Mesopotamia invaden Israel (Gn 14) se llevan prisionero a Lot, sobrino de Abraham. Una vez enterado el Patriarca reúne a 318 personas, sale en persecución de aquellos, logra derrotarlos y rescata a Lot. ¿Cómo es posible que con sólo 318 personas, pueda vencer a los cuatro ejércitos más poderosos de todo el Próximo Oriente antiguo? Este número no es real, sino que significa algo[5].

En efecto, sabemos que Abraham tenía un sirviente, llamado Eliécer (Gn 15, 2), al que había dejado en herencia todos sus bienes. Si sumamos los números que corresponden a las letras hebreas de este nombre, obtenemos el siguiente resultado: E (=1) + L (=30) + I (=10) + E (=70) + Z (=7) + R (=200) = 318. Así pues, el verdadero significado de ese relato es que Abraham salió a combatir con todos sus herederos, siendo estos (la descendencia de Abraham) siempre superiores a sus enemigos.

Alvaro López Asensio

[1] AZOU, G.  «La palabra de Dios», p. 156 ss.

[2] ÁLVAREZ, VALDÉS, A.;  “Revista de Tierra Santa”, Jerusalén, Enero-Febrero 1995; p. 14 ss.

[3] LOPEZ ASENSIO, A.; “Sabiduría judía de Calatayud y Sefarad”, Zaragoza, 20009, p. 20.

[4] AZOU, G.  Op.  Cit.  «La palabra de Dios», p. 156 ss.

[5] LOPEZ ASENSIO, A.; “Sabiduría judía de Calatayud y Sefarad”, Zaragoza, 20009, p. 22.

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