mar. May 13th, 2025

Hermann Göring era el hombre que Adolf Hitler había elegido sucesor si moría o quedaba incapacitado, pero terminó destituido. Su adicción a la morfina y el misterio del cianuro que consiguió para matarse en su celda la noche anterior a su ejecución


Por Daniel Cecchini


El Reichminister Hermann Wilhelm Göring no las tenía todas consigo a principios de mayo de 1945. No se trataba solamente del suicidio de su jefe, Adolf Hitler, y de la inminente rendición de Alemania ante los Aliados, con la consiguiente caída del Reich que iba a durar mil años, sino que había perdido hasta los honores a los que se había acostumbrado, catalogado como un traidor.


El propio führer, que lo había nombrado por decreto como su sucesor hacía apenas unos meses, lo había destituido de todos sus cargos antes de matarse. No solo eso, lo puso bajo arresto domiciliario en su castillo en Mauterndorf, custodiado por hombres de las SS. Lo único bueno que le ocurrió en esos días fue que una división de su querida Luftwaffe lo pudo liberar el 5 de mayo.


Sabía, sin embargo, que esa libertad era apenas un espejismo, porque pronto caería en poder del enemigo. No tenía manera de escapar, pero no le daba lo mismo quién lo hiciera prisionero. De un lado estaba el Ejército Rojo y caer en manos de los odiados comunistas era lo peor que podía pasarle; del otro estaban los estadounidenses, que seguramente lo tratarían mejor, como el soldado que era. Por eso, con letra febril, le escribió dos cartas al comandante de las tropas norteamericanas, Dwight Eisenhower, diciéndole que se dirigiría hacia donde estaban sus soldados y pidiéndole una entrevista. Las envío -sin saber que nunca llegarían a su destinatario- y emprendió el viaje, protegido por un grupo de fieles. Iba a entregarse, pero esperaba ser recibido por el general Eisenhower como un igual. En el trayecto, seguramente debió repasar, una y otra vez, el encadenamiento de hechos que le habían hecho perder el favor de su amado führer.


La caída

Había estado por última vez en el búnker de Berlín el 20 de abril, para saludar a Hitler por su cumpleaños y se habían despedido con el afecto de siempre. Viajó a su casa de Obersalzberg el 22 de abril, el mismo día que el führer reunió a un grupo de sus colaboradores, admitió ante ellos que la guerra estaba perdida y les anunció que se quedaría en Berlín hasta el final pero que se suicidaría para no caer prisionero y ser tratado como “un fenómeno de circo” por sus enemigos. Les dijo también que Göring era el mejor hombre para negociar un acuerdo de paz honorable para Alemania.


Entre los asistentes a la reunión estaba el jefe de operaciones del Oberkommando der Wehrmacht, Alfred Jodl, que le transmitió lo se allí se había hablado al jefe de gabinete de Göring, Karl Koller, quien sin perder un minuto voló a contárselo. Tenía que saberlo, porque una semana después de que el Ejército Rojo atravesara la frontera alemana, Hitler había firmado un decreto nombrando a Göring su sucesor en caso de muerte o si perdía su “libertad de acción”. Cuando Koller le contó la reunión del búnker, Göring dudó si debía hacerse cargo del poder o no. Estaba frente una disyuntiva: temía que lo tildaran de traidor si intentaba reemplazar a Hitler, pero también de ser acusado de incumplimiento del deber si no hacía nada.


Revisó su copia del decreto que lo nombraba sucesor del führer y consultó con Koller y otro hombre de su confianza, el secretario de Estado de la Cancillería del Reich, Hans Lammers. Entre los tres llegaron a la conclusión que, si Hitler se quedaba en Berlín -como había dicho- donde se suicidaría, él mismo se había incapacitado para gobernar, por lo que Göring debía reemplazarlo. De todos modos, no iba hacerlo sin consultarlo, y le envío a Hitler un telegrama pidiéndole permiso para asumir su cargo, en carácter de suplente. En el texto agregó que, si no recibía una respuesta antes de las diez de la noche del 23 de abril, consideraría que su jefe estaba incapacitado para gobernar y entonces él asumiría el liderazgo del Reich.


Pero el telegrama no llegó a manos de Hitler, sino que fue interceptado por Martin Bormann, el peor enemigo de Göring en el círculo íntimo del führer, que lo utilizó para convencer al líder nazi de que su número dos lo estaba traicionando. Indignado, Hitler le respondió con otro telegrama donde daba por caducado el decreto que lo nombraba su sucesor y amenazándolo con ejecutarlo por “alta traición” si no dimitía de inmediato a todos sus cargos. Aunque sorprendido por la respuesta, Göring obedeció y quedó bajo arresto domiciliario. Para no generar un escándalo político, el victorioso Bormann anunció por radio que la renuncia de Göring se debía a razones de salud.


Estaba detenido en el castillo de Mauterndorf cuando, el 26 de abril, Hitler también lo expulsó del Partido Nacionalsocialista Alemán por “intentar ilegalmente tomar el control del Estado” y nombró a Karl Dönitz como presidente del Reich. También allí se enteró, el 29 de abril, de los suicidios de Hitler y Eva Braun. Solo pudo salir cuando los guardias de las SS que lo tenían bajo custodia lo liberaron sin oponer resistencia a una división de la Luftwaffe que acudió a su rescate.


Preso y enjuiciado

Hermann Göring sintió alivio cuando, a las 5.30 de la tarde del 8 de mayo se entregó a una avanzada de la 36 División de Infantería del Ejército de los Estados Unidos cerca de Radstadt. Trasladado al comando, lo recibió formalmente el general de brigada Robert Stack, que así entró en la historia como el hombre que capturó al número dos del Tercer Reich. Después de los saludos formales entre militares, Göring le pidió al general norteamericano que lo llevara ante el general Eisenhower, a quien le había enviado dos cartas. Stack le respondió que lo lamentaba mucho, que el comandante de las tropas estadounidenses estaba muy ocupado en esos momentos con los trámites de la rendición alemana y que aún no había podido siquiera leer sus cartas.


La entrevista de Göring con Eisenhower nunca se concretó y el alemán fue a parar al campamento Ashcan, un campo de prisioneros de guerra temporal ubicado en el Palace Hotel en Mondorf-les-Bains, en Luxemburgo. El otrora Reichminister la pasó mal allí, porque ya no dispuso de la dosis diaria de morfina a la que era adicto. Lo trataron con dihidrocodeína -un derivado suave de la morfina- y también lo sometieron a una dieta estricta que le hizo perder 27 kilos en poco tiempo. Estaba recuperado en septiembre, cuando lo llevaron a Núremberg, donde se realizarían los juicios a los principales jerarcas nazis.


Los procesos comenzaron en noviembre y desde el principio Göring mostró una actitud desafiante, no solo frente a los acusadores sino también hacia los otros acusados. Se sintió molesto de que se considerara que Dönitz fuera considerado por la acusación como el más importante de los procesados, cuando ese lugar le correspondía a él. Los fiscales lo acusaron de cuatro cargos: conspiración, librar una guerra de agresión, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. En este último punto se acusó de la desaparición de opositores políticos, de torturas, malos tratos a prisioneros y de la esclavitud de civiles, principalmente judíos. Después de escuchar los cargos, se declaró “en el sentido de la acusación, no culpable”.


Durante el juicio trató de controlar los testimonios de los otros acusados, al punto que, en los recesos, fue enviado a una celda de aislamiento para que no tomara contacto con ellos. Obligado a permanecer en silencio mientras estaba sentado en el banquillo, manifestó sus opiniones sobre los procedimientos mediante gestos y provocaciones, sacudiendo la cabeza o riéndose. También se quejó de que se acusara a funcionarios sin importancia en lugar de que la corte le permitiera asumir a él todas las responsabilidades. El psicólogo y oficial de inteligencia estadounidense Gustave Gilbert lo entrevistó varias veces en su celda y reflejó la conducta de Göring en anotaciones como esta: “Sudando en su celda por la noche, Göring estaba a la defensiva, desinflado y no muy contento por el giro que estaba tomando el juicio. Dijo que no tenía control sobre las acciones o la defensa de los demás, que él mismo nunca había sido antisemita, que no había creído esas atrocidades y que varios judíos habían ofrecido testificar en su nombre”.


La condena y el suicidio

Luego de 218 días de juicio, el tribunal lo encontró culpable de los cuatro cargos y lo condenó a morir en la horca. “No hay nada que decir como atenuante. Pues Göring era muchas veces, de hecho, casi siempre, la fuerza motriz, solo superada por su jefe. Fue el principal asesor de guerra, tanto como jefe político como militar; fue el director del programa de trabajo esclavo y el creador del programa opresivo contra los judíos y otras razas, en Alemania y en el extranjero. Todos estos crímenes los ha admitido francamente. En algunos casos específicos puede haber conflicto de testimonio, pero en términos generales, sus propias admisiones son más que suficientemente amplias para concluir de su culpabilidad. Su culpa es única en su gravedad. El registro no revela excusas para este hombre”, dice la sentencia.


Göring no apeló la condena de muerte, pero sí exigió que lo fusilaran como a un soldado en lugar de ser ahorcado como un criminal común, pero el tribunal se negó. Para evitar lo que consideraba una humillación, se suicidó la noche del 15 de octubre de 1946, el día anterior al fijado para su ejecución, con una pastilla de cianuro. Su cuerpo, como los de los ejecutados, fue exhibido en el sitio de la condena para los testigos de las ejecuciones. fue cremado en Ostfriedhof, Múnich, y las cenizas arrojadas en el río Isar.


Aunque se investigó en profundidad, nunca se pudo establecer cómo Göring consiguió la pastilla de cianuro con la que se suicidó. La versión más difundida afirma que Jack G. Wheelis, un teniente estadounidense a cargo de la seguridad de Núremberg, se la dio a cambio de un reloj de oro y otros objetos de valor. Sin embargo, en 2005, el exsoldado estadounidense Herbert Lee Stivers relató que una mujer alemana le había pedido que le entregara al jerarca nazi una lapicera que contenía una “medicina” y que él lo hizo sin saber que se trataba de veneno.


Fuente: INFOBAE

4 thoughts on “El nazi “traidor” que se entregó a los estadounidenses para escapar de los rusos y se suicidó para no morir en la horca”
  1. El cabecilla nazi Hermann Göring es el mejor ejemplo del corrupto nazi, era conocido por ser un vividor que gustaba de los excesos, y de acumular dinero y obras de arte robadas por los nazis. Era otro nazi que se enganchó a drogas duras como la morfina, un opiáceo similar a la heroína. Fue el único gran líder nazi que acabó juzgado en Nuremberg, aunque se suicidó poco antes de recibir la sentencia de muerte. Goring se trata de un nazi antagonista con la imagen pública del más vulgar o comedido o temeroso de Dios fascista español, o incluso provocaba comentarios críticos negativos entre los suyos los nazis alemanes, en cualquier caso no debió ser muy criticado porque Goring era muy respetado porque pertenecía a la aristocracia y era un famoso héroe aviador de la Primera Guerra Mundial, también la suya se trata de una actitud bastante normal en las ideologías fascistas y nazis, la vida de excesos o actuar a base de exabruptos, o si hubiera alguno de estos fascistas y nazis que leyó un libro quizás se justificaría con la filosoifía nihilista de Nietzsche que seguían los nazis, algo parecido a lo que en aquellos años ya sería un resto de un trasnochado romanticismo, del anterior movimiento ideológico o de «artistas» denominado romanticismo del que derivaron prácticamente todos los nacionalismos y patrioterismos actuales, o también podría ser conocido por platonismo, el mismo por el que es más conocida de la filosofía de Platón si bien en este caso es más por una la pequeña parte relacionada con los excesos o por un sentido psiquiátrico, es decir, por su forma de actuar basados en sentimientos exagerados e incontrolados. En resumidas cuentas, los nazis actuaban, y los de ahora siguen actuando, según sus interpretaciones de «El Profeta», el filósofo Nietzsche, que puso de ejemplo a seguir a los griegos de la Grecia arcaica, la de los más excesivos o también los más pederastas. Esta filosofía de los excesos anteponía a Platón frente a Aristóteles, este último se asocia más a las comedidas o compasivas religiones monoteístas judía y cristiana, mientras que Platón se asocia al dios griego Dioniso o a su equivalente romano Baco, el dios del vino, también representa la locura, el éxtasis y el teatro, o el dios de la vida licenciosa, con excesos, lujuria, etc. Los fascistas y nazis, al menos los de fuera de España, gustan de estos excesos y no menos gustan de mostrarlos en público, o de hacer teatro, serían simplemente comediantes, cuando no están totalmente idos. Actuar al contrario sería cosa de judíos, como por ejemplo ahorrar para cuando lleguen las vacas flacas, siendo esto de hacer el loco o de hacerse el loco un modo de vida o al menos de manifestarlo públicamente que en España es muy común, también entre comunistas españoles.

  2. Como se puede ver en una serie documental que emitió la televisión pública española RTVE, cuando los nazis de la Alemania de Hitler gobernaron llevaron esta manera de pensar y de actuar a todos los ámbitos de la vida de los nazis alemanes, incluyendo la guerra y la política económica de la Alemania nazi. Los edificios nazis, monumentos nazis y las ceremonias nazis paganas siempre eran excesivos, y en la guerra no daban la opción a sus militares a la rendición, o las guerras tenían que acabar muy rápido, daba igual los medios: con estafas inventando «casus belli«, drogando a los soldados con la anfetamina Pervitin para que aguantasen despiertos varios días seguidos, etc. Pero si la cosa se torcía empezaban los problemas para estos locuelos nazis, fue lo que les ocurrió en Rusia, o antes en Inglaterra cuando Goering tenía pensado acabar con la aviación británica en unos días y la aviación nazi acabó siendo derrotada. El curso de la misma Segunda Guerra Mundial obedecía a las imperiosas necesidades de los nazis alemanes, aunque más bien imperiosas de estar hasta el cuello de deudas. Tras el ascenso al poder, Hitler había conseguido elevar la economía doméstica de los alemanes, pero detrás de ese éxito escondían un gran endeudamiento y los robos a todos los judíos, les robaron prácticamente todo, en total alguna fuente estima que fueron unos 1.000 millones de marcos, unos 5.000 millones de euros al cambio actual, se trata de un buen pico para cualquier país, aunque para la economía de un estado no supone prácticamente nada, simplemente se trataba de «pan para hoy y hambre para mañana». Así que por conseguir más dinero tuvieron o estaban obligados a seguir robando por el resto de Europa. Lo mismo hicieron en los países que invadieron al comienzo de la guerra, robaron lo que quisieron y esquilmaron sus economías: productos agrícolas, fábricas, recursos minerales, o equipos militares como en Checoslovaquia, con la ayuda de grandes empresarios alemanes, como los dueños de la química IG Farben, Opel, Bosch, etc., o también americanos, como Henry Ford, la petrolera Texas o los de IBM. Se trataba de algo más que parecido a una estafa piramidal, todo va bien hasta que se acaba el chollo y comienzan los problemas.

    Los fascistas y nazis españoles también fueron conocidos ladrones, robaron a sus víctimas republicanas en España, a judíos, y a los masones les robaron todas sus pertenencias y los bienes inmuebles. Varias de las actualmente grandes empresas españolas se enriquecieron esclavizando a los presos republicanos, solo que a diferencia de lo que ocurre en el extranjero con las empresas que colaboraron con los nazis, en España estas muy conocidas grandes empresas españolas no reconocen lo que hicieron ni apenas los españoles conocen que tuvieran algo que ver con los crímenes lesa humanidad que cometieron los fascistas. Franco y su esposa, alias «La Collares» por su afición a los collares de perlas, también eran conocidos por su querencia por recibir regalos, en no pocas ocasiones «la Collares» entraba en las joyerías tras ver en el escaparate alguna joya que le gustase, con la clara intención de que se la regalase el pobre joyero. Así que en lugar de tanto Nietzsche, patrioterismo y cristianismo, o de tantos fantasmas, marcianos, OVNIs, duendecillos del bosque, brujas y druidas, etc. todos estos fascistas y nazis serían sobre todo simple y llanamente vulgares criminales y ladrones, o psicópatas, que solo buscan su propio placer inmediato, además de ser unos más que embusteros manipuladores.

  3. Durante la dictadura fascista española, por ejemplo, recientemente los ingleses han desclasificado documentos secretos sobre los pagos con los que sobornaron a la cúpula del gobierno franquista, incluyendo al hermano mayor del dictadorzuelo, Nicolás Franco, para que convencieran a Franco para que no entrara en la Segunda Guerra Mundial como quería él, además de motivos geoestratégicos que almacenase el muy mediocre dictadorzuelo Franco, los historiadores serios califican a Franco como uno de los fascistas españoles más antisemitas y de una enfermizo antimasonería, aunque sobre todo se creía un iluminado y era muy clasista, despreciaba a las clases inferiores a la suya o la clase alta española que había logrado alcanzar gracias a un braguetazo, anteriormente no dejaba de ser un español de familia más bien ramplona. En el gobierno franquista, todos los cabecillas fascistas y nazis españoles se forraban mientras su propia población civil fascista española pasaba muchas penurias, ya no digamos las familias de los republicanos, o en algunos campos de trabajo los presos republicanos se morían de hambre porque los policías fascistas españoles se quedaban con todo el dinero destinado a la alimentación. La llegada al gobierno fascista de los ultracatólicos del Opus Dei a partir de 1.959 no evitó la gran especialidad española por la corrupción y el amiguismo, incluso adeptos sectarios protagonizaron el que quizás sea el único gran escándalo de corrupción que trascendió públicamente, durante la dictadura fascista fue muy comentado el gran timo de unos adeptos de la secta ultracatólica del Opus Dei que se dedicaron a vender unas máquinas milagrosas para fabricar telas a partir de cualquier material, desde papel hasta fibra de vidrio, la famosa estafa del caso Matesa. Los estafadores vendieron estos telares milagrosos hasta en Argentina, una estafa con la única intención de quedarse con los dineros de las ayudas públicas que daba la dictadura fascista española a los inventores o emprendedores españoles. En la fascista, y por tanto muy manipulada, dictadura de España este escándalo fue inusualmente muy conocido porque produjo durante unos pocos días las únicas noticias que se pudieron calificar de ejemplos de libertad de prensa en los 40 años de la España fascista, aunque solo fuese porque los medios que controlaban los fascistas falangistas aprovecharon para ver si podían volver a sentarse a la derecha del dictadorzuelo Franco, lugar privilegiado de donde fueron desplazados por la secta de el Opus cuando estos sumamente ineptos filonazis casi llevan a la ruina total a la España fascista debido a sus políticas económicas, prácticamente calcados de comunistas o quizás del sector nazi comunista en la Alemania nazi conocidos como los straseristas, con el visto bueno del propio Franco eran muy anticapitalistas o antijudíos y antiimperialismos americano-británico-judeomasón, y además a esto unieron una pretenciosa política racista o autárquica, es decir, creían que para enriquecer a los españoles fascistas o enriquecerse ellos aun más solo necesitaban la mano de obra y las materias primas de la inmensamente rica tierra española que los tontos judeomasones no habían podido saber explotar o no encontraron.

  4. Actualmente España sigue igual, según una estimación el costo total de la corrupción en España es de 90.000 millones de euros, de dineros públicos robados anualmente, en un continuo. Esta cifra las ofreció la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), un organismo público oficial de la misma democracias de España. De esos 90.000 millones de euros al año del coste de estos delitos en España, más de la mitad, 47.500 millones de euros al año, el 4,5% del PIB, correspondería a los sobrecostes administrativos por las deficiencias en el control de las contrataciones públicas, por lo que la corrupción sería el equivalente a un impuesto implícito al ciudadano, una pérdida, un gravamen imprevisto que no se factura y no se presupuesta. Los otros 40.000 millones serían los absorbidos, directa o indirectamente, por las muchas formas de corrupción existentes. Se trata de una de las estimaciones, ya que naturalmente nadie conoce a ciencia cierta las cifras o estadísticas reales, empresarios, clases altas de derechas, fascistas y nazis españoles no van dejando pruebas, ni mucho menos van chivándose ni cuando detiene a alguno de ellos muy de cuando en cuando, ni cuando ya se han jubilado y han prescrito sus robos. En realidad, esta misma cifra de los famosos 90.000 millones de euros tirados a la basura anualmente, ha circulado por los muchos medios españoles durante los años siguientes pero haciéndose eco de una estimación del partido de los «verdes» europeos, que también son comunistas, una estimación aun más refutable o sin fundamentarlo con pruebas, y por eso la derechona, fascistas españoles, o los muy corruptos españoles en general, no le han dado ninguna importancia o les da igual que se publique cada poco sin «valor probatorio».

    En el año 2014 la economía española oficialmente fue 26.193 millones de euros más grande, porque el PIB engordó repentinamente como fruto de un cambio en la forma de medir la actividad económica obligado por el Sistema Europeo de Cuentas (SEC) y desde entonces, y con efectos retroactivos, ya no se calcula igual lo que aportan al PIB algo tan complicado de contabilizar como la economía ilegal, básicamente el tráfico de drogas y la prostitución (también el contrabando de tabaco y otros delitos), y al margen estaría la economía sumergida. El conocido escritor italiano Roberto Saviano, que desde hace décadas vive oculto por las amenazas de muerte de las varias mafias italianas desde que las sacó «muy feas» en su famosa novela «Gomorra», y en la película y en la serie de televisión homónimas, ha advertido en numerosas ocasiones que varias mafias italianas llevan desde España gran parte del gran negocio de la cocaína que se distribuye en toda Europa, cocaína procedente de los países latinoamericanos, además las mafias reinvierten los enormes beneficios de la cocaína en negocios inmobiliarios y de ocio, sobre todo en la turística costa mediterránea, mientras los banqueros españoles, empresarios, políticos y demás van riéndoles las gracias… claro que cada vez que Saviano aparece en los diarios y televisiones españolas para decir algo sobre España relacionado con el narcotráfico y las mafias, más bien a ojos de los españoles parece un cuentista o un loco ya que nunca han recibido noticias ni similares por otras fuentes.

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