El muftí de Irak desata una tormenta religiosa al prohibir las fiestas de Año Nuevo

Mezquita en Irak Foto: Ryan M. Blaich Ejército de EEUU Wikimedia Dominio Público

El gran muftí de Irak, Mahdi al Sumaidaie, desató una gran polémica en su país por haber prohibido a los musulmanes suníes celebrar el Año Nuevo, lo que ha generado una fuerte reacción del Gobierno y de autoridades de otras religiones.

Al Sumaidaie, principal autoridad religiosa para los musulmanes suníes de Irak, prohibió a sus feligreses participar en cualquier celebración este 31 de diciembre o, incluso, que feliciten el Año Nuevo a sus amigos cristianos.

La polémica «fatua» o decreto religioso, divulgada en las mezquitas iraquíes durante el sermón del viernes, sostiene que «no existe diferencia» en participar en las fiestas de Año Nuevo y en compartir las tesis de los «infieles».

Para argumentar la prohibición, el muftí citó a un teólogo del siglo XIV, Ibn Qayim al Jawziya, según el cual participar en las fiestas de los cristianos constituye uno de los pecados más graves que puede cometer un musulmán.

El Gobierno iraquí, que está preocupado por restañar las heridas abiertas por los crímenes cometidos por el grupo terrorista suní Estado Islámico (EI) contra los demás grupos religiosos del país, reaccionó con dureza a las palabras del muftí.

El jeque Abdellatif al Hamim, jefe de la oficina de Asuntos Suníes del Gobierno, calificó las palabras del muftí como «inaceptables», «irracionales», «irrespetuosas», «temerarias» y «fuera de lugar».

«Estas declaraciones desequilibradas y temerarias nos hacen volver al discurso de odio, de rechazo al otro. No representan la convivencia entre los iraquíes con todos sus componentes y sectas», afirmó el representante gubernamental en un comunicado.

Al Hamim afirmó que el cristianismo, el islam y el judaísmo son una «religión única regida por distintas leyes» y subrayó que los «hermanos cristianos» viven en Mesopotamia desde hace milenios, a través de sus antepasados caldeos y asirios.

El ayatolá Ali al Sistani, máxima autoridad chií -credo mayoritario en el país- contradijo al muftí y afirmó que está permitido felicitar sus fiestas a los cristianos, judíos y «otros infieles», así como mantener relaciones de amistad y de amor con fieles de otros credos.

La Iglesia Católica Caldea también criticó al muftí, pidió al Gobierno que persiga este tipo de discursos «malignos» e hizo un llamamiento a la coexistencia pacífica de las religiones en lugar de fomentar el odio.

Tras la oleada de críticas, el muftí se explicó y afirmó que no tenía intención de ofender a los cristianos ni al cristianismo.

«No hablé de Jesucristo, solo emití una fatua porque un fiel preguntó si podía felicitar el Año Nuevo y dije que no es permitido», dijo el muftí en una entrevista a la web Bagdad el Youm.

El discurso del muftí coincidió con el final de una visita de cuatro días a Irak del secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, quien fue recibido por las principales autoridades del país y que visitó a grupos de cristianos que, al igual que otras minorías, fueron perseguidos por el Estado Islámico.

Durante esa visita, el presidente de Irak, Barham Salih, cursó una invitación al papa Francisco para visitar el país.

En Irak, país en el que el islam es la religión oficial, cerca del 60 % de la población es chií, un 30 % es suní y existen minorías cristianas y yazidíes, un credo emparentado con el zoroastrismo. EFE

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