El secretario general del grupo terrorista libanés chií pro-iraní, jeque Hassan Nasrallah, ha aumentado las medidas de seguridad en torno a su persona, tras la muerte, el viernes pasado, de un alto científico nuclear iraní, conocido por las agencias de inteligencia occidentales como el “padre de la bomba”, en las afueras de Teherán.
Un reporte del Canal 13 sugiere que Nasrallah teme que sea “el próximo en la lista” y considera que los últimos días de la Administración Trump “son sumamente peligrosos”.
Desde la guerra con Israel en 2006, Nasrallah raramente aparece en público, sus discursos son transmitidos a través de pantallas de televisión, y algunos funcionarios israelíes se han mofado del cabecilla de la organización terrorista por pasar la mayor parte del tiempo escondido en el “bunker”.
Hezbollah es considerado por los analistas, en gran medida, como el brazo armado de Irán en el Líbano.
El domingo, la agencia semioficial de noticias iraní Fars publicó un informe que sugiere que el científico iraní Mohsen Fahkrizadeh fue ultimado por medio de una ametralladora manejada por control remoto y montada sobre un camión que se autodestruyó después del ataque.
El Ministerio de Defensa iraní también difundió fotografías de cuatro sospechosos presuntamente involucrados en el incidente.