Eficiencia y popularidad

Benjamín Netanyahu - Foto: Amos ben Gershom - GPOBenjamín Netanyahu - Foto: Amos ben Gershom - GPO

Israel está viviendo una situación complicada para la formación de una coalición de gobierno. La mayoría de los escaños pertenecen al espectro de la derecha, y sin embargo esta mayoría no puede formar gobierno.

El punto de desencuentro es la figura del primer ministro, Benjamín Netanyahu.

Al momento de escribir esta nota, varios rumores se corren. La posibilidad que Bennet con menos de una decena de escaños sea el primer ministro del campo anti-Netanyahu, la posibilidad que sea Benjamín Netanyahu el próximo presidente de Israel y entonces los disidentes de derecha aceptarían formar una coalición siempre y cuando Bibi no sea primer ministro. Además, todas las combinaciones habidas y por haber de posibles asociaciones entre partidos.

Viendo las noticias que sacuden al mundo, comparativamente Israel está en una situación privilegiada. En el combate contra la pandemia, Israel es el primer país en cuanto a vacunación de su población y cierta vuelta a la normalidad. No es nada trivial esto.  Muchos otros países con acceso a Pfizer y Moderna, no lograron conseguir las vacunas para su población ni implementar la logística requerida. Este acierto del primer ministro lo ayudó en las elecciones, pero no fue lo suficientemente decisivo.

La configuración del Medio Oriente es muy distinta a la de hace unos pocos años. La relación de Israel con los Estados Unidos, aun sin Donald Trump en la presidencia es buena, sólida y de respeto. Las relaciones con Rusia y Putin, han sido determinantes para evitar males mayores en la frontera con Siria y las implicaciones de la guerra civil que allí se vive. Varios países árabes, bajo los Acuerdos de Abraham, han establecido relaciones con Israel. Estos logros, conseguidos desde la óptica de un gobierno de derecha, tampoco son ninguna trivialidad, y los reconocimientos al primer ministro no han sido determinantes para un resultado electoral definitivo.

La eficiencia del ejecutivo israelí es envidiable. Sin embargo, ello no le ha sido suficiente para ganar las elecciones en forma clara, aunque tampoco las haya perdido. Tampoco la popularidad de ciertas posturas de la oposición, ni el tema de la necesidad de desbancar al primer ministro han sido suficientes.  Así las cosas, Israel se ve rumbo a un proceso complicado de negociaciones para lograr coalición, con el riesgo cierto de unas quintas elecciones en ciernes.

La historia de Israel en sus escasos 73 años es pródiga en cuanto a desconocer los méritos de sus gobernantes cuando están en ejercicio. También, los reconocimientos a Israel y sus instituciones, a sus personeros y políticos, vienen más del exterior que del propio país. ¿Se cumple aquello de la Biblia acerca de la tierra que devora a sus habitantes? Los habitantes no tanto, los políticos con toda seguridad.

Israel, el país eficiente que obtiene logros impensables, de la mano de un primer ministro muy capaz, pero incapaz de consolidar un resultado electoral.  La antipatía que genera iguala o supera la eficiencia. Sí, eficiencia y popularidad no van de la mano en Israel.

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