¿Decisiones unilaterales o decisiones forzadas?

Donald Trump y Benjamín Netanyahu Foto: Casa Blanca Joyce N. Boghosian vía Flickr Dominio Público

El gobierno de Israel, conformado por una coalición algo extraña y
heterogénea, se prepara para tomar decisiones unilaterales respecto a áreas
importantes que se conocen como Cisjordania, Margen Occidental, o el más
antipático término de territorios ocupados.

Existe una larga y ya aburrida controversia respecto al tema. Los territorios
son parte del Israel histórico, la población palestina que allí reside es
importante, se reclaman mutuamente derechos de pertenencia y propiedad.

Existen allí ciudades y enclaves árabes-palestinos, asentamientos judíos, y se
aplica la ley militar, no la ley del Estado de Israel. Hay también campos de
refugiados palestinos, luego de 72 años de independencia de Israel, y luego de
transcurridos 53 años de la Guerra de los Seis Días, 19 campamentos con un
total de 754.411 refugiados registrados. Algo que merece una explicación
aparte, si es que tiene alguna.

Ha sido una promesa electoral, aplicar la ley de soberanía israelí sobre los
territorios de la Cisjordania. En fases muy probablemente, y se habla de un
30% para el mes de julio de 2020. Este paso, está impulsado y avalado por el
llamado Plan del Siglo, de la administración Trump. Plan que reconoce y
utiliza ciertas verdades históricas que, aunque conocidas por todos quienes
profesan una religión monoteísta o saben de historia, permanecen el baúl de la
indiferencia, para no molestar a contrapartes violentas.

Israel está motivado e influenciado para tomar decisiones unilaterales. La
ventana de oportunidad que representa la actual administración americana, se
puede cerrar tan pronto como en noviembre de 2020, si es que Donald Trump,
golpeado por los efectos de la pandemia y sus problemas domésticos, no logra la reelección.

Las decisiones unilaterales, no son novedad. En el año 2000, Ehud Barak
retiró en forma unilateral las tropas israelíes del Líbano. En el año 2005, Ariel
Sharon desalojó Gaza en forma unilateral. ¿Por qué? Porque, sencillamente,
no había el lateral opuesto, el otro lado con quien negociar, acordar y
documentar.

Seguro que actuar de forma unilateral no es lo mejor. Pero, a veces, la
necesidad de actuar impide seguir esperando. Más aún, si la contraparte no reconoce los derechos de Israel, ni siquiera al de su existencia. Este es, de
nuevo, el caso en esta oportunidad.

Quienes se oponen a la decisión de aplicar la soberanía israelí tienen sus
buenos argumentos teóricos. El primero, que es mejor una salida negociada.

Pero no ha sido posible. El segundo, es que siendo que hay cierta tranquilidad, una decisión de aplicación de soberanía israelí, cuyo término más
utilizado con fines no muy constructivos es el de anexión, despertaría la ira de
sectores palestinos. Además, incomoda a muchos países, aquellos que se dicen amigos de Israel y aquellos que se califican de enemigos.

En esta coyuntura de situación real, de estancamiento absoluto en
negociaciones, de elecciones en Estados Unidos, de un Plan del Siglo
enunciado y apoyado por los americanos, de ninguna iniciativa alternativa de
paz ni de negociaciones, y de una coalición de gobierno israelí dispuesta a dar
este paso, pareciera que la aplicación de soberanía israelí, en forma escalonada al principio, es un hecho dado.

La molestia palestina, es entendible. Pero no tiene mayor justificación en
virtud de la actitud de no negociar, no reconocer, mantener dos enclaves
palestinos separados e independientes.

La posición de algunos países, de disconformidad ante la eventual acción
unilateral israelí, no tiene la contrapartida necesaria, y hasta obligada, de
presionar a los palestinos a sentarse a una mesa de negociaciones y solventar
las situaciones de manera consensuada. A Israel se le exige la paciencia
infinita, y en atención a su poderío militar, se le acusa de ser cualquier cosa
menos de ser condescendiente.

Cabe preguntarse si se trata de decisiones unilaterales o, más bien, de
decisiones forzadas.

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