Causa 4.000: otra “bomba” que pone a prueba la continuidad de Netanyahu

Netanyahu, junto al jefe de policía Roni Alsheij (izquierda) Foto: Haim Zach / GPO

Ofer Laszewicki Rubin – Tel Aviv
Cuando tan solo han pasado algo más de dos semanas de la renuncia de Avigdor Liberman, el ex ministro de defensa que abandonó e hizo tambalear la coalición de gobierno por discrepancias sobre cómo afrontar el conflicto en Gaza, el primer ministro Benjamin Netanyahu afronta otra “bomba” que podría dinamitar su ejecutivo: la recomendación de la policía de llevarlo ante los tribunales por sospechas de que recibió sobornos.
A menos de un día para el final del mandato del jefe de la policía Roni Alsheij, el cuerpo policial publicó sus conclusiones sobre el llamado “caso 4.000”, tras concluir la investigación del caso que gira entorno a la compañía de telecomunicaciones Bezek y al portal de información digital “Walla News”. Además de señalar a Benjamin Netanyahu y a su mujer Sara, también se solicitó llevar ante los tribunales al empresario Shaul Elovich -ex jefe de Bezek- y su esposa Iris. Según la policía, el premier israelí cometió fraude y abuso de confianza, además de aceptar sobornos.
Los investigadores señalan que entre los años 2012 y 2017 Netanyahu intervino directamente en los contenidos de la página “Walla News” e influyó en la contratación de redactores y editores, utilizando contactos conjuntos con la pareja Elovich, que también influyó en la publicación de contenidos en el portal informativo que fueran beneficiosos para Bezek y el resto de sus actividades empresariales.
La prensa israelí define el suceso como el caso de corrupción más serio que involucra a Netanyahu. Probablemente, porque dos testigos protegidos del estado han ayudado significativamente a la policía: el anterior asesor de comunicación del premier Nir Hefetz, y el anterior director general del ministerio de comunicaciones, Shlomo Filber. Se cree que ellos han aportado las evidencias que pueden incriminar a su ex jefe.
 
LA SOMBRA DE LA CORRUPCIÓN
Varios casos de corrupción que presuntamente involucran al primer ministro israelí han salido a la luz en los últimos tiempos. El caso 1000 acusa a Netanyahu de haber recibido supuestamente decenas de miles de dólares en regalos –que incluyen puros y champán– de parte de Arnon Milchan, un productor israelí de Hollywood, y de James Packer, un magnate de los casinos australiano.
En el caso 2000, el premier está acusado de conspirar junto a Arnon Mozes -editor del popular rotativo Yediot Aharonot-, para debilitar al tabloide gratuito Israel Hayom, propiedad del “rey” de los casinos de Las Vegas Sheldon Adelson. En todos los casos, Netanyahu negó que se tratara de sobornos o comisiones, sino que eran regalos de amigos.
Además, el premier estuvo involucrado en otra investigación. El caso 3000 le relacionó en una supuesta corruptela en la venta de submarinos alemanes al ejército israelí, una compra que fue cuestionada por altos mandos de las FDI por innecesaria. La policía acusó al empresario Michael Ganor de sobornar a altos funcionarios israelíes para colocarse como agente negociador de ThyssenKrup, empresa fabricante de los submarinos. El abogado personal de Netanyahu, David Shimron, actuaba a su vez como representante de Ganor durante las negociaciones de venta de los costosos aparatos militares.
En los casos 1000, 2000 y la actual “bomba” del 4000, se espera la decisión del fiscal general del estado, Avichai Mendelblit, que es la única persona autorizada para ordenar una investigación o incriminar a un primer ministro mientras ejerce el cargo.
 
CORRUPCIÓN SISTÉMICA O PERSECUCIÓN POLÍTICA
“Estoy seguro que en este caso también, cuando las autoridades revisen el asunto, llegarán a la misma conclusión: no hay nada porque nada ocurrió”. Este es el argumento que esgrimió el mandatario israelí, unas palabras prácticamente idénticas a las que pronunció cuando salieron a la luz las anteriores corruptelas que supuestamente le incriminaban. A su vez, Netanyahu se encargó de recordar que “las recomendaciones, que no tienen valor jurídico, se filtraron antes de que empezara la investigación”.
El líder israelí aprovechó el factor de que la recomendación policial fue presentada justo un día antes de que el jefe del cuerpo, Roni Alsheij, dejara el cargo, para así presentarlo como una suerte de “vendetta” personal contra él. Una supuesta venganza cometida por un comisario –de reconocida ideología derechista- puesto en el cargo por el propio Netanyahu. Por otra parte, también reforzó su argumentación recordando que es habitual que líderes políticos tengan contactos directos con editores de medios de comunicación. No obstante, testimonios aportados por ex empleados de “Walla News” dan fe de las presiones que recibieron para evitar a toda costa publicar coberturas negativas sobre Bibi.
 
TEMPOS ELECTORALES
Desde la oposición cargaron duramente contra el primer ministro. Tzipi Livni, líder de la oposición e integrante de la coalición de centroizquierda “Union Sionista”, comentó que “Netanyahu debe irse a casa antes de que destruya la aplicación de las leyes para salvar su pellejo”. Y lanzó un claro mensaje: “el pueblo de Israel necesita un liderazgo limpio. ¡Elecciones ya!”. Su socio de coalición, el líder laborista Avi Gabbay, apuntó que “Netanyahu pasó a ser una losa para Israel. Alguien con una obsesión enfermiza sobre lo que dirá la prensa no puede dirigir el país”. Según reveló Times of Israel, el ex primer ministro Ehud Barak, formalmente retirado de la vida política, se reunión con Gabbay para tantear la opción de configurar un bloque unitario de centroizquierda que sea capaz de doblegar al actual premier en la próxima convocatoria electoral.
Las últimas encuestas siguen siendo favorables al líder del Likud. Y, como apunta el analista político de Haaretz Anshel Pfeffer, una nueva victoria en las urnas supondría una autómatica redención: “utilizaría la victoria como una suerte de validación legal de su cargo. La nación lo consideraría inocente. Esta sería la narrativa”. Si se produjera este escenario, podría convertirse en el único primer ministro de Israel que, mientras dirige el país, se defiende a sí mismo en las cortes judiciales.
En esta disyuntiva, Netanyahu podría aprovechar para dibujar un panorama de blancos o negros: “lo está planteando como una lucha entre la voluntad del pueblo, representada en el primer ministro, y los planes oscuros de jueces y fiscales que no han sido votados”, concluye Pfeffer.
La incógnita, de nuevo, es que ocurrirá con los tiempos electorales. Si Netanyahu aguantará la envestida y resistirá hasta el final de su mandato previsto para Noviembre de 2019, o si, por lo contrario, decide avanzar las elecciones generales. El balón cayó ahora sobre el tejado del fiscal general Mendelblit, quien tiene la última voz sobre si el premier debe ser juzgado.

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