Bueno y mejor, malo y peor

22 junio, 2021 , , ,
Yair Lapid - Foto: Debbie Hill/Pool vía REUTERS

Israel tiene nuevo tren ejecutivo. Un primer ministro joven, Naftali Bennett, con experiencia muy exitosa en varias carteras ministeriales y con posición ideológica definida. Se le puede señalar que accede al máximo cargo con solo seis escaños en la coalición que debe tener 60 o 61 sobre 120, pero también se debe resaltar que lograr esta posición en tales circunstancias es prueba de su capacidad, liderazgo y fuerza. El arquitecto de la coalición, con 17 escaños en su haber es Yair Lapid. Otro político con posicionamiento ideológico y con experiencia exitosa. Se desplaza Benjamín Netanyahu y al Likud, luego de doce años ininterrumpidos de mandato.

Es justo decir que, en términos generales, la gestión de Netanyahu fue positiva. Economía de primera, aciertos indiscutibles en la diplomacia a pesar del hostigamiento al cual es sometido Israel. Pocos avances en el tema de la paz con los palestinos, Gaza siempre caliente, pero no se puede decir que no hubo relativa tranquilidad, más aún si se analizan escenarios probables que hubieran sido calamitosos.

Una transición de un gobierno bueno a uno mejor es la consigna. A pesar de los problemas que confronta la coalición de gobierno por lo variopinta que resulta, de posiciones y enfoques diametralmente opuestos entre quienes la conforman, se tiene la esperanza que todos trabajen por el bien del país y sus ciudadanos, y nadie pone en duda sus buenas intenciones, y mucho menos las capacidades de todos los integrantes.  Se equivocan quienes presagian grandes cambios de fondo, porque la realidad solo admite algunos cambios de forma.

A menos de una semana de instalado el nuevo gobierno, se asoman en el panorama los mismos problemas que han venido acompañando a Israel, y cuyas soluciones no dependen de la buena voluntad ni la pericia de su gobierno de turno.

En la República Islámica de Irán, gana un candidato que se define como radical. Es poco lo que depende de Israel y su gobierno, sea cual sea su enfoque, para mejorar la situación y la amenaza que Irán significa a la seguridad del país. La administración Biden pareciera querer regresar al acuerdo nuclear, como en los días de Barack Obama. El primer ministro Bennett ha declarado, al respecto de ambos temas, en los mismos términos que hubiera declarado Benjamín Netanyahu.

Los primeros días de Bennett y Lapid, han encontrado a Gaza amenazante respecto a una marcha de banderas en Jerusalén y la posibilidad cierta de una vuelta a las hostilidades si se siguen lanzando balones incendiarios, cuando no cohetes. La transición de una situación mala a una peor se asoma al tapete, sin que ello dependa de las intenciones ni el estilo novedoso del nuevo ejecutivo israelí.

Es bueno que haya cambio de gobierno, y mejor si este es exitoso.  Es malo que la situación no se mejore, y peor si se deteriora.  De Israel sí depende ir de lo bueno a lo mejor y está en plena capacidad de lograrlo. Lo que de Israel no depende, es que se vaya de lo malo a lo peor, tanto así que pueda considerarse que, comparado con lo peor, lo malo es bueno.

Esperemos con optimismo ir de lo bueno a lo mejor. De lo malo, a lo bueno. Es la razón de ser de los verdaderos políticos del estado.

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