Según publicaciones extranjeras, como parte del acuerdo para devolver a la civil israelí que cruzó voluntariamente al territorio sirio, Israel financió muchas dosis de la vacuna rusa contra el coronavirus para los habitantes sirios. Pero no hay duda de que esas vacunas Sputnik V no llegarán al maltratado pueblo sirio, que las necesita para aliviar aunque sea un poco el sufrimiento causado por una década de sangrienta guerra civil, agravada por el COVID-19 el año pasado; sino más bien para los altos miembros y los asociados del régimen del presidente sirio, el carnicero de Damasco, Bashar al-Assad.
Algunos dirán que este es un gesto hacia Rusia y un pequeño precio que Israel debe pagar a cambio de la coordinación en curso con respecto a la libertad de acción de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en Siria. Sin embargo, Israel y Rusia se han coordinado desde el momento en que los rusos entraron en Siria en 2015, y no hay necesidad de un gesto u otro para preservar algo que es compatible con los intereses tanto israelíes como rusos. Sobre todo, el incidente indica que sobre otras alternativas, Israel prefiere el régimen de Assad, el mismo régimen que abusa de sus ciudadanos y permite a Irán y Hezbollah controlar activamente el país y construir una «máquina de guerra» contra Israel.
Fuente: INSS The Institute for National Security Studies