Miles de corredores se adentran en el Mar Muerto en el maratón más bajo del mundo

Vista desde el Hotel David en Ein Bokek Foto: Eduard Marmet Wikimedia CC BY-SA 2.0

Sobre la sal solidificada en diques que se adentran en el Mar Muerto y bordeando el agua por senderos frente a las montañas del desierto, 2.500 corredores participaron este viernes en Israel en un maratón por el lugar más bajo del planeta.

El Maratón del Mar Muerto es el legado de la conocida como «Carrera de Ein Gedi», que hasta el año pasado se organizaba en un área próxima, pero ahora ha tomado un nuevo impulso al ofrecer una ruta única entre islotes de sal sedimentada.

«Es un evento histórico, porque en este lugar es la primera vez que civiles pueden correr por el dique», explicó uno de sus organizadores Daniel Keren, sobre la plataforma que se adentra en el Mar Muerto y alcanza la frontera jornada.

Antes del amanecer, sonó el pistoletazo de salida en el sur de Israel para la primera tanda de participantes que corrió los 50 kilómetros, la distancia más larga de los cuatro tramos que tiene la carrera, en la que también había maratón, medio maratón y 10 km, cuyos corredores salieron de forma consecutiva.

Quienes se atrevieron con la categoría de Supermaratón fueron los que accedieron más al centro del lago rico en minerales, en el que no sobreviven peces ni animales, pisando una superficie asfaltada por la sal.

«El escenario y las vistas son las más hermosas, en el lugar más bajo del mundo (a más de 400 metros bajo el nivel del mar). Recomiendo a todos venir, correr este maratón y disfrutar todos los lugares», declaró unas de las ganadoras, la israelí Merav Minces, que completó los 50 kilómetros en 3.55 horas.

Desde las 3.00 GMT, todavía de noche, los 2.500 participantes fueron recogiendo las acreditaciones y calentando frente al lago; un centenar de ellos llegados desde cincuenta países como Colombia, Italia, Ucrania o China, incluida una delegación de Jordania, país ubicado en la orilla opuesta.

Durante el recorrido, nueve puntos de abastecimiento ofrecían dátiles, bebidas energéticas y agua a los corredores, mientras DJs pinchaban reguetón latino y tecno que hicieron bailar no solo a los corredores sino a los soldados del Ejército israelí que vigilaban los tramos de los diques, en esta zona militar que se abrió solo para este evento.

Sin incidentes, salvo los habituales tirones musculares y el agotamiento al final del recorrido, los deportistas disfrutaron de una jornada con una humedad baja que les permitió correr sin agobios y terminar antes del medio día, cuando las temperaturas pueden superar los 20 grados en invierno.

La meta, situada en la zona hotelera de Ein Bokek, dio la posibilidad a los participantes y visitantes de completar la jornada con un ambiente festivo, en el que recogieron las medallas y brindaron en los chiringuitos de las playas artificiales.

Para sus organizadores ha sido la primera edición de un maratón con el quieren también llamar la atención del deterioro medioambiental del Mar Muerto, que pierde más agua de la que recibe y podría llegar a desaparecer en ochenta años.

El lugar además es simbólico al ubicar la historia bíblica de la huida de Lot y su familia de Sodoma y Gomorra, cuando Dios prohibió que se giraran y su mujer, Edith, quedó convertida en estatua de sal por desobedecer y darse la vuelta.

«Básicamente es mi consejo a los corredores. Nunca mires atrás, siempre mira hacia delante y sigue corriendo», recomendó Keren. EFE

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