La Parashá de la Semana – Rabino Yerahmiel Barylka

31 octubre, 2019 , ,
Foto: Mark Neyman / GPO

Los píos preocupados únicamente de ellos mismos

La personalidad de Noaj, discutida por nuestros sabios, me atrajo desde niño. ¿Era o no era tzadik? ¿Fue el “tzadik in peltz” (misericordioso envuelto en abrigo de piel, que sólo está preocupado por calentarse a sí mismo en días de frío) de nuestro folklore o un verdadero justo? ¿Podemos aprender algo de su conducta antes y después del diluvio universal o mejor leemos el texto sin detenernos? ¿Cómo hubiéramos actuado en su lugar?

En el templo al que concurría con mi padre z”l, dos filas delante de las nuestras, había un señor mayor que yo quería mucho (nos repartía dulces cuando a un guiño de él levantábamos los sidurim que otros habían dejado en sus mesas) y se llamaba Noaj, y por lo menos una vez por año era objeto de bromas por sus vecinos de asiento que pedían le inviten subir a la Torá, aunque su cumpleaños acaecía en otra fecha. Él defendía el personaje cuyo nombre llevaba, citando a Rashí, quien con proverbial maestría intentó contestar el dilema con la discusión entre rabí Iojanán y Reish Lakish en Sanedrín, dejándonos de alguna manera, la elección en nuestras manos. Después de todo Noaj, fue tratado con superlativos difícilmente aplicados a ningún otro en toda la Torá. No pude, en aquel entonces, sino unirme a quienes interpretan muy relativamente su tzadikismo. La discusión de Sanedrín 108a, aparece en Bereshit Raba entre rabí Yehudá y rabí Nejemia, casi en los mismos términos, se interroga el grado de su piedad. El versículo (7:1) en el que .A. le dice a Noaj: “Entra tú y toda tu familia en el arca, porque a ti he visto justo delante de mí en tu generación”, limita de alguna manera el primero de nuestra parashá “Noaj, hombre justo, era tamim – perfecto [¿?] – entre los hombres de su generación” (6:9).

Tamim es interpretado como humilde y paciente (Rashí), y como Tzadik en sus acciones y entero en su corazón (Ibn Ezra). Pero .A. no usa ni el término tamim y habla únicamente de la generación de Noaj sin dar lugar a las especulaciones de otros tiempos. Rashí nuevamente magistral intenta solucionar el interrogante diciendo que “en presencia de la persona no se la elogia sino parcialmente”, por lo que no hay contradicción. Nunca supe, si esa nueva enseñanza de Rashí significaba también que él personalmente creía en la superioridad espiritual de Noaj o no.

Sin embargo, hoy, tantos años después, regreso al modelo de tzadikismo pasivo de Noaj. Con su accionar se salvó junto a su familia, porque no era malvado. Pero, no ejerció el liderato que se podía esperar de él para salvar a los demás. En ello no puede compararse ni con Abraham ni con Moshé. El profeta Yejezkel, sigue esta línea de considerar tzadik a quien está en condiciones de salvarse de la destrucción (14 12): “Vino a mí palabra de .A., diciendo: «Hijo de hombre, cuando la tierra peque contra mí rebelándose pérfidamente, y extienda yo mi mano sobre ella, le corte el sustento de pan, envíe sobre ella hambre y extermine de ella a hombres y bestias, si estuvieran en medio de ella estos tres hombres: Noaj, Daniel y Job, solo ellos, por su justicia, librarían sus propias vidas, dice .A., el Señor”. Noaj caminó con .A., porque si no, no hubiera podido ser justo. Se hubiera caído. Necesitaba del apoyo. Y si él no podía sostenerse no tenía la fuerza para apoyar al otro. Abraham no necesitaba de ese apoyo. Caminaba solo. “Abram tenía noventa y nueve años de edad cuando se le apareció .A. y le dijo: Yo soy el .A. Todopoderoso. Anda delante de mí y sé perfecto” (Bereshit 17).

Noaj se encerraba y temía mezclarse con la gente para no absorber de ellos lo negativo. Abraham salía a estar con todos sin temor alguno. Su fe era completa. Su fortaleza interior integral. De esa manera no sólo acercaba a las personas al judaísmo sino que los podía salvar de la destrucción. El conocía al otro. Se unía a él para tomar lo mejor y multiplicarlo.

El Midrash también compara a Noaj con Moshé. Acerca de Noaj sabemos que “comenzó a ser un hombre de la tierra”. Inició como justo y finalizó uniéndose a las partes más bajas de sí mismo. Moshé, fue llamado “el egipcio” en Shemot 2:19, llega a la categoría de ser “varón de .A.”, en Devarim 33:1. Por lo visto, las personas pueden iniciar su accionar en categorías bajas y elevarse, si cumplen su misión particularmente si son líderes o maestros, y pueden iniciar alto y derrumbarse porque olvidan que uno no puede elevarse solo apartado de los demás.

Nuestra época, es en muchas actitudes pre diluviana y de nuestros conductores esperamos que sepan involucrarse en el compromiso de salvar a los demás, enseñarles, unirse a ellos para lograr que mejoren y construyan una sociedad más justa y formen un pueblo que responda a los mandamientos y a los llamados de la ética y la moral. Pero… no siempre vemos satisfechas nuestras expectativas.

Pero, diluvio ya no vamos a tener. .A. aceptó que no somos mejores que los de épocas pretéritas, ni que ningún diluvio nos mejorará aún más. El diluvio no cambió la naturaleza humana ni modificó las conductas de los seres humanos. La única diferencia es que, al establecerse la normatividad, aparece la posibilidad del castigo por el crimen cometido, lo que hace que hasta el mismo Noaj pueda ser juzgado retroactivamente según esas pautas. .A. reconoce que el instinto del hombre es perverso desde su juventud, pese a lo cual promete no volver a maldecir la tierra por culpa suya, ni destruir a todos los seres vivientes, y mientras la tierra exista, habrá siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, y días y noches. Por eso, no debemos oír a quienes nos amenazan con nuevas inundaciones que pueden acabar éste, nuestro decadente mundo.

Con los años, y pese a que Noaj se emborrachó, y perdió la oportunidad indiscutible de ser como Abraham o Moshé, y pese a que no hemos escarmentado lo suficiente para ser justos, o quizás por eso mismo, he comenzado a juzgar a Noaj con mayor benevolencia. En su tiempo, sólo él, pudo ser la simiente de un nuevo mundo. También nuestro mundo sería distinto si por lo menos, él estuviera con nosotros.

Lástima que no se lo puedo decir a aquel Noaj que recuerdo hasta hoy día por su bondad.

Caminar con Dios

El primer verso de Parashat Noaj describe a Noaj como un “hombre justo” que “caminó con Dios” (“et ha-Elokim hithalej Noaj”). Sforno explica “caminar con Dios” en el sentido de, “Él siguió sus caminos, de ayudar a otros y reprender a sus contemporáneos”. A diferencia de otros comentaristas, que retratan a Noaj como una persona indiferente a su sociedad y apático a la decadencia moral que caracterizó a su generación, Sforno sostiene que la Torá describe específicamente a Noaj como a un individuo sensible, comprometido que trató a los demás con amabilidad e hizo un esfuerzo sincero para influir de manera positiva. Sforno hace un comentario similar (en Bereshit 5:24) en la explicación de la descripción de la Torá de Janoj porque “caminó con Dios”. Sforno explica que esta frase se refiere a la bondad y a un intento de ejercer influencia positiva. Estos dos hombres, Noaj y Janoj, finalmente fueron separados de la gente de su tiempo a causa de su piedad excepcional. Noaj fue protegido de las aguas, que asolaron a sus contemporáneos por estar aislado en el arca, y Janoj, como explica Rashí, fue llevado al Gan Edén con vida, para no caer presa de las influencias negativas de la gente de su tiempo. Podríamos haber asumido – y algunas fuentes rabínicas de hecho expresan este punto de vista – que Janoj y Noaj fueron separados de sus contemporáneos específicamente porque habían decidido separarse. A medida que los hombres justos que viven en un mundo corrupto y pecaminoso, optan por la separación y el apartamiento, Dios profundiza aún más este proceso mediante su separación de forma permanente del resto del mundo. Esta lectura puede parecer consistente con la frase “caminar con Dios”, que podría entenderse en el sentido de adherirse a Dios excluyendo a los seres humanos y eligiendo el alejamiento de la sociedad con el fin de aferrarse a la espiritualidad. Sforno, sin embargo, no podía tolerar tal interpretación. En su opinión, “caminar con Dios” sólo puede significar la adhesión a la bondad, la sensibilidad y la participación directa, e intensiva en los asuntos humanos del Todopoderoso. Si una persona se aferra a Dios, entonces él hace lo que hace Dios – que compasivamente se preocupa por los demás y trata de proporcionarles sus necesidades. Del mismo modo que Dios desciende, por así decirlo, para el cuidado de los seres humanos, las personas que “caminan con Dios” son los que – no a pesar de su elevada altura de su piedad, sino específicamente debido a su eminente estatura de su misericordia – están comprometidos con la sociedad y con personas de todo tipo, con el fin de cuidar de ellos y beneficiar y reparar al mundo. De acuerdo con Sforno, no es posible “caminar con Dios” aisladamente de la sociedad, sino participando activa y genuinamente en la preocupación por el prójimo.

«Entra tú y toda tu familia en el arca porque a ti he visto justo delante de mí en tu generación» (7:1)

Una de las preguntas más difíciles que nos presenta la Torá es la referida al Diluvio Universal y a su actor más visible, Noaj. Si Noaj es un justo, es una cuestión que en su momento, Rashí con proverbial maestría intentó contestar con la discusión entre Rabí Iojanán y Reish Lakish en Sanedrín, dejándonos de alguna manera, la elección en nuestras manos. Pero, aún seguimos preguntándonos si además del castigo a una generación que se había pervertido, el diluvio sirvió para que el ser humano sea mejor.

El diluvio universal fue un parteaguas en la Creación, provocando el nacimiento de una nueva, apenas bajaron las aguas. Uno de los más discutidos filósofos de las últimas décadas, Yeshayahu Leibowitz, veía que el mundo anterior al diluvio que fue creado por la Misericordia Divina, fue conducido sin seguir las reglas de la naturaleza. Según nuestra visión de normalidad todo en él era milagroso, en él no había orden definido, los cambios eran imprevisibles e ilógicos, las temperaturas pasaban de un extremo a otro sin que se sucedieran las estaciones, podía cambiar y ser destruido en cualquier instante. Pero, en el nuevo mundo nacido después del diluvio, hay normas universales que rigen la naturaleza y otras que rigen las conductas de los seres humanos, como los siete preceptos de los hijos de Noaj decididos aún antes de la entrega de la Torá en Sinaí. El diluvio no cambió la naturaleza humana ni modificó las conductas de los seres humanos. La única diferencia es que, al establecerse la normatividad, aparece la posibilidad del castigo por el crimen cometido, lo que hace que hasta el mismo Noaj pueda ser juzgado retroactivamente según esas pautas. Una vez que existe la norma se puede saber cuál será la consecuencia de su violación. .A. reconoce que el instinto del hombre es perverso desde su juventud, pese a lo cual promete no volver a maldecir la tierra por culpa suya, ni destruir a todos los seres vivientes, y mientras la tierra exista, habrá siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, y días y noches. (Ver Bereshit 8:21-22). Si aceptáramos ese razonamiento, concluiríamos que el nuevo mundo es menos bueno que el anterior. El nuevo necesita de normas más claras, de regularidad, y ya no hay confianza en las capacidades humanas de elegir entre el bien y el mal si esos valores no son normados.

El Rabino Dr. Yejezkel Lichtenstein, nos dice que Noaj y su familia fueron los primeros habitantes del nuevo mundo, sólo que se encontraban vestidos en el momento del nacimiento del nuevo universo. Pero en las personas nada cambió. Noaj se emborrachó, Jam fue maldecido, y el instinto de los seres humanos continúa siendo perverso desde la juventud. Pese a que el mundo ha cambiado, los seres humanos regresaron a ser lo que fueron antes. No escarmentaron con el terrible castigo. El rav de la yeshivá donde estudié, planteaba que también en otras oportunidades, .A. había reducido el “standard de excelencia” de sus criaturas, incapaces de elegir una vida más elevada. Enumeraba a las segundas tablas escritas por la mano de Moshé a diferencia de las primeras que, con el mismo texto, había escrito .A. mismo, a la discusión que los jajamim traen acerca de las críticas de Iosef a sus hermanos a quienes le exigía una conducta de mayor pureza, e incluso a la orden de regresar a la cueva que una Voz le diera a Shimón bar Iojai y a su hijo después que habían “quemado” a quienes se ocupaban de trabajos mundanos. El diluvio sólo logra corroborar que los seres humanos no pueden aceptar el nivel que se les exigía en la primera Creación.

En cuanto a Noaj, tratado con superlativos difícilmente aplicados a ningún otro en toda la Torá, desde que escuché por primera vez el concepto de “tzadik in peltz”, -un pío envuelto en abrigo de piel- (que sólo está preocupado por calentarse a sí mismo en días de frío), no pude sino unirme a quienes interpretan muy relativamente su tzadikismo. La discusión de Sanedrín 108a, aparece en Bereshit Raba entre rabí Yehudá y rabí Nejemiá, casi en los mismos términos: que fue tzadik, ambos coinciden, la pregunta es cuál fue el grado de su piedad. El versículo (7:1) en el que .A. le dice a Noaj: “Entra tú y toda tu familia en el arca, porque a ti he visto justo delante de mí en tu generación”, limita de alguna manera el primero de nuestra parashá “Noaj, hombre justo, era tamim –perfecto [¿?]- entre los hombres de su generación” (6:9).

Tamim es interpretado como humilde y paciente (Rashí), y como Tzadik en sus acciones y entero en su corazón (Ibn Ezra). Pero .A. no usa ni el término tamim y habla únicamente de la generación de Noaj sin dar lugar a las especulaciones de otros tiempos. Rashí nuevamente magistral intenta solucionar el interrogante diciendo que “en presencia de la persona no se la elogia sino parcialmente”, por lo que no hay contradicción. También para .A., siguiendo ese criterio Noaj es casi perfecto.

Sin embargo, regreso al modelo de tzadikismo pasivo de Noaj. Con su accionar se salvó junto a su familia, porque no era malvado. Pero, no ejerció el liderato que se podía esperar de él para salvar a los demás. En ello no puede compararse ni con Abraham ni con Moshé. El profeta Yejezkel, sigue esta línea de considerar tzadik a quien está en condiciones de salvarse de la destrucción (14 12): “Vino a mí palabra de .A., diciendo: «Hijo de hombre, cuando la tierra peque contra mí rebelándose pérfidamente, y extienda yo mi mano sobre ella, le corte el sustento de pan, envíe sobre ella hambre y extermine de ella a hombres y bestias, si estuvieran en medio de ella estos tres hombres: Noaj, Daniel y Job, solo ellos, por su justicia, librarían sus propias vidas, dice .A., el Señor”. Noaj caminó con .A., porque si no, no hubiera podido ser justo. Se hubiera caído. Necesitaba del apoyo. Y si él no podía sostenerse no tenía la fuerza para apoyar al otro. Abraham no necesitaba de ese apoyo. Caminaba solo. “Abraham tenía noventa y nueve años de edad cuando se le apareció .A. y le dijo: –Yo soy el .A. Todopoderoso. Anda delante de mí y sé perfecto” (Bereshit 17).

Noaj se encerraba y temía mezclarse con la gente para no absorber de ellos lo negativo. Abraham salía a estar con todos sin temor alguno. Su fe era completa. Su fortaleza interior integral. De esa manera no sólo acercaba a las personas al judaísmo sino que los podía salvar de la destrucción. El conocía al otro. Se unía a él para tomar lo mejor y multiplicarlo.

Por último el midrash también compara a Noaj con Moshé. Acerca de Noaj sabemos que “comenzó a ser un hombre de la tierra”. Inició como justo y finalizó uniéndose a las partes más bajas de sí mismo. Moshé, fue llamado “el egipcio” en Shemot 2:19, llega a la categoría de ser “varón de .A.”, en Devarim 33:1.

Las personas pueden iniciar abajo y elevarse si cumplen su misión particularmente si son líderes o maestros, y pueden iniciar alto y derrumbarse porque olvidan que uno no puede elevarse solo apartado de los demás.

Nuestra época, es en muchas actitudes pre diluviana y de nuestros conductores esperamos que sepan involucrarse en el compromiso de salvar a los demás, enseñarles, unirse a ellos para lograr que mejoren y construyan una sociedad más justa y formen un pueblo que responda a los mandamientos y a los llamados de la ética y la moral.

Pero, diluvio ya no vamos a tener. .A. aceptó ya que no somos mejores que los de épocas pretéritas, ni que el diluvio nos mejorará aún más. Por eso, nuestro compromiso social debe ser aún mayor.

La tragedia de Noaj

El Zohar explica que Noaj tenía miedo de que si oraba por su generación, él mismo no estaría a salvo. ¿Cómo podemos entender esto? Para ello tenemos que hallar la naturaleza de la tefilá. Para implorar por alguien, tienes que entenderlo; te tienes que identificar con sus luchas, sus miedos, su historia, su persona. Noaj tenía miedo que su oración le acercaría a su generación y tal vez se vería influenciado por su mala conducta. Por el contrario, Abraham entendió a la gente de Sdom, dándose cuenta de lo que hacían. Pero no tuvo ambages de orar por ellos.

Curiosamente, el Zohar relata que Noaj al salir del arca, inspeccionó la destrucción a su alrededor, llorando: “Dios, ¿es ésta tu misericordia?” Dios entonces reprendió a Noaj: “Durante 120 años [el tiempo que se tardó en construir el arca] esperé por sus oraciones…”

Este Zohar acentúa la tragedia de Noaj que tenía el potencial para salvar a su generación, ya que era uno de ellos. Sin embargo, en lugar de ser pro-activo, simplemente renunció a ampararlos. El Talmud (Sanedrín 108a) describe el origen de su maldad: “se convirtieron en vanidosos y pretenciosos como resultado de la bondad que Dios les otorgó”. “Su alta calidad de vida, les hizo rechazar a Dios”, “Dicen, pues, a Dios: apártate de nosotros, Porque no queremos el conocimiento de tus caminos. ¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos? ¿Y de qué nos aprovechará que oremos a él? (Job 21: 14-15)”.

El midrash, además, comenta sobre el estilo de vida de su generación. Su tecnología fue avanzada hasta tal punto, que el midrash relata, que rara vez tenían que trabajar.

Rabí Tzadok Hacohen Rabinowitz de Lublin (Kreisburg, 1823 – Lublin, Polonia, 1900) escribe que los miembros de la generación de Noaj disfrutaban de demasiado tiempo libre. ¿Qué podría Noaj lograr en una cultura de este tipo con una gran cantidad de tiempo libre, pero en la que no había aspiraciones espirituales? Quizás Noaj razonaba, “No puedo llegar a la gente en un mundo así. Dios mismo tiene que cambiar la naturaleza del mundo y no yo.”

Si rabí Tzadok viviera hoy, podría hacer una declaración similar acerca de nuestra propia cultura. Oramos para gozar del tiempo libre, así podremos estudiar Torá. Pero ¿qué pasa con los que aún no están familiarizados con la Torá, o los que rechazan la Torá? ¿Cómo utilizan su tiempo libre? Cada uno tiene su propia respuesta…

Noaj se incomunicó a sí mismo de su generación, y se encontró aislado en el arca. Triste suerte que él mismo se creó.

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