Israel busca reconocimiento en el Golán

El embajador de EE.UU. David Friedman, el primer ministro Benjamín Netanyahu y el senador Lindsay Graham en el Golán Foto: GPO Amos Ben Gershom vía Flickr

El senador norteamericano Lindsay Graham dijo a la emisora estatal  Kan poco antes de visitar las Alturas del Golán, junto con el primer ministro, Benjamín Netanyahu, que hay “vientos alentadores desde la Casa Blanca” para el reconocimiento norteamericano de la anexión israelí sobre la estratégica meseta.

En febrero, los senadores Ted  Cruz y Tom Cotton, junto con el representante Mike Gallagher, todos ellos republicanos, introdujeron una resolución “para asegurar que Israel retenga el control de las Alturas del Golán”.

Paralelamente, los líderes de la principal lista de oposición Azul y Blanco, los ex jefes del Estado Mayor, Benny Gantz, Moshé Yaalón y Gabi Ashkenazi, y el ex periodista  Yair Lapid, visitaron el lugar y aseguraron que la meseta “nunca será devuelta”.

El Golán puede verse como un gran balcón desde donde se domina el norte de Israel, desde la Alta Galilea hasta el puerto de Haifa. Si Israel no fue arrastrado a la guerra civil siria, que ya lleva ocho años, fue por una sola razón: su control sobre la meseta.

Hace algunos meses, detrás de la frontera operaban Al Qaeda y el Estado Islámico. Actualmente, maniobran allí los generales iraníes con sus milicias aliadas chiís, entre ellas Hezbollah.

El plan estratégico iraní para el largo plazo es dominar el espacio sirio, y el modelo que está aplicando es el que le dio fabulosos resultados en el Líbano y luego en Irak, sugiere el analista Jonathan Spyer.

Netanyahu le dijo a Graham que sin el Golán, Irán estará en la orilla del Mar de Galilea (Kineret).

Atrás quedaron las fracasadas negociaciones del 2000 con Siria, en Shepherdston, Virginia, cuando el entonces primer ministro israelí, Ehud Barak, acordó regresar a la frontera internacional del Mandato Británico, que dejaba en manos de Israel al Mar de Galilea y el río Jordán, incluyendo una franja de diez metros al este del lago y 50 metros al este del Jordán. Damasco rechazó la oferta y exigió regresar a las líneas anteriores al 4 de junio de 1967, que incluían zonas que los sirios ocuparon a principios de los años cincuenta, al oeste de la frontera internacional, en Hamat Gader, Almagor y la costa oriental del Mar de Galilea, lo que le permitiría a Siria el acceso y derechos al lago y al río Jordán.

Barak explicó luego que el entonces presidente sirio, Hafez Assad, estaba muy enfermo y más preocupado por dejarle el gobierno a su hijo. Hoy en día, Siria es un país fragmentado. Bashar Assad manda, con la ayuda de Irán y Rusia, apenas el 60 % del territorio, con los islamistas y rebeldes sunitas sirios, respaldados por Turquía, que se adueñaron de la provincia norteña de Idleb y los kurdos, aliados de Estados Unidos, que controlan el noreste y buscan al menos autonomía en un estado federativo.

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