Benjamín Netanyahu y su esposa Sara arriban a Brasil Foto: Avi Ohayon GPO

Bryan Acuña Obando – Analista Internacional

En el artículo anterior, titulado “Oportunidades de Israel en América Latina”, una de las consideraciones finales para destacar las nuevas e importantes relaciones entre el Estado de Israel y el gobierno brasileño al mando de Jair Bolsonaro fue la circunstancia de que Brasil es catalogado como un Estado eje dadas sus dimensiones físicas, cantidad de personas y tamaño de economía, por lo que una caída estrepitosa de este país -que es la principal potencia latinoamericana- generaría un efecto dominó muy dañino para toda la región.

Sin embargo, Brasil no solamente es importante desde su condición política como estado axial, sino que además es considerado una economía emergente de gran importancia. Se prevé que para el año 2030 llegue a una cifra cercana a los US$4 mil millones, lo cual de fortalecerse la relación entre Jerusalén y Brasilia le abriría las puertas a Israel para sumar otros mercados alternativos con los cuales combatir los movimientos de boicot en su contra, que se dan en Europa principalmente. Brasil, junto con India, son en estos momentos los únicos dos mercados emergentes que se espera que tengan un margen de crecimiento positivo entre 2018  y 2019.

De modo informativo es importante decir que en la actualidad Brasil representa el 28% de las importaciones que realiza Israel desde América del Sur, siendo este país su principal socio en esa categoría. De igual manera, los brasileños representan el 54% de las exportaciones que realiza Israel hacia Sudamérica, siendo en ambos casos Colombia el segundo mercado en importancia de esa región para los israelíes, lo cual además fortalece el concepto planteado en el artículo anterior sobre la importancia de estos dos países en la actualidad para la política exterior de Jerusalén en esta zona.

Otra consideración importante es que el sector primario brasileño es el que destaca entre los principales exportadores hacia territorio israelí, mientras que en el área de importaciones, es el sector secundario israelí (pesticidas y fertilizantes) el principal mercado del que importan los brasileños productos desde Israel.

Sin embargo, la principal duda que genera la relación entre los gobiernos de Israel y Brasil es cuánto tiempo se pueda extender, ya que en América Latina es común alternar gobiernos de un lado y otro del espectro político dependiendo de la gestión ejercida. En caso de un mal gobierno por parte del presidente Jair Bolsonaro, esto podría ocasionar que regresen al poder políticos asociados con el Foro de Sao Paulo, lo que cortaría cualquier avance favorable para los israelíes en esa importante zona del continente, o congelaría avances en algunos puntos de la agenda exterior de Israel.

Otro elemento que se debe considerar en la relación entre ambos gobiernos es la actuación que tenga el presidente Bolsonaro, ya que algunos lo catalogan de tener una personalidad volátil, están otros que lo comparan con el presidente Trump; lo cual no se termina de entender si es bueno o malo por sí mismo, y están quienes lo ubican como un “líder populista” o “evangélico radical”.

Cualquiera que sea la posición sobre el presidente brasileño, lo cierto del asunto es que dependiendo del involucramiento en relaciones entre este y el Primer Ministro israelí, las situaciones anómalas del gobierno de Brasil pueden dar pie a teorías conspirativas encontrando el chivo expiatorio perfecto para acusar y señalar.

El interés mostrado por el presidente Bolsonaro con el traslado de la embajada desde Tel Aviv hacia Jerusalén da una señal de cuánto repercutirá este tipo de decisiones a nivel mediático, por lo que si bien la alianza debe aprovecharse porque no sabe cuánto tiempo se extenderá, Israel debe plantear una ruta de salida para evitar inmiscuirse directa o indirectamente en otras polémicas políticas que lo puedan afectar. No será positivo para nada pringarse del barro que se pueda generar en este país, donde los riesgos de ser acusado de corrupto son altos.

Por último, ambos gobiernos pueden sacar provecho de la relación, pero mientras la relación sea frágil, cualquier avance que se logre en este gobierno, si va mal encaminado, podría revertir los elementos positivos -al menos para Israel- en el siguiente mandato. Por lo que si Israel ha planteado la estrategia correcta, el gobierno de Bolsonaro será una puerta de entrada con otros países de la región y mejora en cuanto a su posicionamiento, pero de “casarse” solo con esa opción, el futuro podría no ser muy promisorio para la política exterior israelí y los alcances efímeros.

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