¿Hacia un abismo colectivo?

28 noviembre, 2019
Benjamín Netanyahu Foto: GPO Amos Ben Gershom vía Flickr

Expongo las siguientes reflexiones horas o días antes del veredicto final sobre la equívoca conducta de la familia Netanyahu. Tendrán peso adicional cuando se publiquen.

Primero, porque la importancia del veredicto es relativamente inferior en comparación con los oscuros hechos y tendencias que ya se vislumbran en el horizonte del país. Y después, porque la perspectiva histórica no imprimirá alta importancia al tabaco y al champagne recibidos a cambio de favores personales, conducta que en no pocos países apenas suscitaría asombro o atención. Juzgo que tendrán relieve superior las consecuencias y el caos que estos episodios ya provocan y conducen a cuestionar la legitimidad y existencia del país.

El actual desorden ideológico, social y militar en Israel tiene múltiples e ingratas expresiones. Desde hace un año las actividades parlamentarias están canceladas, un hecho que no impide a sus representantes seguir percibiendo salarios cuatro veces superior a los de un dedicado maestro de escuela. Es más: los insultos que intercambian no sólo afean las apenas humanas relaciones entre ellos; trascienden al público y animan enfrentamientos retóricos que pueden conducir a peligrosas escisiones.

El desorden en las carreteras, la escasez y la violencia en los hospitales, la parálisis administrativa en los centros urbanos, el ascendente costo de las viviendas, la parálisis presupuestaria, la previsible inflación: algunas expresiones de la crisis sistémica que en estos días abruma al país. Y al lado de ellas la cercana posibilidad de un enfrentamiento militar acelerado por actos y declaraciones por parte de ministros que, después del rezo matutino, adoptan posturas napoleónicas para provocar al enemigo.

Felizmente, el alto mando militar acierta a neutralizarlas de momento. Pero, ¿no quebrará en los próximos días o semanas como resultado del nervioso ánimo de algunas figuras para las que la sobrevivencia política -incluso limitada- parece ser más importante que la seguridad ciudadana y la vitalidad nacional?

En estas oscuras circunstancias corresponde preguntar: intentará algún representante parlamentario encabezar una novedosa coalición gubernamental, ya sea con miembros auténticamente convencidos de los peligros militares y sociales que abruman al país, ya sea porque temen no ser reelectos en alguna próxima puja electoral ?

Si tal proceder fuera personal y secreto no cabe dudar que este escenario podría abrirse. Pero de momento la coincidencia fundamental y fundamentalista de la derecha israelí jefaturada casi militarmente por Netanyahu aleja esta perspectiva.

Vislumbro entonces una oscura e ingrata posibilidad: un violento choque militar que con la activación de recursos electrónicos y no convencionales que apenas se conocieron en tiempos pasados tendrá graves resultados en esta región del mundo.

Juzgo que si Netanyahu pone razonables límites a su sed de poder, si la opinión pública trata con equidad no sólo a rabinos que desprecian la democracia y la equidad ciudadana sino también a figuras extranjeras que ponen en tela de juicio el rumbo nacional, si las diásporas israelí y judía vocean su inquietud en públicas tribunas, sólo entonces nuestra existencia nacional recuperará alentadoras perspectivas. ■

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