Soldados de LAS FDI. Foto: Portavoz de la FDI.

Hace unos días, las Fuerzas de Defensa de Israel presentaron su plan multianual de estructuración, inversiones y cambios.  No es necesario entrar en detalles, pero llama la atención que se suprimen batallones de tanques en aras de unidades que utilicen más tecnología de punta y sean rápidos, eficaces y eviten la exposición de soldados.

Como siempre en Israel, cualquier decisión de cualquier índole, genera un gran número de opiniones y de conjeturas.  Israel es un país donde todos sus ciudadanos califican para el cargo de Primer Ministro, y sus razonamientos son bastante lógicos.  La disminución de la fuerza bruta y letal que significan los tanques llama la atención, y el comentario del Ministro de la Defensa en el sentido de aprovechar las capacidades tecnológicas en detrimento de otras más antiguas, también tiene su asidero.

Pero no son estos comentarios los que más llaman la atención.

Lo que es sorprendente es que, a 72 años de la fundación del estado, la supervivencia de este y la situación no ya de paz, si no de no agresión, se base en la superioridad militar y no en reconocimientos, acuerdos de paz y convivencia entre pueblos y sociedades.  A más de 3800 años de vida nacional de los israelitas, seguimos en más o menos las mismas.

La solución de dos estados para dos pueblos, con todo y su muy razonable sustento, no ha sido una tesis que haya prosperado.  No hace falta mencionar los argumentos a favor o en contra de la tesis, basta con ver los resultados en la realidad que vivimos. No se ha avanzado al respecto.  No hay acuerdos de paz, hay dos entes palestinos, no se reconoce el derecho de los judíos a un estado, no hay fronteras mutuamente reconocidas.  Existe la amenaza latente de una ola de terrorismo que se disuade a través de una posición de más fuerza, con las bajas e inconvenientes de rigor.

Y es precisamente esta la frustración.  Que la paz sea el producto de la disuasión, de tener más fuerza que el adversario para que este lo piense antes de aventurarse a agredir.  Dice el salmo: “Di-s dará fuerza a su pueblo, Di-s lo bendecirá con la paz”.  Es una paz que proviene no del respeto, no de la consideración.  No. Es una paz que proviene de la disuasión, de prepararse para la guerra y entonces vivir en paz.

En menos de un mes se efectuarán elecciones en Israel.  Tercera fecha de un mismo proceso, por la imposibilidad de haberse formado coalición.  La agenda social del país es exigente.  La salud, la educación, el presupuesto.  Todos los aspectos de un estado muy dinámico requieren atención, y en todos hay mucho por hacer, mejorar o cambiar.  No obstante que ya Israel sea un país de los considerados desarrollados.

Pero como en todas las elecciones de la historia del estado, el tema fundamental y el que con la mayor probabilidad sea el que termine definiendo el ganador de la contienda, y aquel capaz de formar gobierno, será el tema de seguridad.  Y en este tema, de nuevo, quien ofrezca y se perciba como más capaz de asumir posiciones de fuerza, se vislumbrará como el más capaz de lograr la paz.  Aunque en el Medio Oriente, vale mencionarlo, la no-guerra, es un estadio de relativa paz.

Los contrincantes para las próximas elecciones tienen por un lado a Benjamín Netanyahu, y su apodo de Míster Seguridad.  Y en el partido Azul y Blanco, a tres anteriores Jefes de Estado Mayor, uno de los cuales fue Ministro de la Defensa.

Sí.  Ciertamente la Paz está asociada a la Fuerza.  Que haya PAZ. ■

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