Freud y los Judíos de Argentina: un episodio singular en tiempos de nazismo

Foto: Dominio Público

El 6 de junio de 1938, Sigmund Freud llega a Londres escoltado por su fiel discípula, la princesa Maria Bonaparte, quien tras haber llevado a cabo tensas negociaciones con los representantes de la Gestapo en Viena, logró liberar a Freud, y a algunos miembros de su familia, del infierno nazi.

Freud no había dejado detrás suyo la suave Viena de Arthur Schnitzler, de Stefan Zweig, de Richard Beer-Hoffman, de Gustav Klimt, de Gustav Mahler, ni de muchas otras ilustres figuras del mundo del arte, de la ciencia y del intelecto; aquella misma ciudad en donde él había revelado a la humanidad el secreto de los sueños y las leyes del inconsciente.  Se trataba ahora de una Viena convulsionada por la entrada triunfal del ejército nazi en Austria, durante la noche del 11 al 12 de marzo 1938, que en el espacio de pocas horas se había transformado en un mundo de terror antisemita y de barbarie.  «Finis Austriae» escribe Freud en su diario íntimo aquella misma noche, escuchando en la radio las angustiantes noticias. Y al día siguiente añade: «Hitler en Viena»…

Los ataques perpetrados contra judíos por las hordas antisemitas en las calles de Viena, contra sus negocios, contra sus propiedades, contra sus instituciones y sinagogas, alcanzaron un grado de violencia inaudita. Miles de ciudadanos de confesión judía son inmediatamente arrestados por la policía nazi y sometidos a crueles interrogatorios en las oficinas de la Gestapo, entre los cuales se cuentan Martin y Anna Freud, hijos de Sigmund.  Los judíos son expropiados de sus bienes, expulsados de sus empleos, privados de todo recurso para sobrevivir.

Y, para colmo, se les impide abandonar el país. La lógica perversa nazi no conocía fallas.  Los suicidios de judíos se contaban por centenas, alerta la prensa internacional. Otros compartirán con dirigentes y militantes socialdemócratas, comunistas y homosexuales siniestros vagones que los transportaran, primero al campo de concentración de Dachau, en Alemania, y luego al de Theresiendstat, en Checoslovaquia, en donde morirán de hambre, de enfermedad o serán asesinados. Entre ellos Esther Adolphine Freud, hermana del psicoanalista, y Margarita Trude Neumann, la hija menor de Teodoro Herzl, el padre del sionismo político. Más tarde, estos mismos vagones conducirán a los sobrevivientes a la estación final: Auschwitz.

Profundamente afectado por la tragedia que atravesaban los judíos de Alemania y de Austria en aquellos sombríos tiempos, Freud, desde su exilio londinense, se muestra ahora más que nunca solidario con su pueblo, adhiriendo a diversas organizaciones judías que ofrecen ayuda a los refugiados víctimas del nazismo.

Entre los numerosos mensajes de bienvenida que «el refugiado más célebre de Londres» (así lo apoda a Freud la prensa inglesa), el fundador del psicoanálisis recibe en su nueva morada un carta firmada por Israel Cohen, un alto representante de la Organización Sionista Mundial, con sede en Londres.  Cohen, quien además de ser uno de los más destacados editorialistas e intelectuales socialistas del Establecimiento judío en la Palestina británica, será reconocido en la historia del psicoanálisis en Israel como uno de los más fervientes abogados del pensamiento freudiano.

Se dirige a Freud en términos altamente elogiosos y aprovecha la ocasión para transmitirle un pedido muy particular, proveniente de Argentina, al cual le sugiere responder favorablemente.  Es el dirigente sionista Abraham Mibashan quien, desde Buenos Aires, solicita a Freud su respaldo para promover en Argentina  una vasta campaña destinada a recaudar fondos de ayuda para los refugiados víctimas del nazismo, y para apoyar el establecimiento de inmigrantes judíos en Palestina.  Esta campaña debería ser lanzada por el «Keren Hayesod» (Campaña Unida), el organismo financiero del movimiento sionista y de la Agencia Judía, al cual Freud ya había aportado públicamente en el pasado su valioso sostén.

Sabiendo Mibashan, que junto a Albert Einstein, Freud era considerado por sus correligionarios como uno de los grandes colosos del pensamiento universal que el pueblo judío había aportado a la humanidad, éste se dirige a Israel Cohen para pedirle de interpelar Freud y solicitar nuevamente su apoyo.

Diplomado de filosofía y periodista oriundo de Rumania, Abraham Mibashan emigra a Palestina a principios del siglo veinte. Se instala en Tel Aviv, en donde, además de ejercer el cargo de co-editor del diario Haaretz, ocupa importantes funciones administrativas y políticas, tanto en la municipalidad de esta ciudad como en el seno del movimiento sionista internacional.  Fue la Agencia Judía quién en 1936 envía Mibashan a Buenos Aires con el doble objetivo de representar al «Keren Hayesod» y de organizar desde allí las actividades de las comunidades judías de Argentina y de otros países de América latina.

En su respuesta a Israel Cohen, referente a la campaña de Buenos Aires, Freud estima que no es él la persona indicada para cumplir esta esta misión. Rehúsa que sus correligionarios lo contemplen como un «líder d’Israel». Prefiere que se lo considere simplemente como un «modesto hombre de ciencia» y como un judío impío, hostil a la religión, que jamás renegó a sus orígenes ni a su solidaridad con su pueblo.  No obstante, Freud responde favorablemente a la demanda de Mibashan, y se dirige a los judíos de Argentina en los términos siguientes:

«Londres, el 13 de junio de 1938. A la Comunidad Judía de Argentina.

Es con mucha atención que he tomado conocimiento de los esfuerzos desplegados actualmente por los judíos de Argentina, en favor de una causa de interés público, que apunta a la creación de un importante fondo de ayuda puesto al servicio de los refugiados judíos exiliados de Alemania y de la reinstalación de judíos en Palestina. Esta noble empresa merece mis más cálidas simpatías y mis mejores deseos. Estoy profundamente convencido que los Judíos de Argentina, sin excepción, harán todo lo que esté a su alcance para llevar adelante y concretizar exitosamente esta tarea. Freud.».
(Fuente: Library of the Congress ©)

Las expectativas de Freud no fueron decepcionadas. Gracias a la exitosa campaña conducida por Abraham Mibashan, y a las alentadoras frases de su carta, los judíos argentinos reunirán la generosa suma de un millón de pesos que socorrerán a aquellos judíos que, con extrema dificultad, lograron escapar a las garras del nazismo y encontrar asilo en los países libres de Europa, en Palestina, en los Estados-Unidos y en Argentina, principalmente.

Abraham Mibashan no volverá a Tel Aviv para instalarse allí. Incluso después de la fundación del Estado de Israel, en 1948. Se radicará definitivamente en la ciudad de Buenos Aires, en donde seguirá ocupando hasta el fin de sus días, en 1960, múltiples cargos dentro de la comunidad judía argentina: entre muchos otros el de presidente de la AMIA y de la DAIA. No sabemos si éste hábil intelectual y dirigente sionista mantuvo algún contacto directo con Freud, y desconocemos sus posiciones frente a la teoría del gran maestro.

Sabemos en todo caso que su hija Noemí se formará al psicoanálisis en un diván porteño: el de la vienesa inmigrada Maria Langer, contribuyendo además al desarrollo del pensamiento kleiniano en Argentina, antes de volver a Israel, su país natal, en 1972, para dirigir allí un prestigioso centro de salud mental cercano a Tel Aviv y seguir difundiendo los principios del freudismo en ese país.

Sigmund Freud falleció en Londres el 23 de septiembre 1939, sin poder poner sus pies en la Tierra de Israel, tal como el profeta Moisés, el héroe de su último gran libro.  Tampoco llegará a Argentina, cuyos ciudadanos ciertamente hubiesen querido recibirlo. Recibirán en cambio, con los brazos abiertos, su «torah» – en hebreo moderno: su «teoría», su «enseñanza» -, para hacer de la Argentina una república freudiana y de Buenos Aires una capital mundial del psicoanálisis.


Algunos datos sobre el autor

El Dr. Guido Liebermann es psicoanalista, historiador y psicólogo clinico israelí, autor de : El Psicoanálisis en Israel. Sobre los orígenes del movimiento freudiano en Palestina Británica (1918-1948), LetraViva, Buenos Aires, 2015 y Freud en el Kibutz. Psicoanálisis y Educación Colectiva, Aurora, Tel Aviv, 2017.

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