Ex coronel israelí: “el plan de Trump ofrece mucho, pero probablemente con un alto precio a pagar”

Foto de archivo: REUTERS / Mohamad Torokman

Tras la publicación del documento inicial de la próxima conferencia de Bahrein “Peace to Prosperity”, la iniciativa de la administración Trump para intentar solventar el conflicto entre israelíes y palestinos, se han disparado un sinfín de especulaciones sobre las intenciones y los efectos sobre el terreno derivados del conclave, que se celebrará en Manama durante el 25 y 26 de junio.

El plan económico para impulsar la economía palestina, liderado por el yerno de Trump, Jared Kusner, prevé la inyección de 50 billones de dólares para los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza. En caso de implementarse, el documento presentado defiende que doblaría el PIB palestino, promovería la creación de más de 1 millón de empleos, y reduciría a la mitad el índice de pobreza en las áreas palestinas. A su vez, menciona múltiples mejoras en infraestructuras, pero posterga para una hipotética segunda fase el escollo esencial: el conflicto político y territorial.

Si bien poderosas naciones árabes del eje suní como Arabia Saudí, Egipto, Jordania, Qatar o Emiratos Árabes Unidos – países que eran abiertamente hostiles a Israel en el pasado- han confirmado su asistencia, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) anunció desde un primer momento su boicot al encuentro económico. Desde el traslado de la embajada de EE.UU. a Jerusalén en 2017 y el reconocimiento oficial como capital de Israel, Ramallah cortó de raíz su interlocución con la Casa Blanca.

Para ahondar en la complejidad de lo que se pondrá sobre la mesa en Bahréin, Aurora conversó con Grisha Yacubovich, que en el pasado fue coronel de la unidad del ejército israelí de Coordinación de las Actividades del Gobierno en los Territorios (COGAT, por sus siglas en inglés).

En sus cuatro años en el cargo (2012-2016), estuvo al cargo de implementar el desarrollo de infraestructuras y asuntos económicos con palestinos de Gaza y Cisjordania, posición que le brindó contactos directos con distintos sectores de la sociedad palestina. “Es una cuestión problemática. Primero, intento ponerme en el lugar de los países árabes, cuya presencia supone algo mayor que no se limita a la cuestión palestina”, empieza el ex coronel.

Ninguna de las partes esconde la buena sintonía de Israel con el mundo árabe suní en cuestiones económicas, pero sobretodo de seguridad. Se hace valer el proverbio de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”: en la lucha de poder entre los ejes chií y suní en Oriente Medio, el estado judío y las naciones árabes que se sentarán en Manama comparten rival regional: el Irán chií de los ayatola.

“Los países árabes quieren ser parte de la coalición y que la conferencia triunfe, pero el obstáculo siempre fue que ocurrirá con los palestinos», apunta Yacubovich. Si bien la retórica agresiva contra Israel se rebajó en los últimos tiempos y la reivindicación palestina dejó de ser la primera ocupación del mundo árabe, dichos países son conscientes de que “abandonar” la causa les pondría a su opinión pública en contra.

Grisha Yacubovich

El ex integrante de COGAT se muestra realista: “Desde la implementación de los Acuerdos de Oslo, primero en 1994 y luego en 1996, hubo distintas ofertas, acuerdos y procesos, que siempre fracasaron. No culpo a ninguno de los dos lados, pero lo indiscutible es que fracasaron. Un gran obstáculo para resolver el conflicto es que las naciones árabes jamás formaron parte de la solución”, apunta.

Si bien se muestra crítico con el papel pasado y presente del liderazgo palestino, que “siempre dijo no, siempre colapsó y no triunfó”, cree que ahora “tenemos algo que el resto del mundo árabe es capaz de apoyar. Algo más grande, que no se centra únicamente en el conflicto palestino-israelí, sino en la lucha por el control de Oriente Medio. En cierto modo, están cansados de la actitud de los palestinos. A pesar de ello, quieren ser recordados como los que les apoyaron a resolver sus problemas”.

Tanto en la calle palestina como en los pasillos de poder en Ramallah se extiende la creencia de que “nos están vendiendo por un puñado de dólares”. Yacubovich interpreta la propuesta de la administración Trump como la típica actitud de un hombre de negocios: ofrece mucho, pero probablemente con un alto precio a pagar. “Pretende crear hechos sobre el terreno. Para materializar la inyección de los 50 billones de dólares, todo apunta a que tendrán que hacer grandes renuncias nacionales, respecto a sus principios y a su narrativa”.

“La de los palestinos es una narrativa del pequeño David contra el gran Goliat. Reitera la cuestión de los derechos: el derecho al retorno de los refugiados, el de controlar el agua y los recursos o la tierra”, recuerda el ex militar. “Y ahora, ven como se les pide cambiar su narrativa por un puñado de dólares. No solo hablamos de los palestinos de Gaza y Cisjordania, sino de unos 12 millones en total, que viven aquí (Israel y territorios palestinos) y esparcidos por el mundo. Esta es la perspectiva principal”.

A su vez, Yacubovich hace hincapié en las divisiones y críticas internas: “tras meses de protestas en la frontera entre Gaza e Israel, mucha gente se hartó de Hamás, acusándoles de que los vendían por unos dólares y gasolina para enviarlos a la frontera. Decían que los israelíes los matan y hieren, y lo único que conseguían a cambio un año después eran unos millones de Qatar y algo de combustible para la planta energética”. Mientras tanto, continúa la rivalidad interna y la división palestina: Gaza bajo control islamista de Hamás; y la ANP de Ramallah en manos de al-Fatah de Mahmoud Abbas.

Para el ex militar, otro de los grandes escollos que deberá afrontar el liderazgo palestino, “como ya ocurrió a Arafat y a Abas en el pasado”, es que “tendrán que rendirse a acuerdos y traspasar líneas rojas que veían inquebrantables”. Por ejemplo, respecto a la soberanía en los lugares sagrados de Jerusalén. Por mucho que consideren la Explanada de las Mezquitas “como lugar sagrado palestino, creo que parte del acuerdo será también renunciar a ello, igual que a los refugiados o la tierra”. Para Yacubovich, el nuevo paradigma estadounidense se basará en que “ya tienen dinero e inversiones para el futuro estado palestino, así que no necesitan mantener el estatus como refugiados”.

Reconoce la enorme complejidad que plantea, y que probablemente la renuncia a la narrativa sería una condición que no aceptarían los israelíes: “es como si nos pidieran que olvidáramos lo que dijo Ben Gurion, nuestra historia y conexión con esta tierra, Jerusalén y el estado judío”. Por ello, Yacubovich cree “que se está arrinconando a los palestinos”. Los próximos dos días en Bahrein serán, por lo menos, complejos: se debatirá el futuro de los palestinos, sin los palestinos sentados en la mesa.

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