El dilema borgiano de la política israelí

12 julio, 2020 , , ,
Benny Gantz y Benjamín Netanyahu Foto: Gali Tibbon/Pool vía REUTERS

“No nos une el amor sino el espanto, … por eso te quiero tanto”

Probablemente, estos brillantes versos del argentino Jorge Luis Borges definan magníficamente el conflictivo comportamiento dentro de la coalición que encabeza el primer ministro, Benjamín Netanyahu, creado para evitar nuevas elecciones, después de tres fallidos intentos de formar gobierno.

Más que un gobierno de unidad nacional, el Ejecutivo que encabeza Netanyahu, del partido Likud, se asemeja a un monstruo de la mitología griega de dos cabezas, que están todo el tiempo riñendo entre sí. Hasta el punto de que todo el mundo estima, pero nadie sabe a ciencias ciertas cuándo se desarmará.

Desde la izquierda del espectro político, las críticas van dirigidas al socio principal de la coalición, el ministro de Defensa y primer ministro alternativo, Benny Gantz, líder del partido Azul y Blanco, cuya intención de voto colapsa en las encuestas, desde que pactó con el Likud, alcanzando apenas alrededor de una decena de diputados. Desde la izquierda política se considera a Gantz como un escudero de Netanyahu.

El veterano periodista, Nahum Barnea, del diario Yediot Aharonot, cree que tras la alianza con Netanyahu a Azul y Blanco le queda poca vida y su lugar será seguramente ocupado por otras fuerzas políticas. Consecuentemente, Gantz debería olvidarse de sus “sueños mesiánicos” de reemplazar a “Bibi” (Netanyahu) en la dirección del Ejecutivo, según el acuerdo de rotación, peleando por un presupuesto bienal (de dos años) y debería concentrarse más bien en los objetivos más concretos que se propuso tales como la lucha contra la pandemia del coronavirus, cuyo manejo gubernamental está siendo duramente criticado en estos momentos.

Para el profesor Alberto Spektorowski, de la Universidad de Tel Aviv, la suerte del gobierno de unidad se definirá en las elecciones estadounidenses el próximo 3 de noviembre.

Spektorowski estima que, si el presidente norteamericano Donald Trump pierde los comicios, y es reemplazado por el demócrata Joe Biden, Netanyahu precisará a Gantz para que le ayude a navegar en las aguas turbulentas que le esperan. En cambio, si triunfa Trump, lo más probable es que Gantz sea arrojado por la borda, y Netanyahu empuje al país a elecciones anticipadas.

Siguiendo con este razonamiento, excusas nunca faltarán sobre todo si son ideológicas. Por eso no es de extrañar de que, por ejemplo, el tema la “anexión” se mantenga en un discreto segundo plano para activar esa carta en la agenda mediática cuando llegue el momento apropiado.

Todo esto obviamente, si el Gobierno logra superar con éxito la rebelión de los autónomos y de los trabajadores de los sectores del turismo y el entretenimiento que se encuentran entre los más golpeados por la crisis del COVID-19.

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