El brote de sarampión en Nueva York divide a la comunidad judía

Judíos ultraortodoxos en Brooklyn Foto: diluvi.com Anna i Adria Wikimedia CC BY 2.0

Un brote de sarampión en la comunidad judía ortodoxa de Brooklyn ha puesto en jaque a las autoridades neoyorquinas, que bajo amenaza de multa obliga a la vacunación, un debate que enfrenta a la propia comunidad judía mientras la enfermedad se extiende por el estado de Nueva York.

Desde que el pasado martes el alcalde Bill de Blasio decretará la emergencia pública de salud en el barrio de Williamsburg, el conflicto está servido entre quienes acusan a la medida de coartar las libertades religiosas y los que defienden que es necesaria, con más de 300 casos de sarampión confirmados desde octubre en el estado de Nueva York.

De estos, 285 se han producido en la ciudad de Nueva York, mientras que en el Condado de Rockland, al norte de la urbe, se han registrado 184, y en el de Westchester, otros 8.

En total, en Estados Unidos se han registrado 837 casos desde que se inició la epidemia en otoño, que en Nueva York arrancó tras el viaje de una familia judía ortodoxa a Israel, donde un niño sin vacunar se contagió de la enfermedad.

Muchos alegan que la decisión de no inocularse se basa en sus creencias religiosas, sin embargo, rabinos como Jonathan Leener aseguran todo lo contrario.

«El valor más sagrado del Judaísmo es la santidad de la vida humana. Nuestra obligación religiosa es protegerla y preservarla. Dado nuestro conocimiento médico actual, uno podría argumentar que bajo la Ley Judía estamos obligados a vacunarnos», responde Leener.

Para éste, «los judíos que se niegan a vacunarse o no lo hacen directamente» no tiene razón de ser en su religión sino que «simplemente, están desinformados».

Esta es una muestra del debate en el seno de la comunidad judía, que teme que, por algunos padres que deciden no inmunizar a sus hijos, las agresiones antisemitas se multipliquen ya que son fácilmente identificables por su apariencia.

Entre las comunidades judías de Brooklyn circula una publicación que alerta de que las vacunas contienen «ADN de mono, rata y cerdo», están fabricadas con células de fetos humanos abortados y que generan autismo.

La revista llamada «Manual de seguridad de la vacuna» y editada por un grupo llamado Padres que Educan y Abogan por la Salud de los Niños (PEACH, en sus siglas en inglés) ha sido criticada por sus afirmaciones contrarias a la ciencia y respondida dentro de la propia comunidad.

El semanario judío «Der Yid» publicó un editorial, con la novedad de que se imprimió en inglés además de en hebreo, en el que defienden la necesidad de que los padres inmunicen a sus vástagos: «No somos doctores, no hemos estudiado medicina o estadística como esos genios que os advierten contra las vacunas. Pero sabemos a quién creer cuando hay un grave problema de salud», subraya.

Al mismo tiempo, un grupo de profesionales de la salud de la corriente judía del hasidismo han anunciado la puesta en marcha de una revista pro-vacunas, en respuesta, llamada «Padres informados y educados», además de una línea telefónica destinada a refutar las afirmaciones hechas por los antivacunas, según informó al New York Times una de sus responsables.

La disensión no se ha centrado solo en el ámbito religioso, sino que ya se han producido amenazas de demandas contra esta medida del alcalde demócrata de Nueva York.

La denuncia, que aún no ha sido presentada, la avanzó el abogado Michael Sussman, que también representa a familias del condado de Rockland, donde a finales de mes pasado se emitió una orden que prohibía la presencia de menores sin vacunar en espacios públicos como parques de recreo o centros comerciales.

De hecho, este condado de Nueva York de 300.000 habitantes fue el primero en actuar contra el brote de sarampión.

Con todo, la presión externa puede no ser el mejor aliciente para una comunidad muy celosa de su privacidad y costumbres: «Especialmente cuando tratamos con un judío hasídico y la presión proviene de fuera de la comunidad», asegura el rabino Leener.

Sin embargo, tampoco ve que detrás de esta clase de decisiones haya «una discriminación», aunque el rabino tampoco se atreve a responder si realmente se trata de una emergencia sanitaria. EFE

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