De partidos a bloques partidos

20 abril, 2020 , , ,
Foto: Reuters/Ronen Zvulun

La democracia en varios países del mundo es el mecanismo de formar gobierno y pretende, con justicia, que los ciudadanos participen y de alguna forma decidan su destino colectivo.  No es perfecta, pero es lo mejor que se puede tener en varios aspectos.

En los países donde funciona muy estrictamente el bipartidismo, la democracia tiende a dar cierta estabilidad a los ejecutivos de gobierno.  Cuando las tendencias dentro de los partidos se hacen demasiadas, se dividen y se parte el bloque que conforman, la conformación de gobierno empieza a complicarse.

Las democracias parlamentarias, aquellas cuyo ejecutivo se logra conformar gracias a la mayoría de los escaños en el parlamento, es algo complicada cuando no predomina el bipartidismo.

Este es el caso de Israel.  Tres elecciones en menos de un año, y un panorama incierto que, aún al momento de escribir esta nota, pudiera significar unas cuartas elecciones para agosto.

La democracia israelí, muy sólida y muy a la británica, lograba establecer coaliciones para nombrar Primer Ministro y gabinete luego de intensas negociaciones entre partidos.  Casi siempre, uno o dos partidos tenían el caudal suficiente como para arrastrar a los posibles socios de coalición.

Con el pasar de los años, con la sedimentación de la democracia, fueron apareciendo más grupos y partidos; también se dividieron partidos existentes, desaparecieron unos y surgieron otros.  En las últimas décadas, los partidos grandes escasamente han logrado un 30% de los escaños, lo cual dificulta las negociaciones para formar gobierno.

Esto sucede por un exceso de democracia y una cierta exquisitez en las demandas de cada grupo respecto a sus intereses particulares.  Claro, pequeños grupos exigen aquello que les interesa. Sin entrar a considerar lo justo de las demandas, ciertamente se arma un amasijo de peticiones que resultan mutuamente excluyentes.

La estrategia de Netanyahu, que ha logrado un éxito parcial por ahora, es conformar un bloque de partidos.  Tratar de intersectar las demandas comunes a quienes le son relativamente afines y lograr formar coalición.  De allí su insistencia en llamarse el Bloque de la Derecha, el Campamento Nacional y términos por el estilo.  Entre sus afines, resulta más fácil cierta comunión de demandas e intereses que en el otro bloque mal llamado de izquierda, al cual en muy buena medida une su necesidad de desplazar a Netanyahu.

La gobernabilidad en algunos países depende de precisamente lograr bloques que puedan ser efectivos.  Al conformar el bloque, sus componentes comparten ciertas posturas comunes, pero han de renunciar a otras.  No se puede todo, y la alternativa puede ser nada.  A Bibi se le debe algo así como la fundación de un “Partido Republicano”, conservador, en el Israel de nuestros días, con todo y virus.

La experiencia israelí quizás ayude a entender y aplicarla con sus variantes, en otros países.  Quien no tenga la mitad más uno, ha de negociar con sus más afines para lograr esa mitad más uno que le sea favorable.

De partidos grandes, a bloques de partidos.  Mejor que bloques partidos o partidos sin bloque. Y mejor que anarquía e ingobernabilidad.

Aplica también para latitudes tropicales.

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