Cortes, atentados y cohetes

Corte Criminal Internacional, La Haya, Países Bajos Foto: Wikipedia - CC BY-SA 4.0

Hay intentos de llevar a Israel a juicio en cortes internacionales. El motivo es que, en sus acciones contra Gaza, las bajas de la población desde donde se lanzaron cohetes hacia ciudades y poblados israelíes fueron superiores a aquellas sufridas por los habitantes del estado judío.

Es cierto y no tiene discusión, que Israel constituye una potencia militar de importancia. Y que su aparato de defensa tiene como objetivo defender a sus ciudadanos de los ataques de quienes son sus enemigos declarados. Enemigos estos que pasan de la palabra a la acción con mucha determinación, intenciones claras y resultados muy poco positivos para ellos mismos.

En esto de acusar a Israel de ser eficiente en la defensa de sí misma, existe mucho cinismo, y mucho razonamiento absurdo. ¿Qué se supone que debe hacer un país que es bombardeado? ¿Qué se supone debe hacer una persona que es víctima de una agresión? Según esta lógica, Israel debería contar el número de cohetes recibidos y lanzar la misma cantidad. Debería buscar una especie de empate permanente, aquel empate que le permita al enemigo seguir atacando y nunca someterlo por tener una fuerza superior.

El conflicto árabe-israelí es de vieja data. Ante la superioridad militar israelí, aquella que terminó por convencer a algunos enemigos que la destrucción por la vía de la fuerza convencional, vale decir la guerra, sería imposible conseguir tal objetivo, surgieron dos vertientes.

La primera fue el uso del terror para asustar, o como lo dice el término, aterrorizar. A los israelíes, los judíos y a quienes los apoyan. En términos elegantes, algunos lo han denominado “guerra asimétrica”, término que se puede aplicar con ambigüedades pero que denota cierta corrección de uso. El vocablo terrorismo es mal visto, asusta, pero también mancha. Hay una larga data de terrorismo físico: “fedayines”, secuestros de aviones, incursiones en territorio israelí, autobuses y centros comerciales volando por los aires, lanzamiento de cohetes a población civil, túneles que penetran, etc. Poco o nulo éxito en conseguir la destrucción del país, mucha motivación para defenderse y buscar mecanismos de defensa viables de parte de los israelíes.

La segunda es mucho más intelectual y fina, aunque con las mismas malas intenciones: deslegitimar al Estado de Israel.

La raíz del conflicto y de su perpetuación en el palestino-israelí, es el no reconocimiento a los judíos de tener un estado dentro de los límites del Israel bíblico, con las adecuaciones de rigor a las realidades imperantes. Por ello han fracasado hasta ahora todas las iniciativas de paz, que han sido muchas, y no han sido ni suficientes ni aceptadas las concesiones del lado israelí, ni tampoco algunas de los moderados del lado palestino o del mundo árabe.

Vista la imposibilidad física de lograr el objetivo, se recurre a una intensa campaña para aislar, condenar y asfixiar a Israel. BDS es una de las estrellas de esta cruzada: boicot, desinversión y sanciones. Y las denuncias ante cortes internacionales como la Corte Criminal Internacional, por crímenes de guerra.

La Organización de Naciones Unidas tiene varios y numerosos antecedentes de condenas a Israel. Records de la institución que terminan desacreditándola antes que avalarla, pues resulta que pareciera que nada pasa en el mundo, salvo en Israel y con un único culpable.

El terrorismo de armas, secuestros, homicidios, suicidios, explosiones y demás cosas por el estilo no ha funcionado. Es la hora de otro tipo de terror. El terror de la media, de la desinformación, de acudir a cortes e instituciones presuntamente independientes. Hacer mucho ruido y desanimar a quienes sólo cuentan con precisamente ánimo y espíritu para vencer obstáculos y adversidades, entre ellas, la sinrazón de aquellos que esconden en sus acciones oscuras intenciones.

De una u otra forma, esta estrategia de neo-terror es la prueba fehaciente de la fortaleza de la causa de Israel. Una Israel que está entre cohetes y cortes.

Para lo primero tiene el sistema Cúpula de Hierro. Para lo segundo, una ética probada.

Atentados, cohetes, demandas… terror al fin.■

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