Competencia chino-estadounidense por el puerto de Haifa

Puerto de Haifa Foto: Zvi Roger Municipalidad de Haifa Wikimedia CC BY 3.0

Por muy insignificante que sea desde el punto de vista económico tanto para China como para EE.UU., el puerto de Haifa podría ser un campo de batalla crítico en una nueva Guerra Fría entre las dos superpotencias.

En julio de 2018, se transfirieron 180 acres (52 hectáreas) del puerto norteño de Haifa al Shanghai International Port Group Co. (SIPG) por un período de gestión de 25 años. Esto provocó una discusión acalorada en la prensa y la academia israelíes, así como una discusión especial del Gabinete israelí. El asunto también emergió en las discusiones entre el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, durante la reunión que mantuvieron el 7 de enero de 2019.

Ostensiblemente, están las implicaciones de la administración del puerto por parte de una empresa china para el propio Israel y para los vínculos de Israel con su principal aliado estratégico, Estados Unidos. Pero mientras que las implicaciones directas de la administración del puerto son de interés para China y EE.UU.; sus preocupaciones están más relacionadas con una lucha similar a la Guerra Fría.

No ha habido ninguna referencia oficial por parte de Israel o EE.UU. a la extraordinaria publicación reciente del Partido Comunista de China de un artículo en el diario israelí Haaretz. Con el título «China no aspira a la hegemonía mundial», el artículo envía un mensaje tranquilizador al público israelí de que Pekín (Beijing) no tiene interés en explotar su presencia para aumentar su control sobre el país ni desea competir con EE.UU. por el dominio del mundo.

Hace dos meses, como parte de un esfuerzo para evitar perder lo que ya había ganado aquí, Pekín inauguró la Asociación de Empresas Chinas en Israel. La nueva asociación tiene como portavoz a Erez Lin, un periodista israelí, quien subsecuentemente publicó su punto de vista de la relación chino-israelí en el periódico Israel Hayom (5 de enero de 2019). En el artículo, Lin identificó muchas de las fortalezas del mercado y el régimen chinos, a veces sonando a propaganda china. En el último párrafo, explicó por qué la nueva asociación había sido establecida y concluyó que los chinos creen profundamente en el mercado israelí y están en Israel para quedarse.

A pesar que los cambios al contrato firmado entre Israel y el SIPG podrían resultar en una pérdida financiera para la compañía china, es poco probable que esa preocupación haya sido la motivación detrás del artículo de China en el diario Haaretz y el establecimiento de la nueva asociación. El Partido Comunista de China ha tenido probablemente otras dos motivaciones: mitigar un temido «efecto dominó» y abochornar a Estados Unidos en el terreno de uno de sus aliados más cercanos.

Si el acuerdo entre SIPG e Israel se rompe sobre preocupaciones de seguridad y/o estratégicas, otros países podrían comenzar a reexaminar sus relaciones con China. Esto podría implicar controles más rigurosos de todos los contratos, incluso de aquellos que ya se han firmado. Tal patrón podría poner en peligro la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda (BRI) de Pekín porque, sin la cooperación de los países europeos, es posible que no sea posible implementar la iniciativa o hacerla financieramente viable.

De manera similar a la lucha soviético-estadounidense durante la Guerra Fría, Washington y Pekín están compitiendo en áreas de control y patrocinio. La cuestión de la influencia sobre Israel es muy importante para ambos países. Desde la perspectiva estadounidense, Israel es su aliado más antiguo e importante en el Oriente Medio y uno de los amigos más cercanos de la administración actual. Desde la perspectiva de Pekín, la oportunidad de aumentar su influencia en un país que mantiene tales relaciones cercanas con EE.UU. puede tener profundas implicancias para el estatus internacional de China. La renuncia de Israel al patrocinio estadounidense, incluso en pequeña medida, sería una señal para otros países occidentales y para el propio Estados Unidos. Esto podría ayudar a China a posicionarse como un poder alternativo, uno con un enfoque económico y sin interés en la intervención política y militar directa. Más importante aún para Israel, China no proporcionaría ninguna garantía para su seguridad.

El puerto israelí, si bien es crítico para la economía israelí (el 99% de los productos israelíes llegan a su destino por mar), es insignificante para las economías estadounidense y china. Sin embargo, puede llegar a ser un factor crítico en las relaciones entre los tres países y posiblemente más allá. Israel debe considerar cuidadosamente las implicaciones de todos los pasos posibles y conducir un diálogo abierto con ambas partes para minimizar posibles daños a sus intereses. Estados Unidos y China necesitan desarrollar un diálogo que impida el deterioro hacia una nueva Guerra Fría. Las luchas sobre áreas de control pueden escalar en intercambios más amplios o incluso en el uso de la fuerza militar.

BESA: Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat

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