Claves electorales en Israel: la victoria incompleta

Benjamín Netanyahu festeja la victoria electoral en la sede del Likud en Tel Aviv Foto: REUTERS/Amir Cohen

Benjamín Netanyahu se legitima como líder de la derecha y trae al Likud uno de sus mejores resultados electorales de la última década. Es la sorpresa que no predijeron las encuestas, pero las cuentas siguen sin salir para garantizar el desbloqueo político en Israel.

Tras dos rondas electorales (abril y septiembre) en las que el Likud de Netanyahu y la coalición centrista Azul y Blanco (Kajol Laván) de Benny Gantz pugnaban por el poder con empate técnico, el primer ministro en funciones ha marcado la diferencia en estos terceros comicios con cinco escaños, 37 frente a 32 (con más de un 90% escrutado pero a falta de la validación definitiva).

Sin embargo, en el fragmentado Parlamento de Israel (Knéset), la gobernabilidad depende de la posibilidad de crear coaliciones y, en este sentido, el dilema es similar a las elecciones de abril, cuando comenzó el bloqueo por falta de mayorías parlamentarias.

NETANYAHU, VICTORIA INCOMPLETA

El Likud consigue 100.000 votos más que en las elecciones de septiembre, un claro respaldo a Netanyahu al haber concurrido en estas elecciones en su peor situación judicial: a dos semanas de sentarse en el banquillo de los acusados para ser juzgado por corrupción.

La victoria personal es indudable pero incompleta, ya que para revalidar el cargo de primer ministro debe primero conseguir una mayoría que de momento no suma con sus aliados (se queda en 59 diputados de los 120 del Parlamento).

Además, la Corte Suprema debe confirmar antes que puede recibir el mandato de formar ejecutivo estando acusado de corrupción.

BLOQUES PARLAMENTARIOS SIN MAYORÍAS

Los aliados del Likud sin embargo no ascienden significativamente. La coalición del nacionalismo religioso Yamina mantiene su representación, 7 escaños, mientras que los votantes ultraortodoxos son fieles a los dos partidos que los representan: Shas (sefardíes) y Judaísmo Unido por la Torá (asquenazíes).

Así, todos juntos aumentan su poder como bloque parlamentario con respecto a septiembre, pero con 59, y a falta de escrutar un 10% más, no llegan al mínimo necesario.

Por su parte, Azul y Blanco con 32 escaños no puede liderar ningún bloque porque sus potenciales socios quedan repartidos entre el Laborismo-Gesher-Merezt, con 7, y el nacionalista laico Israel Nuestro Hogar (Israel Beitenu) de Avigdor Liberman, con otros 7. Por lo que necesitaría de la Lista Unida árabe, el único partido no sionista, para sumar, algo a priori incompatible con el apoyo de Liberman.

LA IZQUIERDA, TOCADA Y HUNDIDA

El Partido Laborista, que durante décadas gobernó Israel, alcanzó su mínimo histórico en las elecciones de abril. Desde entonces, ha ido perdiendo fuerza y como, el resto de partidos de centro izquierda ha tenido que reformularse, pero sin éxito. En septiembre se unió con el centro-derecha Gesher y en marzo sumó a la izquierda sionista de Meretz, que estuvo a punto de quedarse fuera del Parlamento en las anteriores elecciones. Laborismo-Gesher-Meretz era en estas elecciones el único aliado natural de Azul y Blanco.

Sin embargo, esta formación no consiguió arrastrar los votos que en septiembre dieron cinco escaños a la Unión Democrática, que no ha concurrido ahora.

LA LISTA UNIDA ÁRABE HACE FRENTE

Mientras la izquierda casi desaparece en Israel, la Lista Unida, que representa a la población árabe israelí, aumentó en unos 100.000 votos en parte por la movilización de la comunidad árabe y, también, por lo que los que los analistas consideran un arrastre del voto judío de izquierda de tendencia antisionista.

La Lista Unida se consolida como tercera fuerza en el Parlamento, después de que en las elecciones de abril se separara y perdiera representación (diez, divididos en dos formaciones) para volver a unirse en septiembre y conseguir 13 diputados. Ayer, se superó aún más y si los datos se confirman llegará a 15 en lo que parece una nueva tendencia en Israel.

JUICIOS Y TRÁNSFUGAS

Este mismo martes, el bloque de derecha liderado por Netanyahu comienza las reuniones para afianzar una coalición de gobierno a la que deben atraer a uno o dos diputados de otras formaciones como reconoció el portavoz del Likud, Jonatan Urich, sobre la posibilidad de transfugismo, incluido desde Azul y BLanco.

De ser así, conseguiría los 61 diputados necesarios, pero comenzaría «la incertidumbre constitucional», según ha denominado el presidente del Instituto para la Democracia de Israel, Yohanan Plesner.

«El 17 de marzo, comienza el juicio del primer ministro y el país se encontrará en una situación sin precedentes en el que el hombre que está a cargo de las instituciones de la ley y el orden, comenzará su lucha para limpiar su nombre en los tribunales». EFE y Aurora

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