Presidente de AMIA: «¿Cómo es posible que veinticinco años más tarde no haya un solo responsable preso?»

18 julio, 2019 ,
Foto: REUTERS / Agustin Marcarian

El presidente de la AMIA, Ariel Eichbaum, pronunció un emotivo discurso durante el acto de conmemoración por las víctimas del atentado perpetrado hace 25 años.

Texto completo del discurso:

«Veinticinco años después de uno de los instantes más traumáticos en la historia de nuestro país, tenemos el corazón y el alma con el mismo dolor que nos dejó la bomba asesina.

Veinticinco años después nos preguntamos cuál es el origen del odio que lleva a un grupo de personas a idear, planificar y ejecutar un atentado terrorista con el sólo objetivo de destruir la vida de otros seres humanos, a quienes eligieron como blanco de sus ideas fundamentalistas.

Sólo dos años después del atentado contra la Embajada de Israel en Buenos Aires, no se pudo hacer nada para prevenir un segundo ataque que tuvo un formato casi calcado del anterior.

Nos preguntamos, igual que todos ustedes hoy acá, con una sensación de impotencia que no puede describirse, cómo es posible que veinticinco años más tarde no haya un solo responsable preso cumpliendo condena por este delito de lesa humanidad.

Nuestra sociedad, que anhela imperiosamente que se haga justicia, porque entiende que no hay otro camino para evitar repetir los errores del pasado, ya lleva un cuarto de siglo envuelta en un dolor por pérdidas irreparables y sin sentido.

Nuestra nación puede presentarse ante el mundo entero como un ejemplo de construcción sobre la base de un mosaico de identidades y con una defensa permanente, respetuosa y pacífica, de la convivencia en la diversidad.

Abrazamos y celebramos las diferencias, porque nos hacen aprender y ser mejores.

Pero no somos todos iguales.

No somos iguales a los que profesan el terror. No somos iguales a los que desprecian el valor de la vida.

No somos iguales a los que cegados por un interés político o económico, guiados por delirios de supremacía racial o religiosa, mancillan los derechos humanos de diferentes minorías.

No somos iguales a los que obligaron a los sobrevivientes a cargar con las marcas físicas y psicológicas de haber estado en el corazón del infierno.

No somos iguales a los que empujaron a las instituciones comunitarias a mirar la ciudad detrás de pilotes de cemento que no hacen otra cosa que señalarlas como lugares peligrosos, de los que es preferible estar lejos.

Nos somos iguales a los que les arrancaron los sueños a los 85 inocentes que estaban en este mismo lugar hace exactamente veinticinco años.

No somos iguales a los que sometieron a cientos de familiares a vivir con un vacío insoportable, a estar envueltos en una pesadilla constante, a esperar el regreso de quienes no van a volver, a llorar todos los días.

“Cada 18 de julio es otra bomba”, dijo el año pasado Rosa Barreiros, mamá de Sebastián, porque mientras sigamos viviendo en impunidad el dolor permanece igual que en 1994.

Muchas veces se dijo que en la Causa AMIA no hay nada. Eso es falso. Es lo que nos quieren hacer creer quienes no buscan la verdad.

A las pocas semanas, la investigación judicial ya había establecido que el atentado había sido perpetrado mediante un coche-bomba, y que Irán y sus diplomáticos, y la organización terrorista Hezbollah, eran los responsables, junto a una conexión local de la cual Telleldín sin dudas formaba parte.

Veinticinco años después, esas conclusiones no sólo siguen vigentes: han sido profundizadas y robustecidas, ampliadas y fundamentadas, pero nunca puestas en duda. La acusación contra Irán y contra el Hezbollah hoy está firme y sólida.

Por eso INTERPOL convalidó los pedidos de captura internacional dictados por el juez de la causa contra varios iraníes y un libanés miembro del Hezbollah, otorgándoles la máxima prioridad con notificaciones rojas. Éstas siguen vigentes y han sido renovadas una y otra vez, más allá de los esfuerzos de Irán, que pretende que sean dejadas sin efecto.

A pesar de las órdenes de captura, sabemos que varios de los acusados siguen saliendo de Irán y viajando a países que les dan cobijo y les permiten eludir las órdenes de arresto.

Necesitamos que toda la comunidad internacional entienda que estas personas son buscadas por la Justicia argentina, para que rindan cuentas. Sin el apoyo de todos y cada uno de los países del mundo, se seguirán burlando de nosotros y seguirán impidiendo que tengamos Justicia en la causa AMIA.

Sabemos también que Hezbollah es una organización terrorista, que sigue plenamente activa en varios países de nuestro continente. Sabemos que sus redes se han extendido a varias actividades ilícitas, cuyo principal objetivo es recaudar dinero para sus campañas terroristas.

Por eso es que consideramos apropiado e importante que se haya dado un paso concreto en la lucha contra el terrorismo en la región, con la creación de un Registro de Personas y Organizaciones terroristas. Hace minutos recibimos la confirmación de que Hezbollah ha sido incluida en ese Registro.

Es imprescindible que nuestros países vecinos y hermanos hagan lo mismo, porque sólo con el consenso de todos, con acciones conjuntas y coordinadas entre las sociedades de bien, podremos combatir efectivamente el terrorismo y cortar sus fuentes de financiamiento en nuestro continente.

La actual cadencia de nuestra institución, desde su inicio, se ha puesto como objetivo trabajar en la internacionalización del reclamo de justicia. En tal sentido, el año pasado, estuvo participando de este acto el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, abrazando como propia esta causa.

Hace algunas semanas, la ONU realizó un emotivo encuentro en el marco del 25° aniversario del atentado, y allí pudimos exponer nuestro reclamo de justicia, frente a representantes de numerosos países.

Este año, gracias a una iniciativa del Congreso Judío Latinoamericano y con la colaboración de nuestro canciller Jorge Faurie, extendimos nuestro reclamo al mundo,  a través de las distintas sedes diplomáticas de nuestro país en el exterior.

En el marco de la realización de la Conferencia Ministerial Hemisférica de Lucha contra el Terrorismo, mañana visitarán la AMIA  cancilleres, ministros y altos dignatarios del continente americano, para rendir homenaje a las víctimas del atentado.

En el plano local, recientemente el Tribunal Oral Federal 3 ha dado comienzo a un nuevo juicio contra Carlos Telleldín. Parece mentira, pero es real. La Corte Suprema había ordenado ese nuevo juicio en el año 2009. Nuestro poder judicial tomó nada menos que 10 años para ponerlo en marcha.

Estamos convencidos de la responsabilidad de Telleldín como partícipe necesario del atentado. Él fue quien preparó y acondicionó la camioneta Trafic utilizada como coche-bomba. Siempre supo a quién se la entregó, y en estos 25 años lo único que ha hecho fue mentir, desviar e impedir que la justicia avance.

El desarrollo de este nuevo juicio nos preocupa mucho. El nuevo tribunal le ha dado un ritmo escandalosamente lento, con audiencias solamente una vez por semana, de apenas dos horas de duración cada una. A este paso, es imposible saber cuándo culminará el proceso.

Ya no podemos seguir esperando, necesitamos respuestas, y pronto. Cada año que pasa la Justicia se vuelve más lejana, más abstracta, y todo parece perder su sentido natural.

Esperamos mucho de los jueces Fernando Canero, Andrés Basso y Javier Ríos: esperamos que se avoquen con energía e integridad a la misión que les toca cumplir.

Del mismo modo, seguimos esperando más de los fiscales de la UFI-AMIA. Cuando nos reunimos con el último fiscal designado, el Dr. Basso, comprobamos con estupor que también sigue estando a cargo de su antigua fiscalía en Morón. Nos preguntamos entonces cuánto tiempo puede dedicar a una causa tan compleja y que lleva tanto tiempo prácticamente estancada, sin novedades de importancia.  Entendemos que el fiscal debe dedicarse full time a la causa AMIA.

Seguimos con preguntas que aún no tienen respuesta, y es tarea de los Fiscales, del Dr.Basso, del Dr. Salum, del Dr. Eyherabide, brindarnos esas respuestas.

Se lo exigimos también al Ministerio Público Fiscal. La UFI-AMIA depende de él; debe ejercer su poder jerárquico e instar a los Fiscales para que agoten todos los recursos posibles para el total esclarecimiento del caso. Es una deuda pendiente con la sociedad en su conjunto.

Hoy también recordamos a Alberto Nisman: su tarea como fiscal al frente de la causa AMIA le costó la vida.Ante la confusión que se quiso sembrar inmediatamente después de su muerte, es importante que toda la ciudadanía tenga en claro qué fue lo que determinaron las investigaciones judiciales. Lamentablemente sabemos muy poco, pero sí sabemos que Alberto Nisman fue asesinado, y fue asesinado por ser el fiscal de la causa AMIA.

Es inadmisible que nuevamente en un crimen tan atroz lo único que tengamos sean sospechas, dudas, hipótesis nunca comprobadas y, sobre todo, tanta confusión.

Es imperioso por la salud de la República, por un verdadero estado de derecho, que el asesinato del Fiscal Nisman sea esclarecido y sus culpables enjuiciados. Mientras ello no ocurra, seguiremos todos, como sociedad, presos del miedo, del horror, de la peor frustración que pueda tener una democracia: la impunidad.

Con la misma fortaleza con la que seguimos reclamando justicia, nos opusimos desde el primer momento al Memorándum de Entendimiento entre nuestro país y la República Islámica de Irán. Nos opusimos porque entendimos que sumiría a la investigación en un laberinto del que no saldría jamás. Que sólo traería más confusión, cuando lo que necesitamos son certezas. La inconstitucionalidad dictaminada por la justicia convalidó nuestro reclamo.

No se puede pactar con los asesinos.

Los atentados en Argentina fueron un antecedente temprano de lo que, años más tarde, comenzaron a sufrir muchos países del mundo. La gran diferencia es que en la mayoría de los casos han podido encontrar y castigar rápidamente a los culpables. Nosotros seguimos esperando.

El terrorismo ha cruzado todas las fronteras haciendo llegar su brazo asesino a diferentes rincones del planeta, desafiando la libertad y la democracia. El terrorismo no conoce de género, edad, religión o nacionalidad. Los que creyeron que el fundamentalismo era solamente un problema de la comunidad judía o de la seguridad para los habitantes del Estado de Israel, se equivocaron.

Es una amenaza global de la que el mundo parece todavía no tener real dimensión.

Los estados libres, las organizaciones defensoras de los derechos humanos, las sociedades de cada rincón del mundo que quieren vivir en paz, tenemos que aunar esfuerzos para detener el avance de quienes atropellan nuestros valores a sangre y fuego.

Pasaron 25 años y la herida sigue abierta. Una herida que no puede cicatrizar sin justicia. Durante este tiempo seguramente hemos cometido errores, pero nunca fuimos ni seremos funcionales a ningún poder de turno que quiera utilizar la causa AMIA para un interés partidario o electoral.

Nosotros no somos los responsables de hacer justicia, no está en nuestras manos. Son los poderes del Estado los responsables de proveerla y garantizarla.

Hemos apoyado las medidas que nos parecieron favorables a la investigación y resistido, siempre por las vías democráticas, aquellas que consideramos inconducentes.

Desde el primer día asumimos el compromiso de traer al presente aquello que sucedió y así frenar el trabajo corrosivo del olvido.

AMIA nació hace 125 años y trabaja todos los días poniendo en acción el precepto sagrado de tikún olam/reparar el mundo. Lo hacemos cumpliendo todos los días con el mandato Divino de tzedaká, brindando respuestas solidarias a quienes más lo necesitan, con proyectos sociales, culturales y educativos, que benefician a miles de personas. Nuestros valores, que hace 25 años el terrorismo intentó destruir, son los que nos permiten volver a ponernos de pie, para seguir exigiendo justicia, porque exigir justicia también es querer reparar el mundo.

Durante este tiempo aprendimos que las voces de quienes ya no están, hoy encuentran un eco que las multiplica, con la aparición de nuevas generaciones, que no tienen memoria vivencial de lo sucedido, pero que toman la posta para seguir contando y reclamando.

Aprendimos que segundos más tarde de que la humanidad mostrase en esta calle su rostro más horrendo, a solo 200 metros de aquí, en el Hospital de Clínicas, afloraba una reacción solidaria y maravillosa, que permitió atender a la mayoría de las víctimas.

A cada profesional de la salud, bomberos, rescatistas, voluntarios, que se brindaron por completo, nuestro más sincero agradecimiento.

Aprendimos que nada ni nadie puede reemplazar a quienes ya no están, porque cada vida es única e irrepetible y porque ellos tenían el derecho de volver ese día a sus casas y poder seguir escribiendo sus historias.

Aprendimos que no estamos solos y que nos emociona ver cómo, a pesar de tanto tiempo transcurrido, cada uno de ustedes nos sigue acompañando en este camino.

Cada año, al mencionar los 85 nombres de las víctimas fatales, decimos: Presente. Por ellos, por los amigos y familiares a los que el tiempo y la tristeza tampoco les permitió seguir. Por todos, seguimos acá, seguiremos de pie. Porque vivirán en nuestro recuerdo y en la memoria de las próximas generaciones.

Porque hasta que la Justicia se haga presente, no vamos a parar.

“Justicia, justicia  perseguirás”.

Muchas gracias».

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